El papa concluyó su discurso deseando que los jóvenes del país continúen creciendo en el amor a Dios y al prójimo, y exclamó: “¡Dios bendiga a Bangladés!”.
El papa Francisco pidió este sábado a los jóvenes que no se pasen todo el día en el teléfono, ignorando el mundo, en un encuentro con estudiantes en la universidad de Notre Dame de Dacca, con el que el pontífice despidió su viaje a Bangladés.
Ante cerca de 7.000 estudiantes, Francisco aseguró que se siente rejuvenecer cada vez que se encuentra con jóvenes, siempre llenos de entusiasmo.
Antes de que Francisco se dirigiese a ellos, hubo coros y bailes típicos y tres estudiantes leyeron un testimonio de sus vidas.
“Los jóvenes están siempre listos para ir hacia adelante, hacer que todo suceda y arriesgar. Os animo a continuar con ese entusiasmo en las circunstancias buenas y malas”, y sobre todo “cuando mirando alrededor, parece que Dios no aparece en el horizonte”, dijo.
Les aconsejó viajar en la vida y no vagar sin rumbo, y para ello les instó a dejarse guiar por Dios que es, explicó, como si hubiese colocado dentro de nosotros un software, que nos ayuda a discernir su programa divino y a responderle con libertad.
“Pero, como todo software, necesita también ser actualizado constantemente. Tengan actualizado su programa, escuchando al Señor y aceptando el desafío de hacer su voluntad”, les dijo, como siempre que se dirige a los jóvenes utilizando un lenguaje más coloquial.
De fondo, durante su discurso en el campo deportivo de esta universidad que administra la congregación de la Santa Croce, se podía escuchar la llamada del muecín a rezar.
Para encontrar el sendero justo, añadió Francisco, se necesita sabiduría y para recibir esta sabiduría debemos mirar el mundo, nuestra situación, nuestros problemas, todo, con los ojos de Dios.
“Esta sabiduría nos ayuda a reconocer y a rechazar las falsas promesas de felicidad”, señaló Francisco, que lamentó cuando los jóvenes se encierran en su mundo.
“Cuando un pueblo, una religión o una sociedad se convierten en un ‘pequeño mundo’, pierden lo mejor que tienen y caen en una mentalidad presuntuosa, la del yo soy bueno y tú eres malo”, opinó.
Y, por ello, alabó que en este acto participasen también “muchos jóvenes amigos musulmanes y de otras religiones”, pues así se muestra la determinación de “promover un clima de armonía, donde se tiende la mano a los otros, a pesar de vuestras diferencias religiosas”.
Francisco insistió, como en muchos de sus discursos, en la necesidad de que la juventud escuche y respete a los ancianos para, entre otras cosas, “evitar repetir los errores del pasado”.
“Hablad con vuestros padres y abuelos, ¡no os paséis todo el día con el teléfono, ignorando el mundo que os rodea!”, exclamó.
El papa concluyó su discurso deseando que los jóvenes del país continúen creciendo en el amor a Dios y al prójimo, y exclamó: “¡Dios bendiga a Bangladés!”, en el idioma del país.