La negociación de un nuevo tratado internacional para prohibir las armas nucleares arranca esta semana su fase decisiva. EE.UU. se opone a la iniciativa. China, Rusia, Francia y Reino unido también se muestran renuentes al acuerdo.
La sede de Naciones Unidas en Nueva York será el escenario a partir de este jueves de la ronda final de discusiones, en las que seguirán sin participar las potencias atómicas y muchos de sus aliados.
Estos países, incluidos los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, han decidido boicotear la iniciativa al considerarla poco realista e inoportuna.
Del otro lado, unos 130 Estados participan en el proceso, en el que Latinoamérica tiene un fuerte protagonismo y que se desarrolla bajo la dirección de la costarricense Elayne Whyte.
Tras las primeras negociaciones, celebradas en marzo, Whyte presentó en mayo un primer borrador, que servirá ahora de base para las discusiones de las próximas semanas.
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El texto, planteado como una convención internacional, sería vinculante y prohibiría "el desarrollo, la producción, la fabricación, la adquisición, posesión o almacenaje de armas nucleares u otros artefactos explosivos nucleares".
Para la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (Ican, por su sigla en inglés), el documento es "muy positivo" y representa una "buena base" para avanzar.
La Ican, una de las grandes impulsoras del proceso, considera que hay áreas del borrador que tendrán que retocarse, pero ve grandes posibilidades de que la nueva convención internacional pueda adoptarse el próximo 7 de julio, cuando finaliza la ronda de negociación que arranca mañana.
Así lo aseguró hoy su directora ejecutiva, Beatrice Fihn, en una conferencia de prensa en la sede de la ONU, en la que volvió a animar a las potencias nucleares a sumarse a las discusiones."Incluso si algunos gobiernos no están listos para firmar el tratado ahora, eso no debería impedirles participar en las negociaciones", dijo.
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Por ahora, sin embargo, no hay ninguna indicación de que eso vaya a ocurrir. El pasado marzo, cuando se abrieron las discusiones, Estados Unidos fue muy claro en su oposición a esta iniciativa al considerar que sigue necesitando armas atómicas para garantizar su defensa y la de sus socios ante la amenaza de países como Corea del Norte. En esa postura le apoya el grueso de la Otan, cuyos miembros no participan en la negociación con la excepción de Holanda.
Tampoco lo hacen China y Rusia que junto a EE.UU., Francia y el Reino Unido son miembros permanentes del Consejo de Seguridad y tienen arsenales atómicos, ni otros países nucleares como India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
Los activistas que promueven el tratado, mientras, insisten en que ello no resta importancia al esfuerzo y ponen como ejemplo otras convenciones internacionales, que inicialmente fueron selladas sólo por unos pocos países y hoy son prácticamente universales.
"Ya hemos hecho esto antes. La comunidad internacional se ha unido para prohibir armas que tienen consecuencias inaceptables para los civiles. Hemos prohibido las armas biológicas, químicas, minas terrestres y bombas de racimo. Y las hemos prohibido sin que todos los Estados que las poseían participasen", recordó hoy Fihn. "Este tratado debe crear una nueva norma: las armas nucleares son inaceptables", insistió.
En las negociaciones de las próximas semanas deberán aclararse algunos aspectos del texto para lograr una definición clara de qué se prohíbe a los Estados, para ver de qué forma se verificará el cumplimiento y para asegurar que no mina convenciones ya existentes como el tratado de No Proliferación Nuclear.