Nápoles recibe este viernes en el San Paolo a Juventus, en un juego que podría ser clave en la aspiración de nos napolitanos de acabar con la hegemonía de la Juve.
El líder Nápoles y el Juventus, vigente campeón y tercer actualmente en la tabla, se medirán este viernes en el estadio San Paolo en el primer choque directo entre dos de los equipos que pelean por el título en la Serie A italiana.
Habrá que esperar hasta poco antes del comienzo del duelo (2:45 p.m.) para saber si el argentino Gonzalo Higuaín podrá jugar ante su exequipo para hacer hervir los ánimos de un San Paolo que aún no le perdona la ofensa de haberse marchado para la Juve, ya que se recupera de una fractura en la mano de la que ha sido operado el lunes.
El partido se jugará en un San Paolo con más de 55.000 espectadores y enfrentará a un Nápoles lanzado, que logró doce victorias y dos empates en catorce jornadas, y a un Juventus que ya perdió dos encuentros y que está a 4 puntos de distancia del liderato.
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Más allá de la presencia o no de Higuaín, el del viernes será un duelo particular entre dos grandes delanteras: la del Juventus, que tiene al argentino Paulo Dybala como máximo artillero (12), y la del Nápoles, cuyo tridente practica el mejor fútbol de Italia.
El belga Dries Mertens, el español José Callejón y el italiano Lorenzo Insigne marcaron ya diez, cinco y cuatro goles, respectivamente, y buscan una gran actuación para dar una prueba de fuerza ante uno de sus directos contendientes por el título liguero, el "Scudetto".
No solo por lo que está en juego en la tabla de posiciones, sino por la rivalidad que tienen estos dos equipos, convierte el juego en el más atractivo de la jornada en Europa.
Cabe recordar que durante la década de los 80 el Juventus - Nápoles se convirtió en uno de los principales derbis europeos pues la llegada de Diego Maradona al club napolitano causó una irrupción en el fútbol italiano, dominado casi en su totalidad por equipos del Norte de italia, la región rica del país. Maradona y los títulos que ayudó a conseguir para Nápoles se convirtieron en símbolo de rebeldía para el Sur de Italia, región pobre, marginada y discriminada. Más que un derbi de fútbol, es una rivalidad social.