La ilusión de cincuenta millones de colombianos de ver a nuestra selección avanzar en la Copa Mundial de la Fifa, terminó de manera abrupta ayer a manos de los ingleses, quienes se impusieron en la definición desde el punto penal para avanzar a la fase de cuartos de final, que era el objetivo del equipo colombiano para, al menos, igualar la histórica actuación del Mundial de Brasil 2014. El resultado nos generó una mezcla de sensaciones, desde la rabia por lo que pudo haber sido y no fue, hasta la tristeza por la eliminación, pasando por la frustración de saber que tendrán que pasar cuatro años más para poder volver a intentarlo.

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El paso del tiempo se encargará de sanar las heridas emocionales y permitirá que afloren las lecciones de esta sexta participación mundialista de Colombia, así como las virtudes de una presentación que nos debe dejar orgullosos. El fútbol es un deporte y como tal solo existen dos caminos: ganar o perder. Muchas veces nos ha tocado ver celebrar a otros, pero no cabe ninguna duda de que cada vez nuestra presencia está revestida de mayor madurez, capacidad de competencia, mentalidad ganadora y condición técnica. No es poca cosa decir que estamos dentro de los 16 mejores equipos entre los 208 países –de las 211 federaciones nacionales que hacen parte de la Fifa- que iniciaron su andadura en las eliminatorias hacia la cita que acoge Rusia. Y si bien quedamos al margen del torneo y nuestros jugadores tendrán que ver las rondas siguientes por televisión –igual que la Alemania defensora del título, la Argentina de Messi, la Portugal de Ronaldo o España- hay que valorar que salimos con el honor que da una definición azarosa como la de los tiros desde los once metros, pero sin haber perdido en la cancha ante un encopetado rival que, como los ingleses, tienen el peso histórico de haber inventado este deporte.

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No tenemos nada qué reprocharle a este equipo ni a su cuerpo técnico, pues hay evidencias de sobra para demostrar que dejaron todo en el campo de juego y que nada de lo que ganaron fue por suerte. Ante Japón se perdió en la primera fecha tras jugar con un hombre menos durante 87 minutos. Y si bien en su momento se pensó que no había excusa para ese mal resultado, tras ver a los japoneses poner en aprietos a Bélgica hay que decir que los nuestros fueron valientes en extremo. Ante Polonia y Senegal, los dirigidos por José Néstor Pékerman hicieron alarde de toda su capacidad y por ello, para enfrentar a los ingleses, nos acompañaba el optimismo de saber que los nuestros tenían las condiciones para enfrentar a un rival superior sobre el papel.

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Ya en la cancha las cosas, como se preveía, no fueron fáciles. La ausencia de James Rodríguez en la nómina tuvo una lógica incidencia al no contar Colombia con su mejor generador de ataque. Y más allá de cuestionar si el planteamiento fue timorato o si se habría debido jugar con tal o cual dibujo táctico, lo cierto es que los nuestros forzaron el alargue, tuvieron sus opciones y llevaron la definición a la instancia extrema, seguramente mucho más de lo que nuestros rivales esperaban.

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El país futbolístico tiene hoy muchas razones para agradecer a los jugadores y al cuerpo técnico. Han tenido al país unido en torno al sueño mundialista. Han dejado en alto el nombre de nuestro país y, ante todo, han dejado claro que hay un camino marcado para que nuestro fútbol, en el ámbito internacional, siga creciendo. En esta perspectiva, será trascendental lo que ocurra con el cuerpo técnico. Por los resultados, no nos cabe duda que la primera opción debe ser renovar el contrato al profesor Pékerman, aunque sería apenas normal que después de dos ciclos mundialistas él se incline por retirarse. Si así lo decide, la Federación debería considerar devolver el equipo a un técnico colombiano, no por un capricho nacionalista sino porque nuestros entrenadores también están a la altura de las circunstancias, como lo demostraron Jorge Luis Pinto, Reinaldo Rueda y Luis Fernando Suárez, en Brasil 2014; y Hernán Darío “Bolillo” Gómez y Juan Carlos Osorio en Rusia 2018. A nuestro juicio, ante el compromiso de Rueda con la Federación Chilena y tras lo mostrado con el equipo de México en el presente Mundial, el profesor Osorio debería ser la primera opción, pues su modelo de trabajo, su estilo de juego y sus resultados con Atlético Nacional y con el propio seleccionado azteca, le dan los méritos suficientes. Como todo en el fútbol, seguramente sería resistido por un sector de la hinchada y hasta de  la prensa, pero los resultados se encargarían de demostrar el acierto de su designación.

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Nos despedimos de Rusia 2018 como protagonistas, con el pesar también de haber visto a unos pocos compatriotas mancillar el buen nombre de nuestro país con su comportamiento vulgar, especialmente en el juego ante Japón. Si bien los más de 65.000 aficionados nacionales que llegaron a Rusia (fuimos el cuarto país con más hinchas en Rusia, detrás de los locales, los norteamericanos y los brasileños, según Fifa.com) se destacaron por su alegría y sus cánticos, estos pocos desadaptados nos recuerdan que nos falta mucho por aprender como sociedad, como por ejemplo el orden y la buena educación de los japoneses. Como latinoamericanos que somos, nos representan ahora dos equipos: Uruguay y Brasil. Para ellos nuestros mejores deseos y que mantengan en alto la tradición mundialista del fútbol suramericano.

Comentarios:

Carlos Mauricio
2018-07-04 15:08:40

A la selección y al profesor Pékerman, 50 millones de agradecimientos por dejar en alto el nombre de Colombia ante el mundo, fueron realmente los mejores embajadores ante el orbe; en cuanto al técnico, no estoy de acuerdo con el nombramiento del profesor Osorio, el esquema de las rotaciones no se ajusta a las necesidades del fútbol nuestro y realmente fracasó con México. ¿Por qué no pensar en un técnico como Ricardo Gareca? (disciplinado, táctico, le gusta el fútbol exquisito, conoce nuestro fútbol, y es un caballero dentro y fuera de la cancha). Sería el reemplazo ideal de l profesor Pékerman.

Edgar
2018-07-04 08:24:39

Indudablemente fué una participación muy positiva, por donde se le mire. Que se puede mejorar, claro, pero los muchachos expusieron lo mejor de sí mismos. Debemos felicitarlos , merecen muchos aplausos .

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