Nacional confundió la hermandad con la displicencia 

Autor: Juan Felipe Zuleta Valencia
4 abril de 2017 - 08:14 PM

En el juego de ida por la Recopa Sudamericana, Chapecoense venció 2-1 a Atlético Nacional, aprovechando dos errores del Verde y un juego deslucido que dejó un panorama preocupante para el equipo de Reinaldo Rueda.

Chapecó, Brasil

Un ambiente bello; un solo color y un pueblo que desbordó en gratitud hacia Atlético Nacional y que definitivamente siempre tejerá un lazo entre el pueblo de Chapecó, su equipo y el Verde local. Pero en el césped, cuando se trata de competir, solo hay lugar para buscar la victoria y hacerlo con la sumatoria de méritos. Y eso fue lo que parece que Atlético Nacional no entendió, pese a las profusas declaraciones de sus jugadores desde antes de partir a Brasil y una vez estando en la amable ciudad de Chapecó. El mismo Reinaldo Rueda fue enfático al declarar que había que hacer un blindaje emocional para que las muestras de afecto y todo lo que rodeaba el partido quedaba donde debía quedar: fuera de la cancha. 

Pero tras unos 15 minutos iniciales, que parecieron un verdadero partido de homenaje por parte de los dos equipos, Chapecoense comenzó a sacudirse los sentimientos y se acordó que estaba en juego un título internacional. Uno muy importante. Y con sus armas, escasas, afanosas y hasta cándidas, fue acercándose a la puerta de Franco Armani y entró en el rigor de la competencia, en la que solo cabe buscar el triunfo. Mientras tanto Nacional seguía adormilado y torpe, como un adulto de sonoros pasos que trata de no hacer mucho ruido en la habitación para no despertar al infante de su país de sueños.

 

Superioridad del rival

Estaba tan inmerso en tan atípica tarea que no se percató de que al frente había un rival que lo intentaba en serio y que no dudó en aprovechar la decisión del árbitro al minuto 23 de decretar una pena máxima por una mano de Daniel Bocanegra, cuando menos discutible.

Lea: Chapecó, un pueblo colombiano al sur de Brasil

Así se fueron al descanso, mientras a miles de kilómetros, la hinchada en Medellín aguardaba un baño de realidad en el camerino para cambiar la cara en el segundo tiempo y ponerle ambiente definitivamente de lo que era este partido: una final internacional.

Para el segundo tiempo las cosas cambiaron pero no demasiado. Sí, Atlético Nacional buscó, puso condiciones, tomó el control del balón e intentó herir por las bandas, pero no fue ni cerca tan peligroso e implacable como lo era hace apenas cinco meses en el plano internacional y que lo llevó a ser temido por todo un continente. No, definitivamente este Atlético Nacional es otro y partido a partido evidencia pequeñas grietas por donde se les escapa poco a poco ese espíritu y memoria colectiva. 

 

Momento de magia

Para mitigar las sensaciones incómodas del hincha apareció Macnelly Torres al minuto 59 para tirar una aislada pincelada de magia y ponerle calor a una noche fría en emociones y actitud. Pero Atlético Nacional volvió a pecar, un segundo error en defensa tras un tiro de esquina volvió a poner a Chapecoense arriba en el marcador con un cabezazo de Luiz Octavio, quien anticipó a Pipe Aguilar. Y así se quedó el partido para alegría del pueblo de Chapecó, que cerró lo que para ellos fue un gran ritual de gratitud y recuerdo, con un espectáculo de fuegos pirotécnicos.

Bien por ellos, el aprecio y el entendimiento no se rompen con una derrota. Sin embargo, en lo netamente deportivo, Atlético Nacional volvió a mostrar síntomas incómodos, como alguien que se enferma poco a poco y solo anticipa algunos signos de desmejoría que parecen aislados. Porque Chapecoense, por más hermano que sea, es un rival inferior y aún así Atlético Nacional no pudo ejercer esa superioridad, y esas muestras de debilidad en competencia internacional terminan pesando, porque los demás rivales analizan y trabajan con base en esas debilidades detectadas. El terrible juego de Atlético Nacional fue una exposición innecesaria de cara a lo que se viene por Copa Libertadores.

 

Recuento de últimas fechas internacionales

Por cierto, Atlético Nacional completó seis partidos internacionales sin ganar. La última vez fue el 26 de octubre ante Coritiba por Copa Sudamericana. Luego empató dos veces con Cerro Porteño, llegó la debacle en Japón ante Kashima y el empate ante América de México, y este año comenzó de la peor forma su defensa de la Libertadores al perder (también dejando una pobre imagen) ante Barcelona de Guayaquil y ahora este otro mal momento en la Recopa.

El próximo partido es el viernes ante Millonarios por el Torneo Apertuta en Bogotá y la definición de la Recopa será el 10 de mayo en el Atanasio Girardot. Ojalá para esa fecha hayan muestras de mejoría, que alejen las malas sensaciones, porque es innegable que los movimientos internos del club inciden en la cancha, sería de necios negar esa realidad. Pero la magia en el fútbol no es alcanzar la cima (que ya lo hizo con sobrados méritos Nacional) sino reinventarse en el tiempo. Eso deberá hacer el Verde. 

Por último, nuevamente para resaltar ese recibimiento histórico y la gratitud del pueblo de Chapecó. Acá tendrán siempre un lugar en el corazón de los hinchas de Atlético Nacional y la institución y la ciudad. Pero hay que pasar la página, esto es competencia, está en juego un título y el hambre de gloria no se puede desvirtuar.

 

Ficha técnica:

Chapecoense: Artur Moraes; Apodi, Douglas Grolli (m.45 Luiz Otávio), Nathan Pelae, Reinaldo; Joao Pedro, Luiz Antonio (m.65 Moisés Ribeiro), Andrei Girotto; Arthur Caike, Rossi y Túlio de Melo (m.71 Wellington Paulista).

Entrenador: Vágner Mancini

Atlético Nacional: Franco Armani; Daniel Bocanegra, Felipe Aguilar, Alexis Henríquez, Farid Díaz; Diego Arias, Alejandro Bernal (m.77 Jhon Mosquera), Macnelly Torres; Luis Ruiz, Ibargüen (m.88 Arley Rodríguez) y Dayro Moreno (m.71 Aldo Ramírez).

Entrenador: Reinaldo Rueda.

Goles: 1-0, m.23: Reinaldo. 1-1, m.58: Macnelly Torres. 2-1, m.73: Luiz Otávio.

Árbitro: el paraguayo Mario Díaz de Vivar amonestó a Apodi, Diego Arias, Bocanegra y Alexis Henríquez.

Incidencias: Partido de ida de la final de la Recopa Sudamericana jugado en el estadio Arena Condá, de la ciudad brasileña de Chapecó, ante unos 19.005 espectadores.

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