La música para un país es la representación de su propia alma. En el libro de Vera Pabón, está el alma de Bello.
Está claro que, a la hora de ofrecer un buen regalo, el libro figura en primer lugar. Y no es cosa o embeleco mío: en ello están de acuerdo autores, editores, libreros, investigadores y en general los buenos lectores y cultores de las letras, quienes (en alguna consulta al respecto) coincidieron en afirmar que: “obsequiar libros demuestra complicidad con el amigo, conocimiento del otro y de uno mismo, y, sobre todo, cultura y honestidad”.
Sin duda, regalar un libro es, de suyo, un elogio para quien lo recibe. No se suelta la semilla en tierra mala, decía mi abuelo. Lo más agradable -dice mi madre-, es que, recibiendo un libro, se corre el feliz riesgo de encontrarse con una cosa bella o valiosa que en ningún momento se buscaban, una serendipia, valga decir.
Música y músicos de Bello, es una publicación de la Serie Cuaderno(s) de Cátedra Libre, ediciones Unaula, Marca del Fondo Editorial Unaula, con fecha de aparición en el mercado a febrero de 2019, y cuyo autor, el doctor Ricardo Vera Pabón, tuvo a bien obsequiarme.
A más de la calidad editorial que presenta el libro (muestra clara del cuidado especial que la Universidad Autónoma Latinoamericana aplica a sus producciones), debo agregar las virtudes de su autor, excelente poeta, ensayista y abogado, que hoy funge como secretario de actas de nuestra Academia Antioqueña de Historia.
Seduce en el libro, el saber que nuestra vecina ciudad de Bello tiene en esta publicación una muestra deliciosa de su cultura, y que ahora como nunca es necesario resaltar y mostrar, a propósito de las dificultades de orden social que hoy soporta. Adicional, el autor nos muestra, en una corta presentación, 4 capítulos y el epílogo, una juiciosa y bien escrita investigación, que “da cuenta de los músicos bellanitas y de otros que llegaron hogaño a Bello en la migración de las primeras décadas del siglo XX, después de que la violencia los despojó de sus tierras, donde obtuvieron trabajo, se prepararon y triunfaron en el ámbito musical”. Igualmente, da cuenta de un compendio de instrumentos musicales, compositores e intérpretes que cantaron con tristeza a sus amores suspendidos u olvidados, que florecieron (o murieron) al son de la piel morena del cerro Quitasol, o los telares variopintos de las fábricas que antaño dieron sustento a sus buenas gentes.
Por sus capítulos, escritos con la sobriedad de quien sabe y usa el idioma con pulcritud y cariño (cosa que se puede comprobar en sus 10 publicaciones anteriores, sus cientos de artículos de carácter jurídico, periodísticos y literarios), desfila la historia musical de Bello en las últimas 5 décadas, donde la música andina, colombiana y popular tuvo cuna y cultores especiales.
Bello ha sido tierra abonada para la cultura, la pintura, la escultura, la plástica, la danza, el baile (ejemplo, es su famoso “Baile bravo”) y en especial la música, aserto este plenamente ejemplificado en su Festival de Música Andina y Llanera Hato viejo-Cotrafa, y las reseñas juiciosa de la vida musical de personajes bellanitas como: Eduardo de Jesús Arango Fernández, Toñito Mejía, Félix Antonio Londoño Villa, la Estudiantina Puerta Cadavid, Ricardo Puerta, Argiro de Jesús Ochoa, Miguel Ángel Nova, el Grupo Arco Iris, Miguel Ángel Montoya Montoya, el Trio Albán, Amparito Jiménez, el Dueto Alma Antioqueña, el Trio Fabricato, Luis Eduardo Echavarría Cifuentes (compositor de la famosa melodía El hijo sin consuelo), el Dueto Pérez, María Magdalena Correa Patiño (bisnieta de Epifanio Mejía), el Dueto Lopera y Vergara, Germán Alcides Muñoz Gómez, el Dueto Ramón y Ramón, el grupo Los bambuqueros de Bello, José Muñoz; el recordado amigo Juan Ignacio Castrillón Roldán, gerente de Cotrafa por esas calendas, director permanente del Festival Hato Viejo- Cotrafa, a más de un longo etcétera que podemos gozar en el libro.
La música para un país es la representación de su propia alma. En el libro de Vera Pabón, está el alma de Bello, la bohemia de una época y el amor de sus muchachos cantado para una morena aperlada y suave, de esas que une ve cuando camina sus calles.
Música y músicos de Bello, es un regalo que recibí gustoso de manos de mi buen amigo, abogado y escritor, Ricardo Vera Pabón, porque en él encuentro el alma de nuestro histórico municipio de Bello y un cálido abrazo de reconocimiento por mi labor literaria y periodística, esta sí, de antaño y hogaño.