Hasta el 29 de octubre de 2017, se expone en el National Museum of Women in the Arts (NMWA), en Washington DC, la muestra Equilibrium (Equilibrio), de la artista colombiana Fanny Sanín, con curaduría de Virginia Treanor. En exclusiva, Félix Ángel estuvo conversando con ella.
Viviendo el irracional desajuste en que se encuentra el mundo contemporáneo, el título elegido para la exposición de la artista colombiana Fanny Sanín en el Nmwa, en Washington DC, implica una ironía, en apariencia. Depronto lo es, indirectamente. El objetivo verdadero, sin embargo, es explicar la búsqueda visual de la artista que, durante más de cincuenta años, ha dado forma a una visión espiritual y personal. “Mi lenguaje es de abstracción pura, sin ninguna alusión a una realidad externa…resultado de una confrontación de culturas expresadas a través de mi propia personalidad y mundo interior.”
Pero hay otras alusiones. El Nmwa fue en su momento, y continúa siendo, la respuesta al desequilibrio de género en la representación de los artistas de los Estados Unidos y el mundo, garantizando a las mujeres un lugar de honor en la historia del arte. Fundado en 1987 por Wilhelmina Cole Holladay, es el único museo del mundo dedicado exclusivamente a reconocer la contribución de las mujeres en las artes plásticas y visuales.
En treinta años de existencia, la exposición de Fanny Sanín en este espacio es la primera muestra individual de una artista cuyo trabajo es abstracto-geométrico.
La exposición contiene un doble enfoque, la obra misma, y la metodología de trabajo. En la muestra pueden observarse los once bocetos previos a la ejecución final del Acrílico No. 2, 2011, incluido también entre las obras que expone la creadora. Aunque no es exhaustiva, tiene carácter retrospectivo, dado que incluye dibujos y esbozos que se remontan a 1968, cuando la artista comenzó la transición de una pintura abstracta de carácter expresionista a la geometría, en la que ha permanecido desde entonces.
La siguiente es la entrevista realizada a la artista en Washington con motivo de su exposición.
¿Cuál fue la génesis de la exposición en el Nmwa?
Mi relación con el Nmwa data de muchos años, desde antes de que el Museo abriera sus puertas al pertenecer a la primera generación de miembros. En 1996, el Museo presentó la exposición itinerante Latin American Women Artists 1915-1995, en la que participé con cuatro obras. Poco después, el Museo adquirió una primera pintura, a la cual siguió una donación posterior y, recientemente, una obra proveniente de la colección de la fundadora del museo, Wihelmina Cole Holladay.
La idea de estructurar la exposición combinando una visión retrospectiva y didáctica fue planteada originalmente por Patterson Sims en 2012 para la Galería Frederico Seve de New York. Al visitar mi estudio, Sims consideró que los dibujos y bocetos previos a la realización de cada obra en su versión final eran de vital importancia para entender el proceso de la creación. En esa ocasión expuse principalmente los dibujos. En la presente exposición, fue posible combinar ambos, bocetos y obras finales.
En las palabras de presentación de la exposición, Susan Fisher-Sterling, directora del Nmwa, se refirió al Fanny Sanín Legacy Project. ¿En qué consiste ese proyecto, tiene esta exposición relación directa con el mismo?
El Legacy Project es una iniciativa sin ánimo de lucro creada con ayuda de Mayer Sasson, con el fin de preservar y documentar mi obra para las futuras generaciones. No es un museo sino un programa establecido con ese fin, pero se relaciona con un grupo de obras que fui acumulando en el transcurso de los años con el fin de conservar una reserva de mi propia obra con un propósito fundamentalmente personal, y que sirvieron, por ejemplo, para exposiciones especiales, y como referencia de primera mano sobre la evolución de mi trabajo. Se trata de obras que considero importantes en el desarrollo de mi carrera. Como todo, llega un momento en que hay que pensar más allá de uno mismo en el legado que, como artista, desea uno dejar, máxime cuando se ha dedicado toda una vida a pintar.
Conformamos entonces una Junta de Síndicos, entre los que se cuentan profesionales de las artes en diversos campos, que son los encargados de vigilar y asegurarse que esas obras no se pierdan, sino que pasan a hacer parte de colecciones y centros de estudio de las artes, en particular la abstracción geométrica y el color. En ese sentido, se han colocado obras en el Museo de Arte de los Ángeles (LACMA), el Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH), el Museo de Arte Americano (SAAM), en Washington (que hace parte de la Institución Smithsonian), el Museo de Arte Allen, en Oberlin, Ohio, y el Museo Davis de Wellesley College, en Massachusetts, todos ellos en Estados Unidos.
En Colombia, el Museo Nacional de Colombia, en Bogotá, y los museos de Antioquia, de Arte Moderno y de la Universidad de Antioquia, en Medellín. También se está trabajando en la creación de una base de datos que contiene, no sólo imágenes de mis obras, sino información sobre catálogos, artículos y demás documentos relacionados con mi carrera. Los Síndicos del Legacy Project son: José Antonio Camacho Sanín, Clayton Kirking, Carlos Motta, Mayer Sasson, Patterson Sims, Ana Sokoloff y Edward Sullivan.
Se presentó el Legacy Project al Museo Nacional de Colombia en 2013, siendo directora María Victoria Robayo, quien recibió con mucho entusiasmo la propuesta. Se eligieron nueve obras para donar el Museo que representaran diferentes etapas de mi carrera. El Museo planeó una exposición con esas obras y otras que se pidieron prestadas a museos en Colombia y colecciones privadas. Se continuó con éxito bajo la dirección de Ana María Cortes, con la producción de un extenso catálogo. Las obras permanecieron colgadas por un año en la rotonda del museo. Finalmente, al tomar Daniel Castro la dirección del Museo, decidió darle carácter de exposición itinerante presentándose primero en el Museo Rayo y actualmente en el Museo de Arte del Tolima. El Museo de Antioquia recibió recientemente la obra con la que recibí el Premio Ciudad de Medellín en la Segunda Bienal de Coltejer (1970), gracias a la colaboración de Argos.
El proyecto incluye la publicación de un libro para el que algunas personas han escrito ensayos referidos a diferentes etapas o aspectos mi obra en particular o su relación con el arte geométrico en general. El historiador Germán Rubiano Caballero colabora en el libro con uno de los ensayos dedicado a mi etapa en Colombia.
El proyecto busca, asimismo, impedir que el trabajo de toda una vida caiga en el olvido, como sucede a menudo con muchos artistas cuyas familias son las que, por lo general, heredan el acervo sin estar preparadas para manejarlo debidamente o no poseen los medios para preservarlo.
Finalmente, el proyecto es una forma de reconocer el apoyo y la ayuda que muchas personas me han brindado a todo lo largo de mi carrera.
¿Cómo te sientes ahora?
Muy satisfecha y segura de todas mis épocas. No puedo decir que ha sido una carrera sin altibajos. Como mujer artista creo que me ha tocado trabajar duro para abrirme campo en un mundo masculino con la discriminación que existía, principalmente en los estados Unidos. Cuando miro hacia atrás y veo mi vida consagrada totalmente al arte me siento tranquila, y no tengo remordimientos. Las satisfacciones son muchas, y entre ellas incluyo el reconocimiento que hoy día reciben las mujeres artistas, aunque falte en ese sentido mucho que hacer. El incremento del aprecio por mi trabajo en Colombia se ha manifestado de muchas formas. El Magister en Artes Honoris Causa que me concedió la Universidad de Antioquia fue un honor inesperado. En ese sentido, el título de mi reciente exposición en Washington es apropiado en mi caso, en más de un sentido. Mi vida ha sido siempre un acto de equilibrio.
Me preocupa, sin embargo, el poco énfasis que en el ámbito educativo se asigna hoy en algunos casos en Colombia a las artes visuales y plásticas, y no me refiero tan sólo a la práctica. Parece que se ha descuidado el estudio de la historia del arte universal y de Colombia. Es probable que, en promedio, haya más artistas actualmente si se compara el presente con el momento que vivimos seis décadas atrás. Pero me sorprende cuando algunos jóvenes artistas vienen a Nueva York y al mencionar, por ejemplo, artistas como Eduardo Ramírez Villamizar, Juan Antonio Roda, o Beatriz Daza, no los conocen, pareciera que se han olvidado de grandes artistas del Siglo XX o no los conocen, y más grave, no saben qué fue lo que aportaron.
También me preocupan ciertas actitudes que prevalecen en algunos profesionales de las artes. A muchos les falta iniciativa para enterarse y conocer lo que los artistas hacen. Otras veces, cuando llega un invitado al país, se restringe su itinerario a unos pocos lugares. Recuerdo que una vez en New York, invité a Damián Bayón a mi estudio. Yo no lo conocía ni el me conocía, pero llegó a visitarme muy puntual y cuando terminó de mirar mi trabajo estaba impresionado. Cuando le agradecí su deferencia muy afanado me dijo que yo no tenía porque agradecerle nada, dado que su trabajo como crítico e historiador exigía enterarse de lo que hacían los artistas. Sería maravilloso si todos los “profesionales de las artes” se comportasen de forma similar.
¿Tienes planes para otra exposición próximamente?
El Museo Getty en Los Ángeles está auspiciando una celebración del arte latinoamericano con el nombre de Pacific Standard Time: LA/LA para septiembre de este año con varias exposiciones simultaneas en diversos museos del sur de California. La celebración incluye la participación de ciertas galerías privadas. La galería LA Louver me ha invitado a realizar una exposición retrospectiva que se inaugurará el 12 de septiembre.