Mi amigo el tendero y la devaluación

Autor: Jorge Alberto Velásquez Peláez
15 agosto de 2019 - 12:02 AM

Le dije a Don Ernesto que le escribiría a él, y a la gente común y corriente, este artículo de hoy, para que se entienda con palabras simples qué es la tal devaluación.

Medellín

Jorge Alberto Velásquez Betancur

Como todos los días, fui ayer a la tienda de mi barrio, compré algunas “chucherías” y conversé, como es habitual, con Don Ernesto, su dueño, quien al ver la revista que yo llevaba me preguntó por el tema de portada: ¿Qué es esa cosa de la devaluación?, yo evadí la difícil respuesta prestándole la revista, con la promesa de que los expertos que allí opinaban lo dejarían como otro experto más. Hoy cumplí mi cita diaria, y con sorpresa percibí cierto disgusto en mi anfitrión comercial, quien con adusto rostro me dijo que no había entendido una sola palabra, mientras me regresaba la revista, que no sobra decir, tiene ahora un prestigio algo “devaluado”. Muy apenado, y para no perder su amistad - ni su crédito - le dije a Don Ernesto que le escribiría a él, y a la gente común y corriente, este artículo de hoy, para que se entienda con palabras simples qué es la tal devaluación.

Lea también: Los “muros comerciales” de Donald Trump

Por un lado, las exportaciones que realiza nuestro país son canceladas en dólares, la misma moneda con que pagamos lo que compramos en el exterior, y por el otro, es con los EE. UU. que realizamos la mayor parte del comercio exterior; por lo anterior, nos guste o no, el peso se encuentra a expensas de lo que ocurre con la economía estadounidense, y depende del dólar. El valor que debemos entregar por él -y por otras monedas extranjeras- lo conocemos como tasa de cambio, la cual sube o baja dependiendo de oferta y demanda; si, por ejemplo, mañana el gobierno vendiera una parte de Ecopetrol a una compañía extranjera, ésta pagaría con dólares, mientras Don Ernesto, que decidió comprarle una pequeña tienda a su hijo en Caracas, tendrá que comprar dólares para girarlos hacia Venezuela; si hay muchos dólares en el mercado, su precio puede ser bajo, pero si por el contrario hay escasez, se encarece; eso es lo que observamos en un mercado que transa aproximadamente 1.200 millones de dólares diarios, provenientes de muchas fuentes diferentes, como por ejemplo: pagos por nuestras exportaciones, inversión extranjera, recursos por privatizaciones, “giros” a familiares por parte de cinco millones de colombianos que viven en el exterior -6.000 millones de dólares en 2018–, y, obviamente, los miles de millones de dólares que percibe la principal exportadora nacional, conocida como Clan del Golfo, de un tal Otoniel; hay que reconocerlo, Colombia tiene una “economía sumergida” de donde se nutre buena parte del mercado cambiario. Como puede suponer Don Ernesto, hay dinero, y gracias a ello podemos disponer de muchos dólares para comprar maquinarias, carros, materias primas, insumos, para viajar por el mundo, para traer artistas, y de manera muy especial, para comprar cientos de millones de dólares en productos que ingresan de contrabando al país. Si ese dinero es barato o caro, es otra cosa.

Le puede interesar: A Trump no lo trasnocha el TLC con Colombia

Quizás se moleste de nuevo Don Ernesto, pues he leído lo escrito hasta ahora, y no me parece tan sencillo. Intentaré mejorar. Hoy el dólar vale $3.450, y especulo con que en octubre costará $3.600. Los 2.000 dólares que giraría hoy mi querido tendero a su hijo en Caracas para la tienda le costarían $ 6,9 millones, pero si tuviera que esperar hasta octubre serían $7,2 millones; sin embargo, el primer surtido para la tienda, que sería despachado desde Medellín, le costaría hoy $10 millones - 2.899 dólares -, y dos meses más tarde 2.777 dólares, un menor precio para mayor utilidad y posibilidad de un nuevo pedido de mayor cantidad. A Margarita en Don Matías le llegó el giro de siempre de su hijo John Byron desde Miami: le entregaron cien mil pesos más, que ella le agradece a Dios, pero no a la devaluación. Quiero decirle además a Don Ernesto que no creo que los productos chinos que su hijo piensa comprar en el Éxito, para revenderlos en Venezuela le resulten más caros por el nuevo precio del dólar, pues China también devaluó su moneda para vender más barato en el mundo y en Colombia. A Don Ernesto debo decirle, finalmente, que por deuda externa en enero pasado cada colombiano hubiera tenido que pagar más de 8,9 millones de pesos, pero si nos la cobraran hoy, el desembolso por persona seria de $9,5 millones; se lo digo para que tenga un poco de consideración conmigo. Creo que mi amigo tendero me ha entendido. Quienes seguramente no lo han hecho son los empresarios, que lamentablemente no comprenden que una devaluación no es para recibir más pesos por dólar vendido sino para ajustar sus precios para mayor competitividad internacional.

 

Compartir Imprimir

Comentarios:


Destacados

Carlos Vives
Columnistas /

Para adelante y para atrás

El Mundo inaugura
Columnistas /

EL MUNDO fue la casa de la cultura de Medellín

Mabel Torres
Columnistas /

Firmas y responsabilidad

Guillermo Gaviria Echeverri
Columnistas /

La desaparición de EL MUNDO

Fundamundo
Columnistas /

Mi último “Vestigium”

Artículos relacionados

Petróleo
Columnistas

Mientras zarpan los barcos hacia China

No cuenta nuestro país con diplomacia comercial, o sea, con representantes en embajadas que conozcan un banano de Urabá o un aguacate de La Ceja, y sepan apreciarlos...

Lo más leído

1
Columnistas /

Cinco cosas a favor y cinco en contra sobre el comunismo extinto

Los comunistas son tan enfáticos en su convicción que con la mayoría resulta imposible hacer un diálogo
2
Cazamentiras /

¿Puede causar un incendio usar el celular en la cocina?

“No use celular en la cocina”, advierte un mensaje que circula por WhatsApp. En el Cazamentiras le...
3
Columnistas /

¿Glorieta, rompoi o romboi?

@ortografiajuanv explica las interrelaciones de culturas y la formación de nuevas palabras
4
Columnistas /

¿Y el masculinicidio?

A toda la muerte violenta de una mujer, le endilgan el calificativo de feminicidio. Es un craso dislate
5
Columnistas /

¿Dulcecito o dulcesito?

El elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo… Este sufijo...
6
Editorial /

Nuestro último clamor por la libertad

Más que con un recuento histórico de lo que hemos sido, queremos cerrar este espacio con una invitación...