En Colombia pensamos localmente y actuamos localmente, y la globalización es una palabra que usamos habitualmente sin darnos cuenta de que, al hacerlo, nos referimos a hechos y realidades que no tienen nada que ver con nuestro comportamiento parroquial
Qué envidia. Irlanda diseñó en 2010 un plan estratégico para el sector lácteo con el objetivo de incrementar para el 2020 su producción de leche, de 4,8 millones de toneladas a 7,5 millones -cifra similar a la producción colombiana-, y de exportar el 90 por ciento de esta cantidad; pues bien, ya lo logró, vendiendo el año anterior en el mercado internacional más de 3.000 millones de dólares, principalmente de mantequilla y de quesos. Ese país tiene un tamaño igual al de Antioquia, menor población, pero un PIB tres veces mayor, y exportaciones 37,5 veces mayores que las antioqueñas. Mentes globales públicas y privadas para propósitos globales, allá; mentes parroquiales para propósitos parroquiales, aquí. Con un PIB similar al irlandés está Israel, un país que cabría tres veces en nuestro departamento, y que exporta 21 veces más que todas las empresas paisas, y que, además, no obstante sus suelos desérticos, vende en el exterior frutas y legumbres por más de 1.000 millones de dólares. Mentes globales, sin duda. También tres veces en suelo antioqueño cabría la región italiana de Emilia-Romaña -donde se encuentra la provincia de Parma- a la cual superamos también en población por más de dos millones de habitantes, pero no en el tamaño económico pues nos aventaja por 40.000 millones de dólares en el PIB, y muy tristemente 21 veces en exportaciones; en productos alimenticos exportó 5.502 millones de dólares -incluido obviamente el queso parmesano-, y en textiles y confecciones casi 7.000 millones de dólares. Más mentes globales. Y para completar, incluimos a Costa Rica, un país más pequeño que Antioquia en casi todo -tamaño, población y PIB- pero que exporta 2,2 veces más, destacándose respecto a la pobreza exportadora paisa con sus despachos de 2.200 millones de dólares en frutas, 934 millones en conservas alimenticias, 160 millones en legumbres, y 148 millones de dólares en leche. Mas mentes globales. ¿Y cómo pensamos en Antioquia?
Glocalización, como término económico, se refiere a la capacidad que se tiene de "pensar globalmente y actuar localmente" y tiene su origen en la palabra japonesa "dochakuka", que significa "el que vive en su propia tierra", la cual, en un sentido general, puede entenderse como la resistencia a lo global de parte de quienes se aferran a sus costumbres y tradiciones, aunque en el mundo empresarial se considera como “producir según las características de cada región”. La verdad es que en Colombia pensamos localmente y actuamos localmente, y la globalización es una palabra que usamos habitualmente sin darnos cuenta de que, al hacerlo, nos referimos a hechos y realidades que no tienen nada que ver con nuestro comportamiento parroquial. Dicho esto, es fácil entender por qué nuestros gobernantes y dirigentes gremiales acostumbran comparar lo nuestro solo con lo nuestro, y no en relación con lo externo, con lo demás; decir que las pymes aumentaron en nuestra región un tanto por ciento, o que la inversión generó determinada cantidad de dólares en un cierto período, solo es mediático y no aporta absolutamente nada al conocimiento de nuestra realidad. ¿Cómo está Antioquia? Si nos basamos en informes públicos y privados el departamento está muy bien, y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá está espectacular si hacemos una sumatoria de las declaraciones de los alcaldes del territorio, a pesar de su inseguridad, parálisis industrial y exportadora, desempleo, contaminación, y muchos problemas más. Pero "todo bien", como la selección Colombia del Pibe, que nunca ganaba.
Pero si nos comparamos con otros territorios, el escenario es diferente, y así ha quedado demostrado con el inicio de este artículo. Y podríamos ampliar ese análisis con otras regiones, peruanas, mexicanas o chilenas, y llegaríamos a conclusiones similares. Ni un solo proyecto de internacionalización de la actual Gobernación de Antioquia, desindustrialización y abulia exportadora de las empresas del Valle de Aburrá, y nadie dice nada. Uno de los pocos proyectos en los últimos años de productos no tradicionales para la internacionalización del departamento es el de los cafés especiales, pero no ha generado un dólar, aunque el aguacate Hass, a pesar de su tardía aparición en el mercado externo, está logrando cifras interesantes. Somos de visión “dochakuka”, o sea, actuamos principalmente en función de nuestra propia tierra, como si el mundo global no existiera. Y así “encerrados” permaneceremos por culpa de las “mentes cerradas” de quienes nos dirigen.