La bendición Urbi et Orbi se imparte habitualmente en tres ocasiones: cuando el papa es elegido sucesor de Pedro, el 25 de diciembre por Navidad y en Pascua. Pero también se ofrece en ocasiones especiales para los católicos, como en 1942, cuando Pío XII lo hizo con motivo de su Jubileo Episcopal y del XXV aniversario de las apariciones de Fátima.
Tras la bendición histórica que el papa Francisco impartió en la tarde de este viernes 27 de marzo en una Plaza de San Pedro vacía, el sumo pontífice alentó a la humanidad a fortalecer sus creencias, aprender a superar los retos que pone la Madre Tierra en unión y comunidad y a no dejarse llevar por sus propios miedos.
La bendición del Urbi et Orbi fue su respuesta a la enfermedad global por coronavirus covid-19, un gesto extraordinario, cuando el mundo sufre la expansión de este virus que se ha cobrado ya la vida de más de 25.000 personas en el mundo, según datos de la OMS.
La histórica cita de oración universal tuvo la característica particular de que todos los católicos tuvieron la oportunidad de obtener la indulgencia plenaria, tal y como estableció recientemente Francisco en el decreto de la Penitenciaría Apostólica.
"Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos", así comenzó su mensaje el papa en la homilía.
También, Francisco resaltó la labor de los médicos, enfermeros, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas, para quienes expresó sus afectos y dijo: "comprendieron que nadie se salva solo".
"Ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida", añadió Francisco y destacó que son "personas comunes, corrientemente olvidadas, que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show, pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia".
Pero, además, Francisco envió abrazos fraternos a los padres, madres, abuelos y abuelas, docentes que enseñan a los niños en casa, "con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración", dijo.
En el fondo de su mensaje, el sumo pontífice invitó a toda la humanidad a reflexionar en medio de esta crisis sobre la importancia de la fraternidad y de la solidaridad, frente al individualismo y el egoísmo.