Me moría por escribir esta carta

Autor: Ricardo Ernesto Torres Castro
30 marzo de 2020 - 12:03 AM

Todos aprendimos de esto y ahora estamos juntos para contar la historia.

Medellín

Medellín, 1 de junio de 2020

 

Querida familia y amigos.

 

Hemos cruzado la otra orilla, después de estas largas semanas de cuarentena, encierro y confinamiento voluntario, superamos juntos el agresivo virus y con él, nuestro individualismo, nuestra indiferencia, nuestro egoísmo. Realmente, siento que hay un renacer. Hoy en la mañana, opté por caminar un poco, desde casa hacia el trabajo. Ver el cielo azul de Medellín, ver el horizonte y no ver la ciudad contaminada como antes es un motivo de profunda alegría. Que bello es sentir que podemos caminar, que podemos respirar, que los rostros de las personas están resplandecientes. No puedo dudar que esta Medellín me gusta más. Les confieso que ese templo que llamamos hogar ahora es más sagrado que antes, nunca había valorado tanto mi propio espacio, el no tener la necesidad de salir a comprar cosas innecesarias. Seguro es mejor extrañar mas la casa que el centro comercial. He aprendido mucho con esta situación.

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Aprendí que no necesito de mucho para estar bien. Aprendí a conocerme más en mi propio espacio y desde mi silencio. Aprendí a valorar mi propia creatividad para cocinar, para inventar recetas, para liberarme de la desidia y la soledad y usar mi imaginación. Les confieso que nunca antes había hablado conmigo mismo tanto como en esta oportunidad y, por cierto, tengo miedo a perder estas conversaciones conmigo mismo. Después de estas semanas comprendí que ustedes, mis queridos amigos y familia son realmente importantes, no era que no lo supiera, es que realmente valoro mucho las llamadas, los esfuerzos por estar juntos, el ánimo mutuo que nos dimos, el tiempo que le gastamos a no hablar de nada diciéndolo todo. Sabía que ustedes eran importantes, ahora se que son imprescindibles. Duró mucho tiempo en construir la idea que no necesitaba de nadie porque podía bastarme conmigo mismo, me creí el cuento de ser todopoderoso, creí que realmente era autosuficiente y realmente entendí que no. Este tiempo fue oportuno para destruir muchos de esos imaginarios, mitos, videos que yo mismo había construído. Ahora, recuerdo cuando las cifras de los noticieros anunciaban que los muertos dia a dia eran cada vez más, que los infectados crecían, que escaseaban los medicamentos, las mascarillas, los respiradores y las camas de los hospitales, me dí cuenta que era vulnerable, que yo podía entrar a engrosar esas cifras y, sentí miedo.

Llegando a la universidad empecé a ver, de una manera diferente, a cada una de las personas que trabajan conmigo. Nunca había sentido tanta felicidad por verlos, los quería abrazar, les quería decir que realmente eran importantes y que los había extrañado mucho. No lo hice por algo de timidez, pero se, que si se me diera la oportunidad sin duda lo haría. El tiempo de cuarentena fue realmente de muchos aprendizajes. Es curioso lo que voy a decir, pero le doy gracias a Dios por este tiempo, sin duda fue también un tiempo de Dios, de encuentro con él, de diálogos pendientes, de entender que, en medio del miedo, la frustración y la indefensión, Dios siempre será ese lugar seguro al que podré acudir siempre, sin horarios, sin condiciones, desnudando el alma para encontrarme cara a cara con Él.

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Amigos, se que sus familias están bien, valió la pena ser responsables con nuestro cuidado y el de los nuestros, se que ustedes también tendrán en este día muchas cosas que agradecer y reconocer aprendizajes. Todos aprendimos de esto y ahora estamos juntos para contar la historia. Recuerdo que el día en que el Papa Francisco hizo la bendición Urbi et Orbi, sus gestos, su cercanía, la liturgia y sus palabras hicieron en mí un eco muy especial. Ahí, en ese momento sentí que realmente me estaba renovando, que el miedo no me podía vencer y que al final del camino, uno con su Dios se hace más fuerte. Muchas cosas que cuando haya lugar tendremos la oportunidad de compartir, por lo pronto, cada uno va haciendo su propio balance y entenderá que no nos podemos permitir más y que es lo que en definitiva seguiremos haciendo después de esta crisis. Un abrazo, los quiero mucho y espero verlos pronto.

 

Fraternalmente,

 

Ricardo Ernesto Torres Castro

 

 

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