Si hasta Timochenko llama las cosas por su nombre, ¿qué hace una larga fila de personajes del "establecimiento" pretendiendo justificar lo injustificable?
Una de las ventajas de los momentos de crisis que viven las sociedades es observar, por contraste, las lecciones positivas que dejan.
Resulta, por lo menos, interesante buscar lo bueno que ha dejado la confusa oscuridad que, en materia institucional, se pregona por estos días.
Por ejemplo ¿Para qué está sirviendo la confusión generada por el caso Santrich, no sólo entre los colombianos sino en las mismas filas de las Farc, ahora convertidas en partido político y como tal expuesto a las mismas peripecias típicas de estas colectividades: disidencias, divisiones, traiciones, choques de ambiciones y rivalidades internas…?
Sirve para aclararle a algunos de los cabecillas desmovilizados de las Farc un tema fundamental: si alguna vez, durante las negociaciones, soñaron con dejar abiertas las puertas para continuar con la combinación de todas las formas de lucha, es decir, actuar en el centro del escenario democrático y simultáneamente mantener los nexos con el mundo de la ilegalidad, a través de los grupos armados y del fabuloso negocio del narcotráfico, pues los hechos han demostrado que definitivamente no se pudo. No se pudo.
Tanto lobby internacional sirvió no sólo para protegerlos sino para observarlos. Los ojos del mundo tienen los reflectores y los oídos bien puestos sobre ellos. Hasta Timochenko se dio cuenta de la necesidad de jugar limpio y de la imposibilidad de mantener un doble juego. “Frente a la Paz no puede haber medias tintas, se está o no se está”. En el mensaje a Iván Márquez no sólo le pide coherencia, sino que debilita, tácitamente, el entramado de argucias jurídicas y políticas que buscan justificar lo injustificable: el delito de narcotráfico. Descarga, además, el peso de la responsabilidad de lo sucedido, en las mismas filas de las Farc, al señalar directamente al sobrino de Márquez : “esa extraña y peligrosa relación con su sobrino Marlon Marín, relación que terminó por enredar a Santrich y enlodar nuestro trabajo político…”
Entonces, si hasta Timochenko llama las cosas por su nombre, ¿qué hace una larga fila de personajes del "establecimiento" pretendiendo justificar lo injustificable? Dan la impresión de querer congraciarse con el partido de las Farc, para que sus antiguas faltas queden diluidas en su actitud "progresista".
¿Más farianos que las Farc?
Suena estrambótico que "en nombre de la paz" y con discurso sofista pretendan acabar con la extradición, en esta coyuntura particular, para salvar a un señor cuando una parte de los propios no quiere hacerlo. Y lo más doloroso es que actúan en nombre de las víctimas. Recientemente escuchamos atónitos a uno de estos personajes condenar con vehemencia a los violadores de niñas en la guerra, pero a futuro…para los próximos casos…Con tantas volteretas oportunistas ¿qué los hace creer que, en una eventual llegada al poder de la izquierda, ellos sobrevivirán?
Hace bien Timochenko en querer acallar el llamado guerrerista de Márquez a los desmovilizados que están en las zonas de reincorporación. Una de las imágenes más reconfortantes de estos tiempos, es verlos trabajando en sus proyectos productivos, dedicando tiempo a sus pequeños hijos y atreviéndose a soñar en un futuro mejor para ellos.