En una sociedad que parece que cada vez tiene más mascotas y menos niños, he sentido que me hacen el feo por buscar un parque familiar libre de estiércol donde poder jugar a la pelota
Los asuntos de convivencia nos siguen golpeado muy fuerte en la ciudad, un porcentaje muy importante de los homicidios están relacionados con ella, o con su ausencia. El alto volumen de los equipos de sonido, el manejo de las basuras, el cuidado de las mascotas y la adecuada disposición de sus heces son asuntos que tienen gran influencia en el aumento de los casos de conflictividades cotidianas. Muchas riñas en el país comienzan con una discusión por las basuras, los perros, o la música. El asunto de las mascotas creo que es fundamental, y hoy quiero concentrarme en sus implicaciones. En primer término, amo las mascotas, los perros y en especial los gatos, sin embargo, me preocupa la manera en la que mis vecinos se comportan con sus animales y el modelo de sociedad que se va configurando.
Hace poco se hizo viral el video donde una chica bogotana se reúsa a recoger las heces de su perro, su grosería y su falta de cultura ciudadana generaron indignación y risas entre las diferentes audiencias, pero no es un caso aislado, cada vez encuentro en los parques más recuerdos abandonados por sus amos. No sé si se trata de una moda entre los dueños de mascotas, algunos incluso sacan las bolsas y hacen la parodia de recoger y botar, para distraer a los otros paseadores matutinos.
Sé, de buena fuente que en ciertos conjuntos residenciales en Bello utilizan las cámaras de seguridad para multar a los dueños de gatos que se escapan un segundo de los apartamentos. La administradora de la unidad allega fotografías y videos para multar los descuidos momentáneos de sus copropietarios, los porteros en vez de informar a los dueños o emprender cualquier tipo de solidaridad, prefieren tomar fotos para castigar, penalizar y multar. Es obvio que cualquier ser viviente requiere salir de su encierro, y eso debería ser parte de las condiciones normales de cualquier copropiedad. Sin embargo, ciertas administradoras prefieren caer en el abuso y en el sistema de panóptico y reclusión para las mascotas.
El caso de la comuna catorce (El poblado) es muy interesante. En ella veo cada vez más perros que niños, la rareza es encontrarse un columpio en los parques. De hecho, los diseños de los parques parecen pensados solo para paseadores de caninos, en ellos los niños no tiene lugar y los picnics que se realizaban allí parecen cosa del pasado. En cierto parque de la comuna catorce veo esas dinámicas de exclusión y urbanismo. Deberían ser más honestos y poner un letrero que diga: prohibidos niños, prohibido familias foráneas. Solo aptos para caninos de elite y sus acompañantes.
En una sociedad que parece que cada vez tiene más mascotas y menos niños, he sentido que me hacen el feo por buscar un parque familiar libre de estiércol donde poder jugar a la pelota. Veo que muchos transitan con sus perros de razas potencialmente peligrosas sin bozales y sin ningún cuidado. Para estos su perro es sinónimo de poder y virilidad. También he escuchado que los perros ladran todo el fin de semana en apartamentos diminutos donde son abandonados por sus amos. Así como otros que simplemente los abandonan en la calle como si fueran basura. La publicidad los nombra como “hijos no humanos” y como “miembros de las familias” para poder vendernos más productos. El Código Civil los nombra como cosas y la Corte como “seres sintientes”. La relación entre humanos y otros seres vivos no humanos es importante, por esta razón es clave no caer en los excesos de atención y de humanización de otras criaturas, ni tampoco en el descuido grosero y en el abandono.
Mascotas sí, pero no de cualquier manera.