Cambio Global es mucho más que cambio climático: “lo que hay que salvar no es el planeta, es nuestra especie”.
En estos días he estado trabajando sobre dos libros fundamentales para entender la crisis ambiental que está sufriendo nuestro planeta. El primero de ellos es el texto de Andrea Wulf titulado “La invención de la naturaleza, el nuevo mundo de Alexander Von Humboldt” y el segundo es “Nuestro planeta, nuestro futuro” de Manuel Rodríguez.
La Universidad de los Andes (Uniandes), a través del Centro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe, acaba de completar un interesante foro, en ocho sesiones, denominado “Nuestro Futuro”, liderado por su rector Alejandro Gaviria y con la participación de reconocidos expertos nacionales e internacionales, espacio en el cual se propiciaron amplios debates en torno a la crisis socio ambiental que hoy enfrenta la humanidad.
Quisiera empezar con los aportes de los conferencistas en el foro de Uniandes Cristian Samper y Manuel Rodríguez, dejando para más tarde la reseña del libro de Wulf, del cual, por ahora, sólo quiero resaltar la pedagogía del legado humboldtiano sobre la unidad e interrelación de los ecosistemas y de todas las formas de vida, premisa sobre la cual se basan la ecología y demás ciencias ambientales.
Lea también: El cuidado de sí
“Los motores y retos de la crisis ambiental” fue el tema de la conferencia de Cristian Samper, biólogo colombiano, actual Presidente de Wildlife Conservation Society y autoridad mundial en biología de la conservación y prácticas ambientales. Samper abre un panorama esperanzador basado en una serie de acciones y políticas, entre las cuales quisiera resaltar su confianza en que las acciones pequeñas de los ciudadanos, de llegar a generalizarse cuentan para, a mediano plazo, ayudar a conjurar la crisis climática y las amenazas a la biodiversidad del planeta. Entre estas acciones la más efectiva sería la decisión de los consumidores de reducir el consumo de carne y leche vacunas y sus derivados, así como de productos que contengan aceite de palma, ya que la ganadería y los cultivos de palma son los mayores causantes de la deforestación en las regiones tropicales. Memorable también en la intervención de este experto fue el llamado a la esperanza, motivado por la participación cada vez mayor de los jóvenes en los movimientos ecologistas. Otra acción importante que podrían implementar los consumidores es negarse a la compra de productos empacados en bolsas o botellas plásticas. Samper también insistió en como los gobiernos si pueden poner en marcha políticas ambientalistas que podrían producir resultados exitosos, en lo cual coincide con Manuel Rodríguez, tales como nuestros resguardos indígenas, las propiedades colectivas para las comunidades afrodescendientes y los parques naturales y demás áreas protegidas, resultado de la lucha de esas comunidades marginadas y de los ambientalistas. Falta sólo que el Gobierno Nacional ejerza la soberanía en estos espacios.
Sigamos con el libro e intervención en el foro de Uniandes del exministro de ambiente y profesor Manuel Rodríguez, pero antes quiero referirme a Brigite Baptiste exdirectora del Instituto Humboldt y prologuista del libro de Rodríguez. “Volver a la ecología” es el llamado de Baptiste en el referido prólogo, particularmente aplicable a Colombia, donde ocurre la más “mala comprensión y aplicación de lo ecológico”. Por “mala ecología” la prologuista entiende la perversa ruptura de la modernidad con los ecosistemas, que ha llevado a convertir al humano en un ser sobrenatural, extraño al planeta.
Rodríguez inicia su libro estableciendo que Cambio Global, como el prefiere llamar la crisis ambiental, es mucho más que cambio climático: “lo que hay que salvar no es el planeta, es nuestra especie”. Las amenazas a los ecosistemas están íntimamente relacionadas con la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la erosión de las cuencas hidrográficas y consecuente pérdida de suelos agrícolas y contaminación de los sistemas hídricos, la desertificación y el deterioro de las fuentes de agua dulce y de los océanos. Grandes extensiones de terrenos utilizados para actividades agropecuarias, se encuentran en avanzado proceso de degradación, con pérdida de fertilidad y, por ende, de su productividad. Las ciudades, los embalses para hidroelectricidad y riego, entre otros, generan también impactos sobre los ecosistemas.
Un tercio de las fuentes hídricas que sustentan la vida de 1.600 millones de personas están siendo sobrexplotadas; cerca de 1.800 millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua potable y unas 2.400 millones no disponen de instalaciones de saneamiento básico. Los océanos se han alterado en tal forma que el 41% registra una “huella humana” profunda, entre ellas la más grave es la acidificación de sus aguas, y sigue la larga lista.
No obstante lo anterior, tanto Rodríguez como Samper creen que no todo está perdido, y que la urbanización creciente en el mundo es una oportunidad para los gobiernos implementen planes y acciones funcionales que contribuyan a mitigar el Cambio Global. En la actualidad más del 50% de la población mundial habita en ciudades, Latinoamérica es una de las regiones más urbanizadas del mundo, ámbitos propicios donde se puede iniciar la transformación en los hábitos de vida y de consumo de sus pobladores, el gran cambio del cual depende el futuro de los ecosistemas planetarios. Ciudades como New York muestran hoy indicadores favorables en este sentido, tales como la reducción de los consumos per cápita de agua y electricidad; lo mismo está ocurriendo en China con la descontaminación atmosférica de las áreas urbanas, donde, según el New York Times, entre 2014 y 2018 se logró reducir en un 32% la concentración de partículas finas en la atmósfera.
Le puede interesar: Por un capitalismo social
Obviamente en Latinoamérica y el Caribe, donde el proceso de urbanización en el siglo pasado fue el más acelerado del mundo, la situación es diferente a la de los países desarrollados. En nuestra región el proceso de urbanización estuvo asociado a altos niveles de pobreza y miseria, que obligó a los inmigrantes a ocupar zonas de alto riesgo, donde se construyeron asentamientos carentes de infraestructura básica y de elementales servicios sociales, lo que ha creado situaciones de miseria y discriminación. Según estudios adelantados por el Foro Nacional Ambiental (citados por Rodríguez), en las 12 mayores ciudades colombianas los principales problemas socio ambientales son: la contaminación del aire, la falta de acceso al agua potable y el saneamiento básico, así como los riesgos de la población más vulnerable ante eventos asociados a avenidas torrenciales, inundaciones y deslizamientos. La solución de estos problemas es de la mayor prioridad para Colombia y nuestra región, como causantes de descontento y protestas, así como de la violencia y delincuencia que se genera en los asentamientos subnormales periféricos a las grandes ciudades. La gran transformación que reclama la defensa de los ecosistemas planetarios, requiere resolver la condición de marginalidad y pobreza de las poblaciones más vulnerables; esto sin olvidar la solución de los problemas del campo, originados en su mayor parte por la inequidad en la tenencia de la tierra, concentrada en grandes latifundios dedicados a la ganadería extensiva y a rastrojos.