Esto es algo que no puede pasar desapercibido y requiere de una vez por todas que el presidente Iván Duque tome medidas drásticas y contundentes que salven la vida de los líderes sociales.
Dolor, tristeza, desolación e impotencia son las reacciones que genera el impactante video del hijo huérfano de María del Pilar Hurtado, amenazada y asesinada por las “Autodefensas Gaitanistas de Colombia” al frente de su casa en el municipio de Tierralta, Córdoba. Los asesinos, sin importarles la hora 7:35 am, ni que la víctima se encontraba con uno de sus hijos de 9 años, dispararon dos veces con toda sevicia contra María del Pilar.
Los gritos desgarradores del niño, quien ante la mirada atónita -indiferente- de los vecinos y transeúntes de la zona, grita sin consolación “¿por qué, por qué?”, mientras el cuerpo de su madre yace sin vida frente a él. Si bien algunos tildarán esto como amarillismo y oportunismo, es algo que no puede pasar desapercibido y requiere de una vez por todas que el presidente Iván Duque tome medidas drásticas y contundentes que salven la vida de los líderes sociales. Como sociedad no podemos permitir que este crimen sea una cifra más en la larga lista de asesinatos contra una mujer y, además, líder social.
Al respecto, los números son escalofriantes: desde el 1° de enero de 2018 hasta el 30 de abril de este año han asesinado en el país a 317 líderes sociales, siendo los departamentos de Cauca, Antioquia, Norte de Santander y Nariño donde más muertes ocurren. A esto se suma el aumento de la violencia política en el país que, según el Centro de Investigación Popular Jesuita, registra en el país 648 homicidios. Todo esto explica la incomprensible y absurda cifra de que hoy 4.500 líderes sociales tengan custodia de la Unidad Nacional de Protección. Somos un país que es indiferente, permisivo ante la violencia y que aún ignora que una de las grandes causas del conflicto armado ha sido el cierre de espacios de participación política. En Colombia se sigue matando por pensar diferente y por exigir sus derechos.
Lo anterior es un reflejo de nuestros gobernantes quienes con cada intervención alimentan esta ira visceral contra el proceso de paz y contra quienes lo defienden, al tildarlos de “guerrillos” “comunistas” y “mamertos”. Por estos motivos hago un llamado urgente al presidente Iván Duque y a su bancada para detener el odio de una vez. Es necesario darle una oportunidad a este niño, una esperanza de vida, sin permitir que asesinen más líderes sociales.