No haga lo que han hecho durante décadas y más décadas sus antecesores, o mejor, lo que han dejado de hacer. Piense local si así lo desea, pero actúe global.
Pertenezco a la generación de “Baby Boomers”, esa que creció con la energética bebida criolla llamada “aguapanela”, como también lo hicieron mis hijos, jóvenes de la “Generacion X”, pero no los millennials ni centennials, quienes no la consumen y quizás jamás lo hagan, para preocupación de los 543 municipios colombianos en 28 departamentos, donde los trapiches son fuente importante de trabajo. Siempre se ha considerado la posibilidad del mercado externo para nuestra panela, y seguramente por ello, centenares de los nuevos alcaldes, y algunos gobernadores, incluirán en sus planes de desarrollo un estudio sobre la viabilidad de un programa de exportación del dulce producto de la caña panelera, estudio que al final será igual a todos los estudios que con el mismo propósito fueron contratados por anteriores administraciones. Pero sí es posible vender panela en el mercado internacional, como también borojó y chontaduro, además de confecciones, mermeladas, dientes artificiales y cálculos biliares, y cualquier cosa que se produzca en suelo colombiano, por inútil o mala que sea, pues así es el mercado global. Lo importante es cómo se debe proceder para lograr éxito en el desarrollo de un proyecto de exportación. Internacionalizar a un país, a una región, o a una ciudad, es tan fácil, que yo a continuación le diré al presidente, a gobernadores y alcaldes, cómo hacerlo, en este brevísimo manual de tan solo 700 palabras, de las cuales ya utilicé casi doscientas. Antes de empezar, un consejo sobre lo que deberían evitar decir nuestros mandatarios: “estamos en la mejor esquina del mundo, todos los países quieren invertir en Colombia, somos segundos en biodiversidad mundial, el aguacate Hass será más importante que el petróleo, nuestros diseños de moda los envidian en el Pret-a-Porter de Paris”; recomiendo que tampoco, al menos por ahora, hablen de la Cuarta Revolución Industrial, hasta que nuestra industria se recupere y avance un poco con lo que queda de la tercera revolución. Ahora sí, a mi manual. Primero, no contratar más estudios que digan lo que todos saben, como por ejemplo, que Urabá tiene un enorme potencial para la producción agropecuaria, y que debería diversificarse para dejar de ser región monoexportadora de banano; o que los cafés especiales y los que cuentan con denominaciones de origen surgen como la gran posibilidad de diferenciación de Colombia en el mercado cafetero mundial; o que muchos pueblos nuestros tienen amplísimas oportunidades para exportar confecciones siempre y cuando no se propongan competir con la mano de obra barata de Bangladesh. No hay que realizar más diagnósticos, no hay que gastar tanto dinero para que un experto -no necesariamente en el tema, pero sí en la realización de estudios- le diga a un gobernador que la agroindustria tiene enormes oportunidades comerciales en el mercado externo. No, lo que debe hacerse es muy simple: 1) sin duda -y me dirijo a los mandatarios- su pueblo, su ciudad, o su departamento, produce o puede producir un determinado producto con potencial exportador; 2) estudie casos de éxito nacionales y/o extranjeros -Benchmarking- relacionados con ese mismo producto; 3) defina alternativas de acompañamiento mediante cooperación técnica y económica internacional, y, 4) investigue condiciones de acceso a los mercados de acuerdo con los tratados de libre comercio vigentes. Si todo lo anterior le resulta bien, empaquete la información obtenida en un proyecto para que pueda ser promovido entre inversionistas nacionales y extranjeros, ya sea para la creación de nuevas empresas, ya como propuesta de cooperación pública-privada, ya para programas de asociatividad sectorial agrupando personas de la región para la exportación directa -o indirecta- por vinculación a cadenas globales de valor. Y tiene Usted finalmente, su proyecto, con una inversión mínima, salvo que el responsable del área haya sido contratado para pagar un favor político, en cuyo caso, ese funcionario desconocerá seguramente los temas que he propuesto, viéndose obligado por ello a pagar por la realización de un estudio, a un tercero, a quien probablemente debe reconocérsele otro favor político. Obviamente, si así ocurre, este manual no tendrá utilidad alguna.
Pero seamos optimistas. Usted tiene, señor mandatario, la certeza de un producto para la exportación, los actores que podrían acompañarlo, los recursos propios o ajenos para la promoción y desarrollo del proyecto específico, y un tiempo de cuatro años para implementarlo; entonces hágalo, no pierda tiempo creando comités, no pierda tiempo convocando a la prensa para hablar de inauguraciones que tendrán lugar cuando Usted finalice su mandato. En otras palabras, no haga lo que han hecho durante décadas y más décadas sus antecesores, o mejor, lo que han dejado de hacer. Piense local si así lo desea, pero actúe global.