Manías duras

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
7 noviembre de 2018 - 09:03 PM

La dipsomanía y la narcomanía, y puede que la ludopatía o ludomanía y otras manías duras como la erotomanía tengan su raíz en una suerte de experiencia religiosa trastornada, desorientada, accidentada, auto destructiva y truculenta.

La teología natural como investigación sobre lo divino y la religión es una actividad que no conoce grandes desarrollos en nuestro medio, pero ha rendido interesantes resultados en la tradición anglosajona. Consiste en la pregunta por sus temas desde una perspectiva objetiva. Un importante espacio para ella ha sido el legado de Lord Gifford y sus famosas conferencias que se han desarrollado por 100 años en varias universidades de Escocia. La intervención de W Thorpe en ellas, indagando sobre las diferencias entre la naturaleza animal y la naturaleza humana, son memorables pues al plantearse el tema concluye que una de las diferencias sustantivas entre animales y humanos es la pregunta por el sentido y el significado de los actos y de la existencia misma.

Lea también: Proyecciones

Ese enfoque ha coincidido con el desarrollo de la terapia conversacional de Viktor Frankl quien superó su confinación en campos de concentración en la segunda guerra mundial y salió a fundar la logoterapia o terapia dialógica, una versión contemporánea de la antigua relación de la filosofía con la medicina. Desde los presocráticos hasta el presente una de las preguntas esenciales de la filosofía es por la vida buena y de allí surge la conciencia de su lugar fundamental en una vida humana. Felicidad es entendida como posibilidad de eudemonía, buena relación con el daimon, el espíritu. La dipsomanía y la narcomanía, y puede que la ludopatía o ludomanía y otras manías duras como la erotomanía tengan su raíz en una suerte de experiencia religiosa trastornada, desorientada, accidentada, auto destructiva y truculenta.

Por un lado, las religiones monoteístas en particular se convirtieron en mecanismos descomunales de poder y destrucción masiva que, con su distribución igualitaria de la culpa, se volvieron desproporcionadas maquinarias de generación de ansiedad cultural, depresión social y personal. Por otro lado, el ser humano concreto ha necesitado siempre un sentido y un significado para su vida que esté marcado por unas experiencias al mismo tiempo sensoriales y cognitivas fuertes, profundas y satisfactorias para sus sentidos y su inteligencia. Si las religiones y los cultos religiosos de los últimos veinticinco siglos no ofrecen al ser humano eso, una necesaria y justa experiencia religiosa, él ha encontrado en el licor, los narcóticos, el trabajo obseso, la riqueza por sí misma, los dogmas o el juego, y hasta el consumo desproporcionado de alimentos o sexo, un distractor y un elemento proporcionador de sentido y significado.

Hay una teología natural en Alcohólicos Anónimos (A.A.) que ya el investigador Gregory Bateson supo leer y que constituye el núcleo de la cura por un renacimiento espiritual. Los fundadores de A.A. llegaron de manera directa e intuitiva a una solución para la enfermedad alcohólica que confirma esta teoría que reseño. Por ello mismo Carl Jung se dirigió a sus fundadores para reconocer esa dimensión acertada del tratamiento.

Vea: La ignorancia como tragedia

La secularización del mundo contemporáneo ha debilitado la dimensión religiosa del ser humano y esto ha incidido en muchos aspectos como dificultad para la fundamentación de la moralidad pública y para encontrar alicientes para la cohesión social. Es un hecho no solo demostrado por Thorpe sino por otros estudiosos del fenómeno religioso, ante la ausencia de espacios de su tipo y función los individuos y comunidades son más propensos a mesianismos y desviaciones de la experiencia religiosa. El ser humano debe preocuparse por alimentar y entender su naturaleza religante, ya sea siguiendo un culto, una religión “saludables”, o debe encontrar en el trabajo y el servicio su sentido y significado para la vida, de lo contrario se vuelve pasto tierno para las manías que menciono.

 

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