En las zonas donde el Talibán ejerce control social, las mujeres no tienen acceso ni derecho a educarse.
"Hoy me concentraré en los derechos de las mujeres y en su educación, porque son ellas quienes más sufren. Hubo un tiempo en que las mujeres activistas les pedían a los hombres que lucharan por los derechos de ellas. Esta vez, lo haremos nosotras mismas”. En el discurso de 2013 ante el pleno de Naciones Unidas, en Nueva York, Malala Yousafzai demostró que se había convertido en un símbolo de la lucha por el acceso universal a la educación y los derechos de la mujer.
Un año antes, miembros del Movimiento de los Talibanes Paquistaníes, un grupo armado islamista que tienen presencia en el norte de ese país, le disparó en tres ocasiones en su rostro. Malala sobrevivió y fue atendida en un hospital de Birmingham, en Inglaterra.
Sin embargo, los talibanes no asesinaron a la joven, sino que lograron lo contrario. Crearon en la Nobel de Paz una figura que inspira a millones de niñas alrededor del mundo y que lucha para que los 60.000.000 de niños que no tienen acceso a la educación, según Unicef, ingresen a ella.
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Ella es ahora una luchadora por la igualdad, la libertad y la educación y una promesa política para el futuro de su tierra, de la cual quiere ser presidente, como le dijo al periódico noreamericano ‘The New York Times’, para “invertir más dinero en educación en Paquistán”.
Para el Talibán, la mujer se limita a la procreación y a labores domésticas. La paquistaní Malala sufrió en carne propia la represión y el estricto régimen con el que el Movimiento Talibán, que llegó a su región en el 2003, entró a controlar y restringir la educación femenina, mujeres quienes, además, no pueden salir acompañadas sin un hombre y sin usar la Burka, una prenda que oculta el rostro de quien la porta.
Cerraron todas las escuelas femeninas y fueron autores del atentado, en 2014, en una escuela en Peshawar, al norte de la India, en la que murieron 145 personas, la mayoría niños. Fue el deseo de estudiar el que significó un enemigo para los radicales.
Su padre, Ziauddin Yousafza, la inspiró a luchar por sus derechos. A través de publicaciones anónimas editadas por él, Malala escribió para la cadena británica BBC las condiciones sociales en las que era sometida.
“El 9 de octubre de 2012, un combatiente talibán me disparó en la izquierda de mi frente. Le dispararon también a mis amigas. Ellos pensaron que las balas nos iban a silenciar, pero fallaron. Los terroristas pensaron que cambiarían mis objetivos y ambiciones, pero nada ha cambiado en mi vida excepto esto: la debilidad, el miedo y la falta de esperanza murieron. La fuerza, el poder y el ánimo nacieron”, recordó Malala en 2013.
Sin embargo, mientras occidente la aplaude, en su país es silenciada y, para el Talibán, es un objetivo militar y debe ser asesinada. Christina Lamb, autora del libro ‘Yo soy Malala’, le dijo a un medio de Emiratos Árabes Unidos “que hay otras en el mundo peleando por lo mismo. Ella está decidida a seguir su tarea. Malala no es la única”.
Tres días después de crear su cuenta de Twitter, ya tenía al menos 742.000 seguidores, demostrando que es una de las líderes sociales y políticas más influyentes del mundo.
El presidente Juan Manuel Santos le escribió por la red social “¡@Malala, bienvenida a @Twitter! Que este espacio amplifique su mensaje al mundo y le permita seguir defendiendo la paz y la educación”.
Curiosamente, es al único mandatario al que le ha respondido. En inglés, la joven paquistaní le respondió: “¡Hola, Presidente! Admiro su trabajo para traer la paz en Colombia. ¡Su país tiene maravillosas mujeres también! Ellas me envían lindos mensajes”.
Sus trinos se enfocan en mostrar la labor de su fundación, MalalaFund. Asimismo, el día de la apertura de su Twitter, la activista se graduó del bachillerato.
Ella escribió en el sitio web de su fundación: “disfruté mis años en la escuela (...), pero no puedo evitar pensar en las millones de niñas alrededor del mundo que no pueden culminar su educación”.
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Y agregó: “Prometo seguir luchando hasta que cada niña pueda portar un uniforme, empacar libros y caminar sin miedos a la escuela”.
Malala estudiará Filosofía y Política en la Universidad de Oxford, una de las más prestigiosas del mundo.
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