Y en medio de tanto sacrificio de transportadores, dependientes, aseadores, sacerdotes, etc., hay que destacar el papel de los ingenieros y sus equipos
Crisis como la que vive el mundo sirven para calibrar el manejo histórico de los países y sus regiones. Esto tiene un poco que ver con la madurez política de sus ciudadanos que es, ni más ni menos, el grado de conciencia para determinar qué prospectos le pueden ser beneficiosos. Nuestro Congreso no está mal remunerado, sino mal elegido. Por lo menos en gran parte, porque el único requisito que se tiene es poder ser elegido, y la elección casi siempre implica grandes inversionistas. Ahí es donde entra el gran pecado contra la democracia que es, todos a una; el dinero sucio, el narcotráfico, la ignorancia y la impunidad.
Y los organismos de control e investigación judicial no hacen bien su trabajo, quien sabe por qué razón. Se dedican a investigaciones imposibles, tratando de tipificar delitos inexistentes en gente buena, cuando deberían tratar de explicar de dónde sacan plata los “muchachos” de origen humilde que llegan sin nada a los cargos oficiales y salen con propiedades de millones de dólares, cómo hace una madre soltera de un barrio popular, que depende de un sueldo modesto, para de la noche a la mañana mudarse a uno de los sectores más exclusivos del país. No podemos seguir aforando por temor a quienes no cumplen con sus deberes éticos.
Lo nuestro en Medellín puede no ser perfecto, no siempre ha sido tan bueno como lo que tenemos hoy. Dentro de lo malo que traen las desgracias, hay que dar gracias por habernos cogido en buenas manos. Hay buena administración en nuestra región. El manejo de la pandemia que nos atormenta y nos deprime ha podido ser relativamente contrarrestada gracias a la buena planeación y a las estrategias adoptadas. Cuando todo el mundo pensaba en las ganancias, aquí se estaba pensando en la gente, cuando se dudaba acerca de la gravedad del problema aquí se tomó la decisión de prevenir.
La corrupción y el delito contra la vida no paran. No hay entendimiento que abarque la disposición a las malas acciones en medio de todo lo que nos está pasando. No es posible que haya quienes juegan con la vida de sus gobernados, no se justifica que un gobernador o alcalde trafique con alimentos y servicios que sirven para mitigar la miseria, cuando no hay espacio para conseguir recursos para el sustento. Con el debido respeto por sus funciones constitucionales y legales, hay que advertirles tanto a investigadores como controladores, que esta es la oportunidad para demostrarnos que están por encima de toda sospecha.
Pero también hay lugar para las gracias y los homenajes. En primer lugar, hay que agradecer la actuación de nuestras administraciones, pues tanto la Gobernación como la Alcaldía se han portado a la altura, deponiendo sus propios problemas. Ovación de píe para el cuerpo médico, de enfermeras, la laboratoristas e investigadores que, arriesgando su propia vida han salvado la de los demás. Y en medio de tanto sacrificio de transportadores, dependientes, aseadores, sacerdotes, etc., hay que destacar el papel de los ingenieros y sus equipos. Infinitas gracias a todos por sus esfuerzos para mantenernos vivos.