En Medellín se ultiman detalles para el Festival Internacional de Tango 2018, que se realizará del 18 al 24 de junio y que traerá visitantes a los establecimientos que honran este género y se resisten a desaparecer.
Evocando la época en la que Medellín era una meca del tango, Francisco Javier Ocampo recuerda que en los años 80 se contaban en la ciudad alrededor de 100 establecimientos para escuchar este tipo de música.
Ocampo es el propietario de la Casa cultural del tango Homero Manzi, que se fundó en 1988 y es uno de los pocos sitios que sobreviven en la actualidad dedicados a este género.
El experto reconoce que no es fácil mantener vivo un establecimiento u organización que se dedique exclusivamente al tango, entre otros factores por los costos que implica el funcionamiento, pero rescata el cariño de los paisas hacia esta música proveniente de Argentina.
Asimismo, recuerda que uno de los motivos por los cuales se redujo sustancialmente el número de establecimientos “tangueros” fue la “invasión” de locales comerciales que se presentó en el sector de El Hueco y que sacó de la zona a los lugares donde sonaba el género de Gardel.
Actualmente, estos sitios “tangueros”, aclara, no dejan tantas ganancias como en los años 80, “pero aún se puede vivir de ellos. Lógico que no son negocios que van a ser tan rentables como los de otros géneros musicales”. No obstante, resalta que el amor por el tango es el principal motor para tener en funcionamiento estos espacios.
Otras causas
La disminución en el número de estos establecimientos se debe a varios factores que se fueron sumando con el tiempo.
La violencia de los años 80 y 90 fue una de las causas, narra el escritor y docente Reinaldo Spitaletta. Así fue como “la inseguridad y la cultura de la mafia” fueron relegando a los locales que se encontraban en el Centro y en los barrios.
Pero los propietarios de algunos lugares se han dado a la tarea de superar todos los obstáculos e implementar las medidas necesarias para mantener con vida sus establecimientos.
Además de la Casa cultural del tango Homero Manzi, siguen funcionando en la Ciudad de la eterna primavera espacios como Adiós Muchachos, La Payanca, el Salón Málaga (que incluye en sus eventos otros géneros) y el Patio del Tango.
Carlos Rendón es el administrador de este último lugar, que nació en el Centro de Medellín en 1960 y en 1979 se trasladó a un sector de Trinidad, conocido como barrio Antioquia, donde permanece todavía.
Para Rendón, quien especifica que El Patio del tango funciona como bar cultural, estadero y restaurante, además de la violencia sufrida en los años 80 y 90 cuando “todos los negocios únicamente estaban funcionando hasta las seis de la tarde porque en la noche ya era peligroso, llegaron otros géneros musicales y fueron desplazando el tango”.
Entonces quienes frecuentaban los locales se fueron replegando hacia los barrios, y terminaron escuchando la música que tanto les gustaba, en tiendas, incluso en sus propias casas, en otra forma de compartir su afición.
Diversificar para sobrevivir
De acuerdo con el escritor Spitaletta, los establecimientos que se especializan en tango deben ofrecer diversas opciones culturales. “Los bares tienen que cambiar de esencia. El tango no es solamente para vender alcohol; es para presentar gente, hacer recitales, presentar libros que tengan que ver con el género, hacer charlas y conferencias”, recalca.
“Por eso han fracasado muchos bares, porque no se han adaptado a las nuevas necesidades culturales de la ciudad”, añade. Y las políticas adoptadas por lugares como la Casa cultural del tango Homero Manzi y El Patio del tango le dan la razón.
Hoy en este tipo de espacios se ofrecen actividades que abarcan distintos campos, entre ellos formación en baile.
De todas maneras, pareciera que los bares y lugares para el tango estuvieran destinados a no congregar a grandes multitudes, pues según afirma, estamos hablando de un género que “ no es masivo” porque “el tango es para la soledad, para escucharlo uno solo”.