Cada vez es más común que un niño desde temprana edad tenga acceso o acercamiento a diferentes dispositivos tecnológicos, que aunque parezcan inofensivos, pueden traer problemas y malos hábitos en su desarrollo.
Aunque a simple vista los diferentes dispositivos tecnológicos parezcan infaltables, necesarios e inofensivos en la vida, y atendiendo a la rapidez con la que cada vez más niños, niñas y adolescentes tienen acercamiento a ellos, es oportuno establecer unos límites y reglas desde el colegio y el hogar para evitar que la tecnología y estos dispositivos interfieran en el libre desarrollo de los pequeños.
Natalia y Daniel, son los padres de Tomás, un niño de 12 años que desde pequeño ha tenido acercamiento a consolas de videojuegos, pantallas y smartphone. Como padres han sabido poner límites y tener reglas claras y él ha sido responsable con su uso, sin embargo una experiencia que vivieron al mudarse a otro país prendió las alarmas en ellos, para darse cuenta que algo no andaba bien con el uso de la tecnología.
Meses atrás, esta familia decidió mudarse a otro país de Latinoamérica al que vieron como una nueva posibilidad de salir adelante; no obstante, diferentes razones hicieron que pronto cambiaran de opinión y terminaron por regresar a Colombia y continuar con su vida aquí. Una de las razones con más peso para tomar tal decisión, fue el cambio que comenzaron a percibir en su hijo. “Tomás llegó a un punto en el que comenzó a encerrarse en su cuarto a ver videos de Youtube, dejó de importarle lo que pasaba en el exterior, incluso dejó de importarle pasar tiempo con nosotros como familia, eso fue lo primero que nos alarmó”, afirmó su mamá.
Al pasar de los días, Tomás ya no encontraba interés en sus videojuegos y otras actividades a las que estaba acostumbrado a pasar el tiempo.
Sus padres, que siempre han tenido acceso a sus cuentas en internet, como las redes sociales, chats y dispositivos, comenzaron a buscar qué era lo que tanto atrapaba al niño y lo alejaba del mundo exterior.
“Buscando en sus cuentas, nos encontramos con un grupo de chat que tenía con algunos de sus compañeros de colegio de ese momento en el que compartían charlas, enlaces y videos sobre temas de tortura, autolesión y otras cosas extrañas. Inmediatamente comprendimos que esto se había salido de control y que en ese momento debíamos hablar con él”, comentó el papá.
Si bien fue una situación a la que le prestaron atención urgente y en la que ambos padres manifiestan que el diálogo frente a frente con su hijo ha sido la clave para que él entienda por qué no puede interactuar con personas como las de su grupo de chat, creen que es muy importante poner límites, dialogar y siempre estar vigilando los movimientos de sus hijos en los diferentes dispositivos o pantallas, pues en cualquier momento se puede tratarse de una situación más grave.
Casos como el anterior, se viven a diario en muchas familias y depende de la manera en la que los padres traten el tema y de las reacciones tempranas lo que finalmente define el curso de la historia. Pero, ¿qué dejan de hacer los padres de familia para que los niños, niñas y adolescentes estén cada vez más involucrados con la tecnología?
Para Javier Díaz, pediatra social especialista en derecho de los niños, es común que los NNA no sean ajenos a los avances tecnológicos y se puede observar que están expuestos a diferentes dispositivos y pantallas desde edades muy tempranas. Aunque a veces algunos padres lo hacen como método para que ellos no se aburran o se calmen, otros lo hacen para que aprendan e interactúen desde pequeños.
Sin embargo, el pediatra señaló que “debe tenerse en cuenta que la exposición a dispositivos de pantallas tiene efecto en los niños a diferentes niveles: por ejemplo, muchas veces se reemplaza el contacto humano para enseñar, no les ayuda a los niños a aprender a regularse, limita las posibilidades de socialización de ellos, afecta negativamente su creatividad y les puede exponer a contenidos inadecuados para su edad. La recomendación, entonces, es que antes de los 3 años de edad, los niños no se expongan a ningún tipo de pantallas”.
Además, en ocasiones hay actitudes de los padres de familia que hacen que no haya un control adecuado del uso de la tecnología. Sobre esto, la directora de la Agencia de Comunicaciones Periodismo Aliado de la Niñez, el Desarrollo Social y la Investigación, Pandi, Ximena Norato, dijo: “Los padres dejamos de hacer cosas para que esto suceda. Tenemos que entender que los niños los van a usar y que suprimir y quitarlos de su uso, podría alejarlos de lo que es el mundo hoy en día, pero enseñarles a comportarse y a relacionarse responsablemente con estos aparatos es un deber y consideramos que es también la forma en la que salvaguardamos su derecho a la información”.
Por lo anterior, es necesario que desde diferentes áreas sociales, como la familia y el colegio, conozcan e implementen nuevas formas de vincularse a la tecnología y a los contenidos con los que diariamente estén relacionados los niños, las niñas y los adolescentes al conectarse a los diferentes dispositivos tecnológicos. Actividades novedosas, propuestas del uso del tiempo libre y otros temas son los que advirtió Felipe Agudelo, psiquiatra de niños y adolescentes y docente de la Universidad de Manizales.
“Desde el colegio y desde el hogar hay que tener en cuenta primero la definición de la tecnología, que la tecnología no es más que un medio, un entramado humano de herramientas que sirven para fines del ser humano. En ese sentido, vale la pena dejar claros los fines para los cuales es usada y no como un fin en sí. Así, se debe construir desde la academia, y desde los mismos hogares, estrategias para que la tecnología propuesta apoye el desarrollo de una familia y acompañar la autonomía de un niño o de un adolescente, pero si la tecnología se convierte en sí, en una actividad única e irremplazable de las familias, en ese sentido ya no sería adecuado”.
Asimismo, Viviana Quintero, psicóloga especialista en tecnología y niñez de RedPaPaz, advierte que los adultos se encargan de decirles a los niños lo que no deben hacer, pero se les olvida decirles qué hacer. “Existen, por ejemplo, estrategias alternativas que podrían ser de gran utilidad, como ayudar a los niños a que conozcan plataformas que les permitan aprender robótica, códigos de programación, que son contenidos muy interesantes para los niños y que los van ayudar a ser otros usos de la tecnología diferentes a los que están acostumbrados, que son simplemente usos de consumo de contenido y de entretenimiento”.
Según la ONU, el 55 % de los jóvenes en latinoamérica han sido víctimas de ciberacoso.
Por ejemplo, prosiguió la psicóloga, “para algunos niños que les interesa ser youtuber, esa plataforma de videos cuenta con una escuela para youtubers y tiene un plan curricular que permite que los niños puedan aprender”, afirmó Quintero.
Las fuentes consultadas, coincidieron, a modo de conclusión, en que no se debe vetar a la tecnología y a los aparatos, mucho menos al internet, pero está claro que sí deben existir reglas, normas y límites para el uso de estos en los niños y adolescentes.
“Primero, no hay que satanizar las nuevas tecnologías; segundo, hay que verlas como parte de nuestra nueva vida cotidiana y por lo tanto tenemos que aprender a interactuar con ellas y los adultos estamos dejando de conocer y de saber qué es eso, pero también de ignorar que ahora hacen parte de nuestra vida cotidiana y que por lo tanto hay que poner reglas, normas, límites, de actitudes frente a las nuevas actividades y a entrar a formar parte de la vida de la familia”, puntualizó Norato.