Los estudiantes y Marx

Autor: Darío Ruiz Gómez
2 agosto de 2020 - 02:06 AM

El adoctrinamiento de los reclutadores está encaminado a demostrar que nada es puro ni limpio pues lo que están haciendo a través de sus adoctrinados es dar rienda suelta a sus odios personales contra la sociedad

Medellín

“Ha habido revuelta de estudiantes en el PC alemán. Desde hace dos o tres años multitud de estudiantes, literatos y otros jóvenes burgueses desclasados se han lanzado al Partido, han llegado a tiempo para ocupar la mayoría de los puestos de redactores en los nuevos periódicos que pululan y como de costumbre consideran la universidad burguesa como una escuela de Saint-Cyr socialista que les da el derecho de entrar en las filas del PC no con título de oficiales sino de Generales. Estos señores practican el marxismo, pero de la especie que se conoce en Francia desde hace diez años y del que Marx decía: ‘Todo lo que sé es que yo no soy marxista’. Y probablemente diría de estos señores lo que Heine decía de sus imitadores: ‘Sembré dragones y coseché pulgas’”. ¿Escribió esta diatriba algún uribista? ¿Lo hizo un reaccionario ultraderechista? En esta carta de Federico Engels a Paul Lafargue del 27 de octubre de 1890 se analiza con fina ironía lo que supuso la presencia de los estudiantes de la pequeña burguesía tratando de adscribirse al Partido Comunista el cual como reclama Engels debía estar únicamente conformado por esa nueva fuerza histórica que era el proletariado . Lenin llegaría a ser más claro respecto al intento de los intelectuales burgueses de “ser la voz de los oprimidos” recordándoles que esa voz solo es legítima en quienes hablan desde la opresión y el sufrimiento. Pero detrás de estas consideraciones está el escenario de unos grupos sociales degradados tal como visionariamente lo analiza Dostoievsky en su grandiosa novela Los demonios donde la derrota de la razón, la sustitución de Dios por un cruel Comisario, el surgimiento del terrorista y del terrorismo responden a la derrota de los valores espirituales y a la brusca caída en el profundo abismo que supone el nihilismo, la sin salida de una sociedad putrefacta. Necháiev el terrorista que escribió el espeluznante Catecismo del revolucionario repudiado hasta por el anarquista Bakunin expresa ese sentimiento de vacío existencial que se transforma en un odio enfermizo propio del estudiante dostoievskano reclutado en la franja más miserable del estudiantado pobre de Moscú. Necháiev personaje de la vida real que terminó asesinando a su camarada, dice en su Catecismo : “El revolucionario es un hombre perdido. No tiene intereses propios ni sentimientos propios. Todo en él está absorbido por un único y exclusivo interés, por un solo pensamiento, por una sola pasión: la revolución” ¿Cuántas engañadas estudiantes han muerto colocando una bomba? ¿A cuántos muchachos les estalló antes de tiempo el material destinado para un atentado? ¿Qué clase de pérfidos les reclutaron y los adoctrinaron? En esta novela el mediocre profesor Stepan Trofimovich y su hijo natural Nicolái y su amigo Piotr pretenden con su célula anarquista destruir la ciudad corrupta de funcionarios corruptos en que viven.

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Al llegar a clase una mañana varios de mis estudiantes me recibieron con la noticia de que uno de ellos se había suicidado “incapaz de resolver su fervor revolucionario con su condición de burgués” Dostoievsky incomparable escrutador de la condición humana se adentra con la piedad necesaria en las pestilentes tinieblas de la decepción y la pérdida de la esperanza, si Dios ha muerto todo está permitido: ninguna luz a la distancia para el perdido de sí mismo, ninguna voz de aliento desde la borrada imagen de la madre: el adoctrinamiento de los reclutadores está encaminado a demostrar que nada es puro ni limpio pues lo que están haciendo a través de sus adoctrinados es dar rienda suelta a sus odios personales contra la sociedad. La política ha sido sustituida por falsos mesías en las cuales no existe la heroicidad ni por supuesto la grandeza que posibilitaba una causa noble. Cualquier parecido con lo que nos está haciendo vivir nuestro populismo es mera coincidencia. Grandeza, heroísmo lo da el ejemplo de las familias que saliendo de Iquitos durante casi dos meses recorrieron la selva atravesando ríos, padeciendo calamidades hasta llegar a Florencia.

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