Cuando nos planteamos el tema de los derechos de los animales bien podemos empezar por recordar que la filosofía y el ser humano en general han tenido en los animales un referente obligado para pensarse. Los animales nos acompañan desde hace varios milenios, como ese indescifrable que hay en la alteridad, como alimento y luego de la domesticación nos proporcionan ayuda, compañía y hasta han sido aliados para la guerra. Aristóteles define el ser humano como animal y lo hace diciendo que somos racionales y políticos. Con el impacto de la generalización de la visión cristiana se pasó a pensar que, tal como lo dice el Génesis, el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios y se le dio la potestad de dominar a todos los seres. Durante muchos siglos se mantuvo esta visión y hasta el cuerpo humano fue objeto de una censura que podemos ver en el arte medieval. El arte grecorromano es rico y sensual en mostrar la piel, la musculatura y la belleza de nuestro ser biológico. La imaginería cristiana resume en lo demoníaco rasgos de lo animal para mostrarlo con cachos, pezuñas, cola y pelaje abundante.

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Con el Renacimiento vuelve el interés por lo que tenemos en común con los animales. Es el nuevo despertar de la humanidad a las preguntas por el origen, las pasiones y los sentidos. Con la Modernidad se va a acentuar la importancia de los animales. Es recordada la expresión de David Hume cuando afirma que tiene más en común con su perro que con los rudos marineros del puerto de Bristol. En el siglo XIX, con la teoría de la evolución, los residuos de la visión medieval y bíblica que despreciaba a los animales van a perder fuerza. Darwin ha contribuido a que sepamos que nuestras relaciones con los animales son muy importantes, porque nos han acompañado en el trabajo, en la guerra, en la diversión y en el hogar. Con el enorme desarrollo de las ciencias de la vida en el siglo XX ya hemos empezado a entender varias cosas que nos alejan de la naturaleza amenazada por la industrialización y el desarrollo de un capitalismo irresponsable. Hay la visión de un interesante movimiento ambientalista y ecologista que ya sabe reconocer en la naturaleza el tejido de nuestra vida. El empirismo ingles ha sido especialmente importante en rescatar lo animal y su importancia llegando a reconocer la existencia de un pensamiento animal.

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Un importante etólogo que empezó por estudiar aves fue Konrad Lorenz y llegó a obtener el premio Nobel y la Cátedra en Köenisberg que alguna vez tuvo Kant. La recuperación de la dignidad de los animales, las campañas para darles un trato digno de su importancia, por las analogías entre sus sistemas nerviosos, su estructura vital y la nuestra, es parte de un proceso mundial que reconoce la importancia del medio ambiente, la naturaleza y los seres vivos como compañeros de este viaje sideral. El mundo antiguo nos había dado ya una buena lección que se expresa en el valor educativo de la fábula que los incluía y el reconocimiento de sus valores. Laboriosos como las abejas, fuertes como los leones, leales como los perros, resistentes y nobles como los equinos, responsables como una loba con sus crías, libres y soberanos como las fieras de la selva, auténticos como todos ellos. Suena paradójico, pero es una realidad que los animales nos dan una lección acerca de lo más humano que podemos desarrollar. Entiendo el Derecho como una estrategia humana para el control de la violencia, de la agresión y de las pulsiones destructivas. Igual pasa con la defensa de los derechos de las minorías, de los niños, superar el estado de sumisión de la mujer o plantear el derecho de los animales.