Son escasos, por no decir inexistentes, los necesarios estudios sobre las conexiones de la agresividad tolerada, y hasta aplaudida, en redes sociales, y las actitudes abiertamente hostiles.
Hace ya 16 años, el 5 de mayo de 2003, las Farc asesinaron a los dos más comprometidos y visibles líderes de la Noviolencia en Colombia, el gobernador Guillermo Gaviria Correa y el exministro Gilberto Echeverri Mejía, su asesor de paz. A pesar de esfuerzos persistentes por cultivar la semilla de la noviolencia, el mundo, no sólo Colombia, asiste a la apertura de grandes brechas entre el ideal de forjar sociedades no violentas y la agresividad que niega los valores de diálogo y respeto que sustentan la filosofía de la noviolencia y forjarían la vida en paz. Ello, a pesar de que se han ensanchado las posibilidades de acceso al conocimiento y a los bienes de la cultura.
Firme en la renuncia a las armas y la agresión para resolver conflictos y diferencias en la sociedad, la Noviolencia, como toda cultura, ha fundamentado y expresado sus ideales en la construcción de un lenguaje que se propone decir la verdad para denunciar injusticias e iniquidades, no para irrespetar a las personas de quienes se discrepa. De allí la persistencia de voceros como Guillermo Gaviria Correa en enfrentar el mal en las sociedades, no a las personas que lo hacen. Tales propósitos se desvanecen en las condiciones actuales.
Uso de internet y redes sociales en la actualidad
Dieciséis años atrás, la experiencia de Internet era incipiente. Aunque existía ya la esperanza de que esa red evolucionara para ser el espacio público de una sociedad global, transparente y abierta, que se dispondría a forjar nuevos conocimientos, democratizando el acceso a los existentes y propiciando conversaciones en las que los participantes aprovecharan la conquista del derecho a la libre expresión para compartir ideas y buscar acuerdos que hicieran posible la vida en común.
La esperanza fue hecha realidad por expertos en tecnología que dieron vida a las redes sociales que hoy congregan a miles de millones de personas en el mundo (ver gráfico). Hasta la red con menos audiencia vincula hoy a millones de personas más de las que han logrado atraer los más importantes y notables medios de comunicación del mundo. El tamaño del impacto no se compadece, sin embargo, con el precio que por él han pagado principios y derechos culmen de la civilización y la democracia, como la Noviolencia -síntesis de todas las filosofías humanistas y civilistas de la humanidad desde el cristianismo- y la libertad de expresión -germen de la democracia y cuyo día conmemorativo se celebra cada 3 de mayo-. Prácticas corrientes en las redes sociales como el anonimato, usado como escudo para agredir y no como la protección del libelista para cuidar su vida, y el insulto hasta con procacidades, asaltan estos bienes que la humanidad busca conquistar haciendo para ello inmensos esfuerzos.
La degradación de la palabra en las redes sociales ha pasado de ser motivo de preocupación para los usuarios o para los formadores de adolescentes y jóvenes, para convertirse en objeto de estudio de académicos y hasta gobiernos, así como en objeto de interés de los órganos legislativo y las cortes de justicia. En Colombia, para no ir más lejos, cursan en la actualidad un proyecto de ley que busca crear un marco regulatorio para Internet y el estudio en la Corte Constitucional de tutelas acumuladas a través de las cuales los demandantes buscan ser protegidos luego de sentir que fueron abusados en Internet. Dirimir esta controversia es aún más complejo que definir los límites de libertad y responsabilidad en medios de comunicación, dadas las facilidades para el uso de redes sociales; el anonimato o la suplantación de identidad frecuentes en ellas, y la proliferación de delitos asociados a la incitación al odio, la obscenidad y pornografía, así como el acoso, que los administradores de espacios no pueden contener, a pesar de que en forma permanente están desarrollando normas e instrumentos orientados a tal propósito.
Las redes sociales han puesto normas para regular violaciones a los derechos humanos
Lo invitamos a leer: Un momento para reflexionar
La problemática de los abusos a la libre expresión en las redes sociales no es fácil de resolver. Mediante cuidadosos seguimientos al uso de dichas redes, investigadores, ONG y académicos del mundo han logrado demostrar el uso que grupos terroristas y voceros del discurso del odio hacen de ellas para reclutar nuevos miembros, como fue recurrente con Isis, así como para promocionar ideologías que se expresan en crueles agresiones a personas. Se han documentado experiencias, más que investigaciones, sobre el uso de redes sociales para perpetrar delitos contra una persona, siendo estoy muy grave. Son escasos, por no decir inexistentes, los necesarios estudios sobre las conexiones de la agresividad tolerada, y hasta aplaudida, en redes sociales, y las actitudes abiertamente hostiles en la sociedad, que empiezan a cobrar vidas humanas en hechos cotidianos, que no tendrían por qué haber derivado en gravísimos hechos que tienen que recordarnos que son múltiples los caminos de la Noviolencia que aún no recorremos, empezando por el de la formación de una cultura de respeto.