. Esta semana que finaliza dos grandes amigos partieron: Fabio Callejas Ramírez y Gabriel González Velásquez.
Llega uno a cierta edad donde ya comienza a ver a los amigos desfilar hacia ignotas lejanías. Dura etapa de la existencia cuando se mira a los lados y a diario van faltando más personajes de los que han sido compañeros de viaje por la vida. Esta semana que finaliza dos grandes amigos partieron: Fabio Callejas Ramírez y Gabriel González Velásquez.
Con Fabio, periodista de varios medios de comunicación de importancia, como que terminó su vida de reportero en Caracol Radio y de editor político, logré cultivar una buena amistad en épocas del proceso al expresidente Ernesto Samper Pizano. Fui, por ocho años, especialmente en esas épocas difíciles de nuestra patria, una de sus gargantas profundas. Entre él y Rodrigo Silva Vargas hicieron un trabajo espectacular para Caracol Radio en los álgidos momentos del proceso ocho mil. Allí cultivé la amistad con ambos. Fue la época que dio inicio a una camada de periodistas como Ernesto Cortés, Javier Contreras y Gerardo Aristizábal, entre otros, que han dado lustre al periodismo colombiano.
Guardé por Fabio Callejas aprecio, consideración y respeto. Fue un periodista íntegro, cultivó la verdad y la escudriñó con esmero. Fue siempre sincero con sus oyentes. Era persona de buen humor, siempre expresaba apuntes de fina factura y lo hacía con espontaneidad y buenas maneras. Murió a los sesenta y un años, relativamente joven. Paz en su tumba.
Gabriel González fue un rebelde desde su juventud. A finales de la década de los años sesenta del siglo pasado se le vio comandando las trifulcas que los muchachos inconformes expresaban en las calles de Medellín. Muy cerca estuvo de la juventud comunista y en esa escuela conoció y pulió su verbo de excelente tribuno. Gabriel fue siempre un gran orador político; de palabra fácil y frase mordaz. Nunca esperó tregua de sus contradictores, pero jamás se las otorgó a ellos. Lo conocí cuando después de sus inicios en la izquierda decidió ingresar al partido Liberal, haciendo parte del grupo que en Antioquia dirigía el doctor Federico Estrada. Allí hizo sus primeros pinitos en esta organización política, para después migrar al Directorio Liberal de Antioquia que presidía el doctor Bernardo Guerra Serna, donde estuvo por muchos años. Era una persona de profundas convicciones social demócratas. Defendía con ahínco la necesidad de un Estado regulador del mercado y la existencia de libertades individuales.
Gabriel, quien lo creyera, fue un peregrino, un correcaminos que vivió no solo en varios lugares de nuestra geografía nacional, sino que lo hizo en el exterior. De lenguaje fino y pluma aguda, controvertido y polémico. A Gabriel se le amaba o se le odiaba, frente a él no había puntos intermedios. Terminó sus días agobiado por una fibrosis pulmonar, que no le impidió ir hace un mes largo a comandar las huestes liberales en su adorada Dabeiba, donde libró su última batalla política, que le desencadenó la última batalla por su vida. Ambas las perdió, pero entregó lo último que le quedaba de su existencia a lo que él quería y en lo que él creía. Igualmente paz en su tumba y un abrazo solidario a Gladys, su esposa, a sus hijos, hermanos y a los dabeibanos que como yo, lo apreciábamos.
Esa es la vida, llegamos, estamos un instante y luego partimos definitivamente.