No dejemos pasar esta oportunidad y forjemos un liderazgo colectivo que nos ayude a sostener nuestras condiciones de vida.
Queridos amigos, llevamos mucho tiempo diciendo que el mundo vive huérfano de liderazgo. En este momento de cuarentena, en un viejo escritorio, la tarde soleada, la calma y el silencio, pensando en qué escribir para esta columna semanal en la que muy generosamente el periódico EL MNDO me abre un espacio, pienso en las lecciones que hasta el momento uno puede anticipar sobre la situación de la pandemia. Tantas cosas positivas en medio de esta situación tan negativa: muchos ya están hablando de esto, muchos ya están haciendo su propio balance y hasta todos coincidimos que el mundo no puede ser el mismo después que todo esto pase. Sin embargo, hay algo que me preocupa y que no deja de rondar en mi cabeza. Aunque el medio ambiente esté mejorando; aunque las personas estén volviendo a sus hogares como lugares seguros y forjadores de esperanza, aunque nos demos cuenta de que las profesiones son útiles y de que, ser médico, enfermera, ingeniero, administrador, etc., es más importante que ser youtuber o influencer, las instituciones y la institucionalidad se van a debilitar de tal modo que no van a tener los mejores dolientes capaces de sacarlas adelante. Se viene un colapso económico y, no veo líderes capaces de asumir el reto de sacar adelante un país bajo las nuevas condiciones que nos va a dejar la pandemia.
Si bien, el medio ambiente ha mejorado, las condiciones del aire y los recursos naturales están más recuperados y la fauna integrada al urbanismo, me preocupa que saliendo de esta situación todo esto se vaya al traste. El covid–19 ayudó a recomponer nuestra capa de ozono, a definir nuevas formas de trabajo, a darle el lugar que se merece la familia, a iniciar realmente una transformación digital. Cuando esto termine, tendremos los mismos cabildantes y gobernantes que tendrán que hacer que estas cosas se sostengan y perduren en el tiempo. Yo me pregunto si los concejales de las grandes ciudades del país ya estarán pensando y proponiendo las nuevas políticas públicas para garantizar la sostenibilidad social, ambiental y económica. Cuáles van a ser esas medidas que garantizarán que esto no se pierda. Cuántas pandemias más debe vivir la sociedad para caer en cuenta de la necesidad del cuidado en la sociedad. En fin, estas son preguntas que, con el horizonte limpio cualquier ciudadano se puede hacer.
Pensar en colectivo es la clave. Basta con ser un poco curioso para darnos cuenta de cómo cuando la humanidad ha atravesado situaciones similares, los liderazgos individuales fracasaron, los intereses partidistas quedaron de lado, los caudillos se escondieron, los intereses particulares y hegemónicos desaparecieron porque aparecieron líderes carismáticos, que con empatía lograron juntar una sociedad y, juntos, hicieron lo que tenían que hacer. Liderazgos colectivos, solidarios, capaces de desmontar sus propios egos para hacer que algo nuevo surja, se sostenga y perdure. Queridos amigos, quiero alarmarlos en este momento. Cuando todo esto pase, ¿las cosas serán iguales? ¿cómo debería reaccionar un conjunto de ciudadanos si ven que las empresas seguirán siendo agentes contaminantes, las ciudades colapsadas de vehículos que impiden su movilidad, hospitales descapitalizados, médicos mal remunerados, universidades poco integradas al proceso social del país? Vuelvo a decirlo, esta vez con más fuerza, ¿CUÁNTAS PANDEMIAS MÁS TENEMOS QUE VIVIR?, para comprender que necesitamos nuevos liderazgos capaces de afrontar estos retos. Queridos amigos, realmente es inspirador ver la solidaridad del pueblo colombiano y la forma como las empresas y algunas instituciones se han transformado en tan corto tiempo. No dejemos pasar esta oportunidad y forjemos un liderazgo colectivo que nos ayude a sostener nuestras condiciones de vida.