En buena hora, la Universidad Pontificia Bolivariana –UPB– está llevando a cabo una ennoblecedora tarea, la de publicar las obras de los buenos escritores antioqueños .
1. Los muertos que nadie llora
John Saldarriaga es un joven antioqueño, periodista y escritor, cuyo tema preferido es la novela policíaca, que ahora, las nuevas generaciones llaman “novela negra”.
En buena hora, la Universidad Pontificia Bolivariana –UPB– está llevando a cabo una ennoblecedora tarea, la de publicar las obras de los buenos escritores antioqueños – novela, filosofía, ensayo, poesía -; así, todos ellos alcanzan el renombre que se merecen, y los lectores no fallaremos en la escogencia de material para nuestra vocación lectora.
El propio autor nos ilustra acerca de su obra:
“Como una marejada, la multitud cada vez más numerosa de indigentes recorre la ciudad. Seres que van y vienen a contracorriente del sistema productivo y de la vida convencional, esa que dicta cómo se debe vivir y a qué horas se debe comer, reír y amar. Y en su recorrido incomodan a una sociedad que los niega, estigmatiza y evita su mirada.
“Una mañana de sábado, uno de esos seres marginales aparece asesinado. En días siguientes, otro es atacado, pero sobrevive. El fiscal Óscar Rosado decide ocuparse de esclarecer los hechos, que adivina vinculados, desobedeciendo una orden del Director Seccional de Fiscalías, un funcionario indolente, quien le argumenta que estos sujetos, los callejeros, son muertos que nadie llora y, además, como no pagan impuestos, añade, no tienen derecho a que se destinen recursos públicos en la investigación...”.
Es clara la percepción de que dicha novela, no solo debe estar en la colección “Policías y Bandidos” – UPB – sino que puede leerse con otras claves: lo social, lo judicial, lo que se denuncia, y al mismo tiempo, se protesta por ello; quizás lo educativo haga parte muy importante entre todos los argumentos que va desarrollando el autor…
2. Cancionero animal. Poemas
Es difícil adivinar que detrás de ese talante señorial de Olga Lucía Echeverri, de suave y respetuosa palabra, haya un agudo y desconsolado sentido del vivir, y un conjunto de experiencias que ella expresa en su lenguaje, más que poético, existencial.
Antes de leer el citado libro hice muchas conjeturas, tratando de entender el porqué del título de esta obra de Olga Lucía, la brillante periodista cultural y filósofa, tallerista y realizadora de programas radiales.
Este poemario que ahora leo con expectativa, no es el dulce padecer del verso lírico, ni el verso-protesta originado en el descontento social; es la dura imposición de reflexionar la vida y sus aconteceres, en metáforas y hasta en parábolas.
O en paradojas, como: “Estos ruidos escritos / silenciosamente / como pequeños dibujos / como pequeñas raíces/ que transportan una desconocida savia / que alimenta/ mi humano árbol…”.
O este de explícita reciedumbre:
“…se santiguarían y atragantarían / con mis pensamientos / tan salvajes como mi sangre”.
Sobre el nexo amoroso, dice:
“Nos resistimos / pero al final nada hay / más solitario / que amar”.
En el desconsuelo de la pérdida, Olga Lucía escribe:
“Un día ya no podré / -aunque quiera - / recordarte. / Tampoco estaré / aquí / donde tú faltas / desde hace tanto. / Tú, el despacioso /…. ¡qué afán tuviste / para morir!”
Es un poco extraño el libro: está escrito más que con el corazón, con el cerebro; no hay palabras poéticas ni frases de ensueño, es un manual para reflexionar la vida en los desencantos, las soledades, las pérdidas irreparables, los desencuentros, el dolor y la muerte.
Este es un texto sobre las palabras y el silencio, donde hay retruécanos y paradojas:
“El silencio / dicta mis palabras / como huesos sin médula /. Me pide que hable en lo que callo / y que calle en lo que hablo… ¿qué leerá quien tropiece con esto? /… ¿alcanzará a escuchar / el silencio pavoroso / que acampa en estas letras?”.
3. Del origen de la humanidad, la conciencia y el lenguaje.
El abogado de la universidad de Medellín –UdeM–, filósofo de la universidad Santo Tomás –USTA– y lingüista de la Universidad de Antioquia –UdeA-, Hernando Franco Bernal, es el autor del libro, cuyo título hemos citado. Es el producto del estudio, la reflexión y la investigación por los caminos que atestiguan la presencia del hombre en la historia. Rastrea conexiones en la física y la biología, y entre la conciencia y el lenguaje; la cultura moderna y su influencia en Latinoamérica. De su contenido destaco los capítulos: VI, sobre la ética; VII, sobre la hermenéutica; VIII, sobre la problemática de los valores.
En las primeras hojas del libro están consignadas todas sus realizaciones y todos sus méritos: el doctor Carlos Vásquez, ante la tumba del escritor y filósofo Franco Bernal, expresó:
“Su estamina, su energía, su resiliencia, su determinación para jamás entregarse ante la adversidad, hizo de su vida…..un ejemplo de lo que un hombre puede lograr, cuando tiene suficiente determinación para hacerlo”.