Con Leonardo se reafirma la dignificación de la existencia humana, en contraposición con la condición envilecida en que la habían sumido las creencias medioevales.
El próximo mes de mayo el mundo conmemorará los quinientos años de la muerte del gran genio florentino Leonardo da Vinci, símbolo del Renacimiento y paradigma del sabio universal, quien dominó todas las ciencias y las artes de su tiempo, además de que fue uno de los artífices del renacer de la teoría del conocimiento basada en la comprensión de la naturaleza, en contraposición con el pensamiento neoplatónico y escolástico que dominó todo el mundo medioeval.
Coincide esta conmemoración con el homenaje que un grupo de amigos estamos preparando al maestro Jorge Alberto Naranjo Mesa (JAN), recientemente fallecido, un gran estudioso de la obra de Leonardo. El homenaje básicamente comprenderá dos actividades académicas, a saber; 1. Edición de las principales obras de JAN, para lo cual esperamos contar con el apoyo de la Universidad Nacional-Sede Medellín, donde nuestro colega ejerció su magisterio durante cerca de 30 años, así como de otros centros académicos antioqueños a los cuales también estuvo vinculado JAN y 2. Una serie de conferencias sobre la vida y obra de JAN, donde se disertará, entre otros, sobre los siguientes temas y pensadores, tan caros a los afanes intelectuales de nuestro querido amigo: Vida y obra de Leonardo da Vinci, La hidráulica en la ingeniería, Elías Canetti, Frank Kafka, Gilles Deleuze y Malcon Lowry; adicionalmente Nicolás Naranjo hará una semblanza de su padre JAN. Por otro aspecto, Endeavor Expeditions está preparando para el próximo mes de mayo un seminario sobre Leonardo da Vinci, en el cual tendremos oportunidad de trabajar, entre otros, el libro de JAN Estudios de Filosofía del Arte, publicado por Ediciones Autores Antioqueños, en especial el Capítulo II, La Estética de Leonardo.
En esta primera columna me limitaré a bosquejar los aportes de Leonardo a la filosofía de la ciencia, dejando para más tarde al Leonardo científico, ingeniero, inventor y artista.
Para enmarcar el pensamiento renacentista, el renacer de la cultura greco-romana que rompió con el mundo neoplatónico-escolástico medieval, pensamiento del cual Leonardo fue su máximo exponente, debemos remontarnos a la dicotomía Apolo-Dionisio, el primero el dios griego de la claridad y la belleza, en contraste con la perplejidad y la desmesura dionisíacas. Apolo representa el límite, la forma, la cordura, origen de la ciencia y de las artes, mientras que Dionisio, nos oculta la verdad, entrando en nuestro ser a través del éxtasis y del vino. En medio de esta dicotomía, según Nietzsche en su Origen de la tragedia, el hombre griego logró desarrollar un “pesimismo afirmativo”, un pesimismo de la fortaleza y de la abundancia, tal como lo plasmó en la tragedia, la gran manifestación cultural ática.
Fue Sócrates, quien con su “hombre teórico” hizo desaparecer “el hombre trágico” de la antigüedad clásica: donde había sólo instintos Sócrates pone racionalidad, donde había música pone dialéctica. Las máscaras de los actores trágicos se vuelven una sola máscara, la máscara del discurso y de la conciencia moral. Bajo esta luminosa concepción socrática, la vida ya no es sólo digna de ser vivida sino, sobre todo algo que debe ser conocido. Ya no sólo se trata de salvar el alma para la vida eterna, como lo predicaba el cristianismo medieval, sino de salvar al hombre para convivir en armonía y gozo con la naturaleza. Este fundamento filosófico es el que rescata y recrea Leonardo.
Aunque se nos está acabando el espacio, una corta referencia al texto La Filosofía de la Ciencia en Leonardo da Vinci de Raymundo Morado, publicación de IIF-Unam, quien para introducirnos en el universo davinciano nos recuerda que cien años antes que Francis Bacon, Leonardo anticipó el empirismo filosófico y científico, lo mismo que por lo menos en 50 años predijo el heliocentrismo de Nicolás Copérnico. Por otro aspecto, el gran florentino anticipó el descubrimiento de William Harvey sobre la circulación de la sangre, así como la teoría ondulatoria de la luz.
El genio de Leonardo no tenía límites. Además de los hallazgos científicos atrás anotados, develó las leyes generales de la mecánica. Por otro aspecto, mediante sus exploraciones en el Valle el Arno permitió el desarrollo de la estratigrafía geológica, atreviéndose a datar la edad geológica de estos mimos estratos.
Antes de concluir intentemos entender cómo llegó Leonardo a ser el reconocido científico que todo el mundo admira, para lo cual surge la necesidad de un Leonardo filósofo, en nuestro concepto condición sine qua non para poder haber llegado a esta comprensión holística de la naturaleza. Lo que más llama la atención en las ideas de Leonardo sobre el mundo que le rodea es una especie de antropología natural, como contrapuesta al pensamiento medieval que consideraba al hombre como un ser por fuera de la naturaleza, para el cual su única esperanza era escapar de la materia envilecida por el pecado original. Ante esta concepción, con Giovanni Pico de lla Mirandola surge la idea, que asume Leonardo, sobre la dignidad de la existencia humana como parte integral de esa naturaleza despreciada y envilecida por el pecado, como lo sostenía el Medioevo. Esta ruptura, el gran giro cultural y científico, es el fundamento del Renacimiento y de la Modernidad.
Seguiremos con este apasionante relato sobre la vida y obra de Leonardo da Vinci.