La presencia de Ledezma es ocasión para explicar cómo ha sido el proceso de asalto del chavismo a las instituciones y mecanismos de la democracia de Venezuela.
La auto-liberación de Antonio Ledezma, como la ha llamado la valiente María Corina Machado, le da a la malherida oposición venezolana nuevas oportunidades para deshacer las diferencias que la han separado en los últimos meses y para hacer emerger su voz ante autoridades y organizaciones internacionales que aún no logran comprender la gravedad de la crisis en ese país.
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Con su claridad, el alcalde metropolitano de Caracas podrá explicar a un mundo confundido, y muchas veces desentendido, la forma como la persecución y amenazas del régimen chavista han conseguido minar la voluntad de unidad de las fuerzas opositoras. En tanto el dirigente ahora instalado en Europa, y sus aliados en la ONU y la OEA, consiga abrir caminos para la recuperación de la democracia y la reinstitucionalización, es posible crear opciones de reunificación en su propósito común de devolver la libertad a Venezuela.
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En sus primeras intervenciones, el alcalde Ledezma ha presentado la agenda de transformación con la cual las mayorías opositoras admitirían el diálogo con el chavismo. Él reclama la restitución de poderes a la Asamblea Nacional, lo que significa cesar la espuria asamblea madurista. También ha pedido la renovación del Consejo Nacional Electoral, señalando el error de la Asamblea Nacional al no apresurar esa medida que sería la única garantía de transparencia en las elecciones a realizarse en el futuro. Y ha señalado la importancia de exigir respeto por las libertades de expresión y prensa.
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Abierta la interlocución de tan importante personero de la democracia venezolana, le será difícil a la Unión Europea seguir exigiendo a los partidos de la Mesa de Unidad Democrática renunciar a estos mínimos principios de la democracia para participar en las negociaciones convocadas, todavía sin fecha posible, en Santo Domingo. Estas, ha recordado el exalcalde Ledezma, van a ser guiadas por los maduristas Ernesto Samper, José Luis Rodríguez Zapatero y Leonel Fernández, no, como tendría que ocurrir, por organizaciones imparciales como la ONU y la OEA.