Las redes y lo vulgar

Autor: Carlos Alberto Gómez Fajardo
9 enero de 2018 - 12:10 AM

Estamos cerca de lo que el genial novelista llamó “la invasión de los necios”: trivialidad, mentira, incoherencias, inexactitudes, vulgaridad

Hace un tiempo se conocieron unas interesantes observaciones de Umberto Eco sobre lo que a su juicio constituye uno de los problemas del uso de los medios informáticos actuales. Las redes -hoy son herramientas que parecen hacer parte de la naturaleza y de la rutina de millones de seres humanos corrientes- según el escritor italiano, comportan un drama: “el drama del internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad”. Estamos cerca de lo que el genial novelista llamó “la invasión de los necios”: trivialidad, mentira, incoherencias, inexactitudes, vulgaridad. Cada quien puede comprobar que su propio aparato celular es también el receptor de una  marea de realidades virtuales más o menos vulgares: imágenes, mensajes breves y extensos, textos, comentarios sobre lo divino y lo humano, noticias, recetas, videos. Lo que inunda nuestro celular requiere de  sesiones periódicas de limpieza y borrado. Estas sesiones de aseo informático son tan laboriosas que se corre el peligro de hacer muy difícil el discernimiento entre lo superfluo y lo importante, entre lo falso y lo cierto, entre lo que es sólo pérdida de tiempo y lo valioso. Con facilidad muchos pueden comprobar esto al realizar de modo rutinario la atarea de borrar archivos  guardados previamente de modo automático en la portentosa memoria de un celular común.

Vea también: Retos para salvar la democracia en 2018

Hay algo que se añade a esta marea en el mundo de la “post-verdad” y de la hipertrofia de los derechos y de la libertad de expresión interpretados de modo subjetivo por cualquier hijo de vecino: todos opinamos sobre economía, teología, medicina, cartas astrales, fútbol, derecho, política. Simplemente por el hecho de articular algunas palabras llegamos a creernos idóneos para decir o escribir cosas. En el caso concreto de las palabras en las redes, de escribirlas de modo menos que mediano: hagamos apenas mención a la destrucción de la ortografía y de las reglas gramaticales que también caracteriza a estas nuevas maneras de comunicarse e incomunicarse.

El diccionario se refiere a lo vulgar como lo que carece de novedad e importancia, o de verdad y fundamento. Vale esto para los lenguajes y actitudes, y para las imágenes que atropellan a diario al “homo informaticus”.

Con frecuencia –más que inoportuna- nos topamos con insultos, con palabras que hieren, con generalizaciones y referencias personales que bordean la calumnia. Como si todo ello fuese lo más natural. Como si reír al ver caídas de transeúntes ingenuos o torpes fuese algo terapéutico o noble: en realidad, la vulgaridad es apenas lo grosero, lo común, lo de mal gusto. Vivir en medio de ello no lo  convierte en garantía de valor, al contrario, expresa la grave confusión del valor con el antivalor. Un lodazal de confusiones y de desorientación.

Lo invitamos a leer: Homus informaticus, non sapiens

Nicolás Gómez Dávila, pensador que siempre se refirió a las fuentes originales del saber y quien no tuvo que lidiar con el internet advierte en sus Escolios: “La opinión vulgar no es la opinión del simple vulgo, sino la opinión del vulgo que pretende no serlo”; “Escribir de manera vulgar le garantiza hoy al escritor un amplio círculo de lectores” y añade: “Toda persona decente acaba lamentando la mayoría de los adelantos técnicos de  estos dos últimos siglos”.

En todo caso, bien valen la pena cada día unas horas de desconexión de la red y otras de celular apagado. Así nos libramos de una carga de vulgaridad, de desorientación y de mal gusto, carga que al parecer, se está convirtiendo en algo obligatorio: hay que despejar un poco la mente y el corazón, y para ello, es menester alejarse de lo común, tomar distancia de lo vulgar.

Compartir Imprimir

Comentarios:

Alfredo José
Alfredo José
2019-12-05 12:10:42
Excelente artículo.

Destacados

Carlos Vives
Columnistas /

Para adelante y para atrás

El Mundo inaugura
Columnistas /

EL MUNDO fue la casa de la cultura de Medellín

Mabel Torres
Columnistas /

Firmas y responsabilidad

Guillermo Gaviria Echeverri
Columnistas /

La desaparición de EL MUNDO

Fundamundo
Columnistas /

Mi último “Vestigium”

Artículos relacionados

Intemperancia verbal y exceso de ruido en las redes
Columnistas

Intemperancia  verbal y exceso de ruido  en las redes

Exceso de ruido, confusión, exacerbación de sentimientos de antipatías o de simpatías,

Lo más leído

1
Palabra & Obra /

Ciencia y humanismo en Leonardo da Vinci

Por qué Leonardo da Vinci es un hito de la humanidad en las artes, las ciencias naturales, el humanismo y...
2
Palabra & Obra /

El vice, una sátira contra el poder

La película de Adam McKay es la historia de un arribista maquiavélico
3
Territorio /

Hospital para Caldas tendrá una inversión de 45 mil millones de pesos

La obra constará de dos torres de siete pisos cada una y para la misma la Gobernación anunció aportes...
4
Derechos Humanos /

Las zonas más afectadas por el conflicto  

Investigaciones de las fundaciones Ideas para la Paz, Insight Crime, Paz y Reconciliación, el Real...
5
Columnistas /

¿Dulcecito o dulcesito?

El elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo… Este sufijo...
6
Religión /

El Papa, símbolo de la unidad entre la Iglesia y sus fieles

266 papas han fungido como símbolos de unidad en la Iglesia católica por siglos. Conozca como se...