En la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, una reflexión sobre el tratamiento que le dan el tango y el poeta Federico García Lorca
Es cierto, que debo empezar por las mujeres del tango, antes de hablar de las mujeres de Federico García Lorca, porque esta columna así lo indica.
Ahora bien, para presentar un espectro amplio de las mujeres en el tango, he decidido hablar del imaginario, que es la manera como se ha representado la figura femenina en esta manifestación cultural. Según el concepto de Michelle Perrot, “ellas son imaginadas, representadas por los hombres, más que narradas”.
Como dice Virginia Woolf “Sea lo que fuere, cuando un tema es discutible- y cualquier tema donde interviene el sexo lo es- nadie puede esperar decir la verdad. Sólo es posible referir de qué modo uno ha llegado a una opinión”.
Mi estudio empieza con las mujeres que abandonaron la casa, las rebeldes, la Percanta de Mi noche triste, la Milonguita, que vende su cuerpo, figura encarnada en La costurerita que dio aquel mal paso, de Evaristo Carriego y reconocida en algunos contextos como la búsqueda de la libertad. Está aquella que con su partida causó remordimiento porque se sintió como adorno, habita en el espíritu de Casa de muñecas de Henrik Ibsen, y la inmigrante, que se jugó su futuro en un albur.
Se puede continuar con la humillada que a su vez se venga del hombre, tratada por Ezequiel Martínez Estrada en Radiografía de la pampa y está en el imaginario como la perdición y la tentación, él mismo revierte la apariencia de la mujer sexi y divertida del cabaret, como un ser solo. También dijo que el sueño del pueblo rioplatense era tener mujeres santas, la novia, la madre y la esposa.
Es de rigor citar a una invitada incómoda, la madre soltera.
La pareja enlazada del tango, figura icónica, guarda el secreto del papel de la mujer con una presencia-ausencia, está ahí para obedecer los enunciados masculinos.
La travestida, jóvenes mujeres vestidas de varón para actuar.
La cancionista con figuración en los nombres de muchas intérpretes, papel permitido por los hombres, ya que su participación en la dirección orquestal, composición y ejecución de instrumentos fue ninguna. Pocas están en la fila de letristas.
Por otra parte, esa ola de inmigrantes, mayoría hombres, muchos de ellos rudos, germinó letras que daban cuenta del maltrato de género en todas las modalidades y como en tantas expresiones machistas, se ve la compasión por la mujer soltera.
Es bien importante, aunque fue minoría en el tango, la afrodescendiente, redimida en el candombe con la mamá vieja.
A propósito de las narrativas del tango, hay profusos lamentos venidos de los hombres por el engaño de sus mujeres.
También en las letras está presente Erato inspirando los mejores versos y pensemos que la renovación de la poética llegó de la mano de Eladia Blázquez.
Antes de cambiar de tema, pienso a la manera de Michel Foucault, que la historia de las mujeres en el tango no es una muestra de cuerpos vencidos, y que su paso por las letras remite a un ser que ha demostrado una resistencia permanente desde la rebeldía, pasando por el travestismo, hasta conquistar los más sublimes versos.
Lorca es pasión y conciencia. Las mujeres lorquianas revelan su resistencia trágica, en un mundo en el que persiste la lucha de las féminas por la igualdad de derechos. Ilustración de Federico García Lorca
Llegó el momento de dar residencia a las mujeres de Lorca con Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores: una joven producto de la vida de provincia, del prejuicio, que vio extinguirse su vida en un noviazgo indefinido.
Marianita Pineda, heroína que borda la bandera de la libertad y muere por ello en el cadalso.
Tal vez una de sus obras más conocidas es La casa de Bernarda Alba y sus hijas Angustias, Adela, Amelia, Magdalena y Martirio, quienes encarnan varios sentimientos y representan la condición de la mujer en la sociedad española de su tiempo. Bernarda caracteriza la represión y el autoritarismo.
En Bodas de sangre, la novia es la alegoría del destino en el que se juegan la vida y la muerte, en el ámbito de una sociedad rural.
También en una sociedad rural, vive Yerma, nombre que significa terreno sin cultivar y Yerma está triste y sedienta por su aparente esterilidad, con ella Lorca simboliza la fecundidad, el deseo de maternidad y el agua.
En La Zapatera prodigiosa se refleja la rudeza de una comunidad que destruye los anhelos de la mujer que quiere ir en contravía.
Lo propio del genio de Lorca está aquí:
“…Rosa la de los Camborios,
gime sentada en su puerta
con sus dos pechos cortados
puestos en una bandeja. (…)”
Veamos estos versos enigmáticos de Romance sonámbulo:
Sobre el rostro del aljibe,
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua. (…)”
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.(…)
Y en Thamar y Amnón,-pasaje bíblico- aparece la violación a una mujer:
“…Alrededor de Thamar
gritan vírgenes gitanas
y otras recogen las gotas
de su flor martirizada…
Violador enfurecido,
Amnón huye con su jaca. (…)”
Lorca es pasión y conciencia. Las mujeres lorquianas revelan su resistencia trágica, en un mundo en el que persiste la lucha de las féminas por la igualdad de derechos.