Porque una cosa es la democracia y otra el feroz anarquismo de movimientos guerrilleros siempre dispuestos a justificar el empleo de la violencia.
Cuando a Robespierre y a sus secuaces se les ocurrió sentarse al lado izquierdo de la Asamblea Constituyente francesa nació, se argumenta, la diferenciación política entre izquierda y derecha cuyas variaciones estarán sometidas a los diferentes contenidos que Marx y Engel y sus discípulos Stalin, Lenin, Trosky les darán posteriormente sobre todo a través de la justificación del terror como estrategia revolucionaria. Se supone que estar a la izquierda es estar de parte de una radical metodología revolucionaria para cambiar el Estado y dar paso a “una nueva sociedad” lema obsesivo para justificar desde entonces como lo recuerda el mismo Robespierre el uso del terror como un atajo para alcanzar “la virtud republicana”. Estados Unidos e Inglaterra demostraron que no se necesitaba de aquel macabro espectáculo de corte de cabezas, de patíbulos ensangrentados, de turbas de delincuentes manifestando su odio desenfrenado a toda conquista de la aristocracia; para construir una sociedad nueva y certificar la presencia de una ciudadanía que no sólo aspira a la equidad, igualdad de oportunidades sino a la libertad y a una legítima aspiración a la felicidad. Porque una cosa es la democracia y otra el feroz anarquismo de movimientos guerrilleros siempre dispuestos a justificar el empleo de la violencia. El surgimiento en la era del consumo y la cultura digital, del fake news y la crisis de los Partidos tradicionales tanto como de la guerrilla leninista ha llevado a que surja una llamada izquierda mediática como moda social, los pijo progre o ese rezago de lo que Marx llamó el lumpen intelectual dedicado a la maledicencia, la difamación o finalmente al oportunismo. Por lo tanto después del descrédito de los Partidos comunistas estalinistas o maoístas, de la crisis de los Partido populistas como Podemos en España ¿A qué se le puede llamar hoy izquierda?
Le puede interesar: La mentira reaccionaria
Humanistas de izquierda como Emilio Lledó, Félix Ovejero, César Rendueles son abiertamente críticos con cualquier populismo o nacionalismo, pero por su declarado anticomunismo ¿son de derechas Gustavo Bueno, Gabriel Albiac o Fernando Savater o Enrique Kreuze? Las FARC al ser incorporadas como Partido político al juego electoral han abierto un interrogante más que notorio y es precisamente el cuestionamiento de si son verdaderamente un movimiento marxista o simplemente un grupo de aventureros que han utilizado a su favor el uso de la violencia revistiéndola de retóricas revolucionarias, al menos los conocimientos teóricos de sus cabecillas no son otra cosa que un mondongo de lugares comunes y pocos por decir ninguno los intelectuales que han trabajado desde la clandestinidad con ellos como teóricos o “idiotas útiles” que hayan abierto la boca para ponerse del lado de Timochenko tal como deberían haber hecho y tal como las FARC se los debería exigir. ¿Qué se hicieron los 110 intelectuales de la llamada Marcha Patriótica, del Partido Comunista? Formados para el ejercicio de la intolerancia y la persecución de los “intelectuales burgueses” ¿Habían imaginado que su tarea por la Paz no es otra que incorporar al discurso de Timochenko, de Clara López el país que desconocieron, la cultura que negaron, el pueblo que han desconocido? Macron ha venido a recordarnos que ante la barbarie que pretende destruir la civilización es necesaria la respuesta de un vigoroso humanismo.