Julio Sánchez Cóccaro está de nuevo en la Pantalla chica en el papel de Salvador Romero, el papá de la protagonista en la nueva producción en las noches de Caracol Televisión, Amar y vivir .
Julio Sánchez Cóccaro es de aquellas figuras de la televisión colombiana que rompen con el estereotipo.
“Bogotano, con una postura crítica frente a los temas de actualidad y con el discurso arraigado de ser siempre firme y directo”, así se describe él.
En entrevista con EL MUNDO, el actor, director, profesor de teatro, músico, bailarín, esposo y afortunado abuelo de “dos bellezas”, contó sobre cómo llegó a la televisión, su técnica para construir sus personajes y hasta adelantó detalles de los proyectos que sacará a la luz en el segundo semestre de este 2020.
Muchos me dicen que cada vez me parezco más a mi papá (Omar Sánchez), honor que me hacen cuando me lo expresan. Hace 22 años él partió de este mundo y tuvo que ver mucho en mi elección por convertirme en actor.
Un día estaba sentado en la sala y me preguntó: “Jovencito, usted quiere actor”, muy serio él, como siempre lo fue, y yo muy tímidamente le dije que sí, pues me entregó un libreto y me dijo: “Siéntese ahí y se lo aprende completico”, era el papel de Felipe, el hermano de Efraín en la novela María (1972), en ese entonces no se hacían casting, ni nada, había mucha rosca y mi papá, quiero creer que vio en mí un potencial o no sé qué fue, pero me dio esa oportunidad, la de mi vida y acá estoy, muchos años después y sigo actuando.
Estoy convencido que de las mejores cosas que un padre le puede regalar a su hijo es darle el mejor ejemplo.
Me han pasado muchas cosas bonitas. Aún recuerdo cuando la televisión era satanizada, decían que todos los hombres actores éramos homosexuales y las mujeres unas prostitutas, pero con el tiempo se volvió ‘la última maravilla’.
Yo valoro mucho el actor que se prepara, que se preocupa por formarse, y yo he tratado de vivir de esta profesión haciendo honor a eso. En mi época, estoy hablando de mis inicios, hace mucho tiempo, ser actor integral era dificilísimo, ahora no solo estudian actuación, también piano, baile, hacen literatura y periodismo.
Formar actores no es tarea fácil. La verdad, yo tuve la ventaja que nací en una familia muy artística, y pude mostrar mis talentos en la música, en la danza y en la actuación a todo el país, y mi talento ha sido bien recibido, a lo largo de estos años, porque cuando yo estaba joven o se era actor o bailarín o músico, pero no de todo a la vez, así que sí, eso me ha hecho sentir un afortunado.
Me convence ser feliz cuando estoy actuando.
Enseñar del oficio es un privilegio para mí y me gusta mucho enseñar. He logrado mucho con mis estudiantes. Trabajo con ellos un método que yo llamo catártico y me han salido unos estudiantes talentosos, los jóvenes hoy tienen muchos talentos integrados.
Mi convicción es contagiarlos por hacerlo bien, siempre.
Para mí es vital la emocionalidad del personaje. A lo que más me dedico es a construir su línea emocional, de dónde viene, cuáles son líos con sus ancestros, por qué tiene estos u otros problemas, cómo es su relacionamiento con los demás, etc.
Yo construyo primero, digamos, lo que él siente, y después me dedico a construir las bases físicas del personaje.
Me convence crear ese fondo de las emociones en un personaje antes de interpretarlo.
El personaje en teatro tiene una característica y es tiempo y dirección, tienes un tiempo para hacerlo o representarlo, unos tres o cuatro meses, y una dirección que te va diciendo por donde vas bien y por donde no.
En la televisión hay mucha más premura, existe un perfil del personaje y el actor tiene que ir solucionando sobre la marcha. Me parece mucho más difícil actuar en teatro, porque en televisión te dicen: “No él viene así o actúa de esta otra forma”, y el actor tiene que solucionar mientras dicen: “Acción”; entonces, la mente tiene que ser muy ágil para ser creíble en televisión.
Ambos ejercicios son muy interesantes y distintos, estoy convencido de que valen la pena los dos, los amo.
A veces las circunstancias de la vida te llevan a vivir lo que no quieres vivir. Yo me identifiqué totalmente con esta historia de Amar y vivir. A mí también me ha tocado amar lo que no tenía que amar.
La trama tiene una parte circunstancial que a veces une a los protagonistas y a veces los separa. Y creo que la juventud de ahora va a entender muchas cosas de relacionamiento, va a aprender a que debe conocer muy bien al otro antes de enamorarse.
Además, la realidad del país está reflejada ahí, es una novela de los 80 y los jóvenes que están hoy tan activos en la política y en todo lo que nos toca como ciudadanos, pues van a ver cómo la nuestra es una realidad que viene cíclica desde hace varios años.
Yo he sido capaz de dejar lo que sea por el amor, cualquier cosa. Así ha transcurrido mi vida siempre.
Soy un convencido de que en la vida hay muchas cosas a sacrificar por el amor.
Estoy trabajando en un documental, la Última radionovela, que además del filme la ideas es que vamos a hacer un show de radionovela en vivo. Este proyecto es mío y cuento con unos personajes ahí maravillosos, Margalida Castro, Lucy Colombia Arias, Fabio Camero, Julio Medina, Manuelito Pabón y Julio Sánchez Cristo, entre otros.
El otro proyecto es Filemón, una serie web que estoy trabajando independiente, es una propuesta educativa, cada capítulo explora un valor y ando muy ‘encarretado’ ahí con Filemón.
Salvador Romero es el personaje que Julio Sánchez Coccaro interpreta en la nueva serie de Caracol Televisión, Amar y vivir.
Salvador es el padre de Irene (Ana María Estupiñán) y el esposo de la arrendataria del puesto de frutas más grande de la plaza. Salvador era un hombre fuerte, colaborador y amigable, amigo de todos en la plaza, siempre dispuesto a ayudar a sus vecinos y cargar los bultos de los clientes como el más fuerte y ágil de los coteros. Su gran sueño: ver a Irene convertida en una gran estrella de la música colombiana. Su principal enemigo: la bebida.
En su juventud y parte de su adultez fue integrante de tríos, mariachis y un par de agrupaciones musicales como segunda voz y guitarra. Pudo llegar a ser un intérprete famoso, pero su poca proyección artística y perseverancia en el campo musical acompañado de su problema con la bebida, lo fueron alejando poco a poco de sus aspiraciones artísticas. En la plaza arrancó como principal arrendatario del puesto de frutas y al final terminó como cotero, todo por culpa de la bebida.