Las consultas, una herencia de Galán

Autor: Nacho
17 agosto de 2019 - 02:08 PM

A 30 años del asesinato de este dirigente nacional, sus mayores aportes a la política colombiana fueron sus luchas por la democratización y la desclientelización de los partidos políticos.

Medellín

No sólo por este agosto del 2019 se están conmemorando 30 años del magnicidio del dirigente político Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinato que estremeció a la Nación y que fue condenado mundialmente, sino que también se están cumpliendo tres décadas del muy interesante proceso que condujo a que en marzo de 1990 se llevara a cabo la primera gran consulta popular de un partido político en Colombia para escoger su candidato presidencial.

Y Galán fue el actor principal de esta llamativa coyuntura política nacional de finales del siglo XX y hasta víctima de la misma porque murió en plena campaña para ese valido experimento de democracia interna partidista, el cual no pudo disfrutar y tampoco participar porque fue baleado cuando hacia proselitismo para la primera consulta popular de una colectividad en el país.
Hace 30 años, en pleno 1989, el principal debate en el campo de la política partidista era la democratización de las decisiones internas de los dos partidos dominantes de la vida institucional y pública de Colombia, el Liberal y el Conservador, en el esplendor del asfixiante bipartidismo, que a propósito del actual cacareado bicentenario independientista, nació poco después de la derrota española, se acentúo en la patria boba y conflictiva de las múltiples  guerras colombianas, que originó la sangrienta Violencia promediando el siglo pasado, que se disfrazó de democracia con el Frente Nacional que le cerró el espacio a otros colombianos alimentando la insurgencia guerrilla y que en ese 1989 rojos y azules se enfrentaron mano a mano por el poder político.

Tras el epílogo de la alternancia presidencial, los liberales derrotaron a los conservadores en sucesivas elecciones en el 74 y 78 con López y Turbay, pero en las entrañas rojas el llerismo se fue oponiendo a las costumbres clientelistas de un liberalismo que se fue convirtiendo en el partido mayoritario, en una maquinaria electoral muy aceitada y clientelista, favorecido por el creciente urbanismo y algunas sus propuestas populares, además de la consolidación de fuertes barones electorales regionales.

En las fuentes nutricias del opositor llerismo se formó Galán, quien no sólo parió un nuevo partido denominado Nuevo Liberalismo, sino que también lanzó su candidatura presidencial, se atravesó a la reelección lopista del 82, propició la derrota liberal a manos de los conservadores, y creó una profunda división en su partido que se extendió hasta el muy clave año de esta crónica política: 1989, con una tregua en 1986 para no entorpecer el triunfo liberal de Virgilio Barco, gobierno durante el cual se comenzó a gestar una enmienda a la Constitución de 1886 para reformar la política y modernizar las estructuras partidistas en Colombia. Fue así como se empezó a hablar del término consulta popular.

 

Las tres condiciones 

Ante la fuerte fractura liberal durante toda la década de los años 80 y la permanencia muy riesgosa del Nuevo Liberalismo, la dirigencia de este partido emprendió esfuerzos para la reunificación del oficialismo y el galanismo y de ese modo enfrentar la campaña presidencial de 1990, lo que se selló en la Convención Liberal de agosto de 1988 en Cartagena, en la que con un catalogado como histórico discurso Luis Galán reingresó a las huestes rojas.

Pero para aceptar su retorno al Partido Liberal, Galán puso tres condiciones básicas como recuerda el excongresista y exdirectivo nacional de ese partido Armando Estrada Villa, quien fue testigo presencial de esos episodios liberales.

La primera fue la batalla de frente contra el narcotráfico que estaba y sigue carcomiendo a gran parte de los estamentos básicos de la Nación. 

Lea también: Galán, 30 años después y un legado por cumplir 

La segunda fue poner fin a las relaciones clientelistas en la política y de los partidos con los gobiernos.

Y la tercera fue la institucionalización de la consulta popular para democratizar las determinaciones internas de los partidos, sobre todo a la hora de seleccionar a sus candidatos presidenciales.
Haciendo una retrospectiva de estas tres condiciones galanistas, se puede inferir que con las dos  primeras el país fracasó y con la tercera, la de las consultas, se puede admitir que fue un paso fundamental para corregir en algo las costumbres o vicios de los partidos políticos y es una herencia del galanismo que sigue vigente, pero en la mayoría de los casos mal empleada sobre todo por su propio gestor, el Partido Liberal, o lo que queda de él.

De las cinco consultas liberales en el ámbito nacional de las últimas tres décadas, precisamente la primera de ellas realizada en marzo de 1990, en la que Galán era favorito, fue la más exitosa, con una participación de cinco millones de colombianos, y le dio el triunfo a César Gaviria Trujillo.

Casi treinta años después el Partido Liberal, con una militancia de apenas 1.7 millones de votantes al Senado, está en manos de Gaviria Trujillo, quien para las elecciones presidenciales del año pasado cometió el grave error de permitir la peor y costosísima consulta liberal en la historia de este partido, pues no sólo se registró la más baja participación con apenas el 2.12% o con una abstención del 97%, sino que produjo una nueva división liberal alimentada por Juan Fernando Cristo, dizque reclamando democratización cuando ha sido uno de los mayores favorecido del partido, pero también por el marginamiento de Juan Manuel Galán, quien ante la tumba de su padre hace 30 años, le entregó a Gaviria las banderas galanistas que hoy con sus actuaciones ha arriado completamente.

No obstante, las consultas o primarias siguen aún muy vivas, están consagradas en la normatividad legal del país y han sido empleadas con éxito por otros partidos como la realizada el año pasado y que catapultó al desconocido Iván Duque a la Presidencia.

Pero la existencia y el empleo de ese legado galanista, desafortunadamente, no ha logrado el fortalecimiento de los partidos políticos en Colombia, pues esas formaciones siguen igual o peor de clientelizadas que hace 30 años y con un peligroso descredito y mala imagen ante la opinión pública nacional, que estremece y pone en riesgo la estabilidad democrática de Colombia.
 

Postulados dilapidados

La eterna galanista, la comunicadora y analista Claudia Posada, dijo que parte del pensamiento político de Luis Carlos Galán quedó plasmado en la Constitución Política de Colombia de 1991.
Pero advierte que si Galán viviera, si él fuera un congresista rodeado de los de hoy, estaría horrorizado de cómo los representantes de los partidos políticos (que empezaron a desnaturalizarse desde el Frente Nacional) siguen desconociendo la democracia como derecho a ser la auténtica representación del pueblo que los elige y a la conquista de la equidad social y la igualdad educativa.

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