Durante algunas visitas a Cali tuve la oportunidad, hace ya muchos años, de conocer a un poeta, profesor de una Universidad y quien abiertamente me confesó su cercanía con el Secretariado de las FARC. En una Feria del Libro celebrada en el Campus de esa Universidad se incluía una conversación de los dos sobre el papel de la poesía en la sociedad, al medio día hablamos amistosamente. Llegado el momento yo me referí al papel que la poesía jugaba en mi vida y a la necesidad de que estuviera presente en un mundo dominado por a mezquindad. El poeta se levantó cuando llegó su turno y dirigiéndose al público dijo, sorpresivamente: “Ahí tienen a este paisa con las manos manchadas de sangre pues con el nuevo Presidente paisa se ha iniciado la más tremenda represión contra las masas trabajadoras” Y continuó su perorata acudiendo a los consabidos clichés sobre los paramilitares, el imperialismo asesino.  Cuando terminó dije a los presentes que yo había venido a hablar de poesía, que me sentía agredido y por lo tanto me retiraba del salón. Para sorpresa del poeta y sus aceitados bucles la gente salió detrás de mí. En seguida me alcanzó una señora quien se ofreció a sacarme de allí.  Recordé esto al leer en “El Espectador” – 13- 6-2017- que Timochenko ha declarado que de aquí en adelante sólo la palabra será su arma. Marx, recuérdelo Londoño, mostró la relación directa entre lenguaje e ideología política: ¿Cuál puede ser la palabra de quien hasta hoy ha vivido dentro de un intransigente dogma político?  Las peroratas de Fidel Castro solo sirvieron para hacer dormir de tedio a unas masas “proletarias” de origen campesino. Y ¿Qué tal las alucinadas cacofonías de Maduro evidenciando el hecho de que se desfondó para siempre su cantinflesco populismo? Víctor Klemperer sobreviviente de los bombardeos de Dresde, gran filólogo, escribió un texto de indispensable referencia: “El lenguaje del Tercer Reich”, clarividente análisis de la conversión del lenguaje humanizado en la virtud de la confianza; en consignas alienantes que destruyen la consciencia de los individuos y los convierten en masas vociferantes. ¿Cómo podrá Londoño, alias Timochenko y sus intelectuales comenzar a desmontar el lenguaje del totalitarismo y hacerlo permeable a la experiencia real de niños, indígenas, afrodescendientes, gays? ¿No tendrá qué reconocerlos como los seres humanos a quienes les negó su identidad a nombre de una infame idea de revolución? Al despojarse del alias y recuperar nombre y apellido ¿No nacerá en cada exguerrillero la responsabilidad moral que los hará reconocer como individuos?

Lea también: http://www.elmundo.com/noticia/La-muerte-del-pensamiento/351424

El desmonte de un discurso totalitario que negó el derecho al pluralismo político ¿No supone  la autocrítica en  quienes han vivido  prisioneros de una palabra vigilada  que  les prohibía pensar libremente?  La libertad comienza por un lenguaje insumiso a todo dogmatismo. “La ausencia de justicia, recuerda Bauman, destruye el camino hacia la paz” Pero algo me preocupa cuando Victoria Sandino al definir el nuevo feminismo fariano nos anuncia la “construcción de una nueva masculinidad”. ¿Le cortarán los bucles al poeta y perderá su inspiración “revolucionaria”? El haber vivido fuera de la libertad conduce a muchos desvaríos, sobre todo al tener que arrastrar un lastre tan  antimoderno : el cadáver del comunismo.   

Además: http://www.elmundo.com/noticia/La-crisis-del-lenguaje-politico/350947

Comentarios:

augusto
2017-06-19 08:21:25

La palabra solo ha servido para encender la guerra, de hecho el mesaje de vida dice que en el principio es el verbo, pero los difamadores lo cambiaron a en el pricipio es la palabra y con ella han encendido al mundo; y los que no la cambiaron no entienden que es el verbo, ley creadora, ¿Crean los sacerdotes, ministros, capellanes militares que bendicen las armas con las que se mata a los semejantes? no comprenden las palabra del Cristo "viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí" si, no conocen ni al Padre ni al Hijo. Adoran un "dios" impostor.

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