Hay candidatos que muestran escenarios diferentes. Acá no se trata de ser “impopulares”, se trata de ser buenos, de tener recta intención, de hacer el bien por encima de todo y de buscar lo mejor para los ciudadanos
En esta semana nuestro país vive un período más de elecciones regionales. Hemos visto muchos debates, hemos escuchado las diferentes propuestas y, por supuesto, hemos visto el juego proselitista con prácticas de todos los calibres, desde lo más loable y bondadoso hasta lo más ruin y negativo. Nada nuevo pensaran ustedes que me leen, y sí, ya no es nada nuevo, a eso nos tienen acostumbrado los partidos políticos en Colombia. No sé si quienes estaban aspirando a las gobernaciones y alcaldías se han percatado de los acontecimientos que se vienen dando a lo largo de América Latina y donde Colombia también es protagonista. En los últimos debates pareciera que muchos de los candidatos, por estar dedicados a la campaña seguramente, no se dan cuenta que recibirán territorios donde la protesta social crece. El caso de Chile ya resuena en muchos ambientes académicos como una salida válida a las crisis sociales. Vemos un país donde la amenaza latente de la protesta se nos ha convertido en el día a día. Transportadores inconformes por las constantes alzas de la gasolina, los peajes y la canasta familiar. Profesores que aun piden mayor claridad en los concursos del magisterio y mejoras en las condiciones salariales. Guardias de las cárceles cansados de ver como el delito es patrocinado y la confabulación de las cárceles crece. Un poder judicial colapsado, cansado y desprestigiado. Estudiantes que gritan porque les están robando sus universidades, los están estigmatizando y les están violando su derecho a la educación. Entre otras uno puede señalar más problemáticas y sectores cansados, indignados de ver esta inequidad.
Sin embargo, aunque esto suene cliché, LA SOLUCION ESTA EN NUESTRAS MANOS. El voto es la posibilidad más alta que tenemos para hacer una real transformación, una revolución de fondo. Vemos a muchos obsesionados defender ardientemente a sus candidatos, ¿para qué? Para seguir igual, para ver pasar una sociedad que cada día se indigna más y que es, por la indiferencia al voto, maltratada. Tenemos en este momento en nuestras manos la posibilidad de construir una nueva historia, una que le de paso a una generación que ha comprendido que no se pueden replicar los errores que se han cometido hasta el momento. Yo aprovecho este espacio para plantear mi opinión al respecto. Me cansa ver candidatos hacer campaña con las ideas de sus patrocinadores. Me cansa ver candidatos que replican las amañadas prácticas de políticos anquilosados y obsoletos. Me cansa ver candidatos que se hacen el llamar el de fulanito de tal, empeñando su pensamiento, su misma vida. Me cansa ver candidatos desconectados de los problemas reales de la sociedad. Me cansa ver instituciones de la sociedad civil haciéndole el juego a esos candidatos. Me cansa ver partidos que actúan más como sectas religiosas que como partidos políticos. Me cansa ver gobernantes haciendo campaña, alardeando eficiencia cuando no fueron capaces de conectarse con la sociedad. Me cansa ver debates como los que se dieron en esta campaña, con ultrajes, debates donde la decencia se perdió, donde la continuidad ahora era el caballo de batalla. Me cansa ver un pueblo angustiado por un color, un caudillo o partido. Me cansa ver familias destruidas, amistades perdidas sólo por defender a estos candidatos. No se ustedes, pero esta campaña política me dejó cansado, agotado de tanta mentira, de tanta falacia, de tanta traición; mientras tanto, los estudiantes siguen en protesta, en la última semana se han adjudicado importantes proyectos de infraestructura a dedo, se sigue agotando el país y la gente, sin más remedio, vuelven a refugiarse en aquello que los logra hacer escapar de esta cruel situación. No es tan sencillo decir que mientras América Latina protesta, acá estamos concentrados en un programa de televisión.
Hay esperanza, hay caminos y personas que indignados saben que no podemos seguir replicando las conductas de una generación cómplice, que se perdió en las manías de la corrupción, que abandonó la ética como norma de vida. También hay candidatos que muestran escenarios diferentes. Acá no se trata de ser “impopulares”, se trata de ser buenos, de tener recta intención, de hacer el bien por encima de todo y de buscar lo mejor para los ciudadanos. Candidatos que en verdad creen que si superamos la brecha de la educación le daremos paso a un canal efectivo de soluciones y de una generación capaz de afrontar los retos que hoy tenemos como país y de solucionar lo que una generación de corruptos hizo. Hay esperanza y está en nuestras manos. Como en la caja de pandora, esperemos que esta sea la última que se pierda, porque hasta ahora hemos perdido mucho.