Ahora se puede afirmar que la ley es, simple y llanamente, lo que les sirva y les convenga a los terroristas de las Farc.
Cuando se ven tantas personas tratando de encontrarle explicación a lo que pasa con la justicia colombiana, al expedir sus altas cortes sendos fallos a favor de un narcoterrorista como es el señor Jesús Santrich, es pertinente volver a las palabras de quien es tal vez el más connotado pensador de nuestros tiempos, el historiador Yuval Noah Harari, quien plantea en su libro Homo Deus (2016) que el triunfo de unos humanos sobre otros recae en quienes son “capaces de cooperar de manera más eficaz” (p. 153).
Y trae Harari a colación un ejemplo inquietante. Dice que, en 1917, el partido Comunista ruso solo tenía 23.000 integrantes en un país donde ya habían más de 180 millones de almas. Es decir, era una minoría insignificante que no llegaba ni al uno por mil de la población. Pero esa minoría impuso la Revolución Bolchevique y gobernó ese país —y gran parte del mundo— por más de 70 años, asesinando a más de 100 millones de personas.
De acuerdo con el historiador, semejante éxito solo puede entenderse por la capacidad que tuvieron los comunistas rusos para crear redes de cooperación mucho más eficientes que las de las élites gobernantes, y para organizar adecuadamente tanto a sus viejos agentes como a sus nuevos prosélitos.
¿Será exagerado, acaso, pensar que la justicia colombiana se está comportando, cada vez de manera más abierta y descarada, como una eficiente red de cooperación del marxismo en Colombia? No en vano se ha hablado bastante, en los últimos años, de la politización de la justicia, al grado de parecerse a un partido político, pero lo que no se había querido admitir con certeza era su izquierdismo radical.
No es nada nuevo que nuestras altas cortes produzcan fallos a favor de las guerrillas. Basta recordar que la Corte Suprema de Justicia no consideró como pruebas los computadores del terrorista alias raúl reyes a pesar de que un experticio científico de Interpol certificó que la información era auténtica y que no había sido adulterada en la cadena de custodia. También, que el Consejo de Estado ha condenado a la Nación a pagar indemnizaciones a las víctimas de horrendos hechos como la masacre de Machuca, donde el Eln incineró a 84 personas, y la de Bojayá, donde las Farc asesinaron a 119, al igual que el carrobomba del club El Nogal, donde murieron cerca de 40 personas.
El país ha quedado absorto con los argumentos que esgrimen los magistrados, casi siempre culpando al Estado por no prevenir los hechos y exculpando a los criminales de forma asombrosa. Y si bien ha habido argumentos discutibles, las decisiones más recientes han ido un paso más allá, llegando al extremo de poderse afirmar que ahora la ley es, simple y llanamente, lo que les sirva y les convenga a los terroristas de las Farc. Las altas cortes se convirtieron en sastrerías del narcoterrorismo marxista, al que sirven obsecuentemente sin la menor vergüenza, y para ello no les importa contradecirse unas a otras y ni siquiera que se choquen entre sí sus propias salas.
¿Cuál es la mitad más uno para definir el voto mayoritario en el Senado? La cifra que le sirva a las Farc. ¿En qué momento adquiere fuero un congresista? En el momento en que le sirva a las Farc.
Todo parece indicar que son ingenuas las conclusiones de algunas personas en el sentido de que al darle el Consejo de Estado fuero parlamentario a Santrich sin haberse posesionado, como lo exige el artículo 122 de la Constitución Política, le arrebató la competencia para investigarlo a la espuria Justicia Especial para la Paz y lo puso en manos de la Corte Suprema, que podría extraditarlo por narcotráfico. La verdad es que eso es pensar con el deseo y riñe claramente con la inclinación que hoy ostentan nuestros jueces.
Ojalá fuera cierto y nos devolvieran algo de la confianza perdida en las instituciones extraditando al mafioso, aunque ya es un hecho que lo veremos posesionado como congresista, lo que todo parlamentario decente debería rechazar absteniéndose de ingresar a las plenarias en las que el narco esté presente, cosa que harán muy pocos, desde luego. Ah, y hay que entender una cosa: estas no son concesiones a la mafia sino al comunismo.