Los hechos más notables en la aburridora campaña en Medellín por ese cargo fueron los doce competidores electorales, la propaganda negra y la guerra sucia, los estragos de las encuestas y que podría haber una alta votación en blanco.
La impresión generalizada en la ciudad es que muy pocos se atreven a decir con certeza quién ganará este domingo la Alcaldía de Medellín.
Si fuera por las alocadas encuestas los favoritos no saldrían de los candidatos Alfredo Ramos, quien las ha venido liderando, pero respirándole en la nuca el sorprendente Daniel Quintero y con alguna posibilidad de propinar un golpe final la opción de la administración Santiago Gómez.
Entre tanto, esas mismas estadísticas electorales han causado grandes estragos en los otros candidatos que figuran en el abanico de aspirantes, pero Juan David Valderrama, Juan Carlos Vélez y Beatriz Rave, entre los principales rezagados, no se resignan a los bajos porcentajes y confían en su trabajo de campaña y en que el electorado de la ciudad derrotará a los sondeos en las urnas en la verdadera encuesta de carne y hueso de este domingo de elecciones.
La desconfianza en las encuestas entre muchos electores y hasta en tradicionales expertos, se debe a lo ocurrido hace cuatro años. Las matemáticas daban como fijo al uribista Juan Carlos Vélez Uribe, quien al final sucumbió con el palazo que dio Federico Gutiérrez, quien también superó a candidatos como Gabriel Jaime Rico y al exalcalde Alonso Salazar, quienes a lo largo de esa campaña estuvieron fluctuando con posibilidades de disputar el Ejecutivo de Medellín, pero pincharon en la etapa definitiva de los comicios.
Esa incertidumbre es la que tiene a más de uno en ascuas sobre quién jurará como mandatario de la ciudad en enero y es hoy la pregunta del billón para responder con alguna certeza.
Obviamente Ramos, Quintero y Gómez aparecen como favoritos, pero no se sabe quién cantará victoria de los tres. El electorado puede hacer quedar muy mal a las estadísticas como ya ha ocurrido y también en otras latitudes del planeta.
El prestigio de una herramienta tan crucial y de tanto impacto en el comportamiento del elector como son las encuestas, está en juego este domingo y si fallan las empresas que las elaboran quedarán valiendo muy poco.
Los candidatos
El uribismo, que no ha sido profeta en su tierra, pues desde que su mentor Álvaro Uribe Vélez fue alcalde tres meses comenzando los años 80 del siglo pasado, no ha vuelto a conducir administrativamente a la capital de Antioquia, vuelve ahora a dar la pelea por ese cargo.
En el 2015 estuvo muy cerca de lograrlo con Vélez Uribe y esta vez lo intenta con el delfín Alfredo Ramos, de muy reciente ingreso al trajinar político, pese a ser hijo del exalcalde, exgobernador y exsenador Luis Alfredo Ramos y rodeado de las principales castas de la política clásica de la ciudad, que no ha podido saborear hace ratico una gran victoria electoral en esta urbe.
El dolor de cabeza o el Federico Gutiérrez del uribismo se llama ahora Daniel Quintero, un joven que apenas irrumpió con alguna fuerza en la vida política de la ciudad el año pasado, cabalgando en la oposición a los problemas constructivos de la costosa Hidroituango y contra el manejo de la sensible joya de la corona, como se le cataloga a las EPM.
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Está adelantando una campaña contra los jefes y los partidos políticos, enarbolando una fuerte candidatura de corte independiente, pese a su origen y pasado conservador y después a su sorprendente militancia liberal y cercanía con la Casa Gaviria, pero la de Pereira. Pero fue el apoyo presidencial a Gustavo Petro en el 2018 y al proceso de paz, el que más canas le ha sacado y que ha sido empleado por sus rivales en la más intensa campaña y propaganda sucia y negra contra un candidato, que hace dos años era casi invisible en la ciudad, pero que en la actualidad tiene hablando a todo el mundo, pero con mayor preocupación a sus dialécticos uribistas, a quienes tiene sudando.
Si las huestes del expresidente vuelven a fracasar en las urnas medellinenses, eso significaría casi su entierro, pues cada vez se acerca el alejamiento de la política activa y a que viene perdiendo fuerza e influencia nacional y territorial.
El gobierno de la ciudad se la jugó en la continuidad con el exsecretario de despacho Santiago Gómez, quien está al acecho de los dos favoritos, a la espera de un milagro como el que protagonizó de atrás hacia adelante su socio de toda la vida, el hoy alcalde saliente Federico Gutiérrez, faena complicada, pero no imposible por la influencia de la administración.
Aunque se planteó durante la campaña entre el uribismo y el gobierno municipal, amigos del pasado, al final no cuajó un acuerdo en contra de Quintero y eso los podría llevar a la derrota ante el empuje del exministro.
El fajardismo anda dando tumbos políticos jugando a la dispersión de candidaturas con aspirantes surgidos de sus entrañas, como Valderrama, Rave, Hernández y Vélez, mientras que el oscuro panorama estadístico en que está Vélez Uribe es muy difícil de entender, pues tiene un buen programa, es un buen, experto, formado y maduro candidato y político, pero siempre se le vio muy solo, aunque él mismo se resiste a su actual coyuntura y está luchando hasta el final.
Al margen de los candidatos, la campaña a la Alcaldía también tuvo dos ingredientes de interés. El primero las increíbles doce candidaturas que se harán contar en las urnas, lo que dispersará la votación y podría haber alcalde con menos de 200.000 sufragantes, al tiempo que el voto en blanco podría ser este domingo un gran protagonista electoral porque los candidatos pocos emocionaron y eso lo demuestran los bajos porcentajes de intención de voto a todo lo largo de la temporada preelectoral, que fue menor, en promedio, al 30%, lo que daría para un mandatario con muy baja legitimidad.
La importancia y el impacto del voto en blanco en los comicios para la Alcaldía de Medellín es de tal trascendencia que de acuerdo con una de las últimas encuestas publicadas por los grandes medios nacionales, revela que el voto en blanco a escasas horas de las elecciones se ubicó en un 15,5% y que sumado al porcentaje de personas indecisas, que alcanzó un 13,2%, daría un impresionante 28,7%, superior a los muy bajos porcentajes que han sacado hasta ahora los candidatos de carne y hueso. O sea, el voto en blanco en Medellín podría ser una alternativa o resultado efectivo y con consecuencias jurídicas hasta de repetir la elección.