En enero y en Semana Santa, Girardota es un centro de peregrinación del Valle de Aburrá y de los municipios cercanos, el motivo es la imagen del señor caído que está desde antes que fuera erigido el municipio.
Salen en la madrugada desde sus veredas, de pequeños pueblos cercanos al área Metropolitana, de Medellín e incluso del Oriente antioqueño. Caminan durante horas con un sólo objetivo: llegar al Santuario del Señor Caído de Girardota.
Leonardo Ospina, Párroco de la Catedral Nuestra Señora del Rosario, explicó que nunca ha sido contado el número de peregrinos que llegan en Semana Santa a la ciudad, pero puede asegurar que son “más de 20.000”.
La imagen de devoción de este pueblo, a un costado del altar, iluminada con velas y velones: es el Señor Caído, una escultura traída desde Quito (Ecuador) hace más de 200 años, cuando aún no existía la Catedral.
“Este es el Santuario del dolor: aquí llega gente que tiene un dolor muy grande, gente muy necesitada, pobre, que ha sufrido, que han tomado caminos indebidos, que han tratado de calmar su dolor refugiándose en libertades que no son buenas. Todo eso es lo que yo lo noto en la confesión”, señaló el párroco.
Los devotos rezan, se confiesan y piden la bendición del Señor Caído, salud, empleo, que les ayude a resolver crisis financieras y familiares, también piden perdón por lo errores cometidos.
A partir del Miércoles de Ceniza, empiezan a llegar los peregrinos, el tiempo de mayor afluencia son las noches del Miércoles Santo y Jueves Santo, según precisó Leonardo Ospina: “Son personas que vienen a pagar mandas por un favor que les ha hecho o que quieren que les haga. Caminan toda la noche y llegan en la madrugada, algunos se quitan los zapatos a la entrada del pueblo y entran al Santuario de rodillas. Entran al templo a orar, a dar gracias a Dios”.
Según indicó, llegar caminando, sin calzado, “se ha convertido en parte de la cultura de los devotos de los pueblos cercanos”. Él precisó que el Miércoles Santo y Jueves Santo en la noche llegan principalmente personas adultas de los pueblos, “en cambio el Viernes Santo llega gente joven de Medellín”.
Yenifer Osorio, vendedora en el Almacén Las promesas del Señor Caído, señaló que “viene mucha gente todo el año. Siempre ha sido así: la gente llega para cumplir las promesas, principalmente en la época de Semana Santa y enero, pero el resto del año también. La gente tiene mucha fe”.
Ángela Castaño, quien trabaja en el Despacho Parroquial, señaló que en otras épocas diferentes a Semana Santa “es muy difícil conseguir ‘personas que se vengan caminando desde Medellín, pero vienen personas contantemente a la misa, a pedir, a pagar, sólo que uno en el pueblo no identifica quiénes son los peregrinos”.
Ana María Cano, habitante de Girardota, comentó que “toda la gente en el pueblo es muy creyente, siempre lo ha sido. Nosotros no peregrinamos porque está aquí mismo, pero ir a la eucaristía es la ofrenda que nosotros le damos al señor. Todas las iglesias se llenan los días del Señor Caído, de Santa Teresita, de la Santa Trinidad, siempre hay muchos fieles”.
Rocío Sierra, quien también vive en esta localidad y es devota del Señor Caído, indicó que todos los años llega la misma cantidad de gente, vienen de los pueblos, de Medellín, pero sobre todo los campesinos, incluso personas que viven muy lejos y que llegan caminando, “con el tiempo no ha disminuido el número de personas que llega”.
Sandra Madrid es de Medellín y va con su esposo e hijos en Semana Santa a Girardota. Para el Miércoles de Ceniza llegó con su familia al templo para rezar, ella no camina ni va descalza, pero es “fiel devota del Señor Caído”.
También en enero hay gran afluencia de peregrinos a Girardota, pues este mes se celebran las Fiestas Patronales. Para esta celebración, los habitantes de cada una de las veredas se organizan por grupos y todos los días realizan procesiones desde sus caseríos hasta llegar a la zona céntrica de la localidad, en donde pasean la figura del Señor Caído.
De igual forma, las diferentes representaciones, organizadas por los fieles de las veredas, van acompañadas de bandas marciales, arreglos florales y otra serie de simbologías elegidas para adornar la imagen del Señor Caído, que después de ser llevada en un recorrido por las calles principales, finalmente es ingresada a la Catedral.