La paz política es muy diferente a la paz de Jesús.
Jesús nunca pretendió “santificar” la paz porque conocía los desastres de la llamada “paz romana” despótica en política, corrupta en su economía por los impuestos que tenía que pagar Israel para mantener su culto y algunas de sus tradiciones. “La paz romana” no sabía de perdón y reconciliación como condición de una paz más humana. En cuestiones de paz no se puede suponer el perdón y menos la reconciliación.
La advertencia de Jeremías, segunda lectura, es históricamente cierta: “Han curado el quebranto de mi pueblo a la ligera, diciendo: paz, paz, cuando no había paz” (Jer 6,14). “Este hombre no busca el bien del pueblo sino su desgracia”, porque niega la paz. A Jeremías lo salvó Ebedmélec (siervo del rey extranjero etíope oficial del palacio) quien con treinta hombres lo sacaron de la cisterna antes de que muriera” (primera lectura), por decir que lo llamado paz, no era la paz.
Da la impresión que en este evangelio hubo un error de imprenta porque no identifica a Jesús con la paz sino con el fuego y la división: “Vine a traer fuego a la tierra… No he venido traer la paz sino la división” “Tengo que pasar por un bautismo… que me angustia hasta que éste se haya cumplido”.
Puede ser que hayan sido ya muchos los años en que fuimos bautizados; la “partida” de bautismo estará en el despacho parroquial; pero el Espíritu que llega a nosotros por el bautismo para transformarnos interiormente, si lo permitimos, nos hará La paz es el fuego que llevamos desde nuestro interior a la casa de Dios que son todos nuestros hermanos más compasivos y menos egoístas. ; solo en la compasión y el servicio a los demás podemos encontrarnos con Dios “La paz está en vosotros”.
Para esta misión del bautismo y la paz nos rodea “una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús.” (Segunda lectura)
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Domingo 20 del Tiempo Ordinario (C)
Primera lectura: Jeremías (38,4-6.8-10)
Segunda lectura: Carta a los Hebreos (12,1-4)
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,49-53):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra”.