Es la semana de dolores, semana mayor, tiempo de pasión. Para los cristianos en su fe, será una semana que pasará a la historia. La Iglesia ha cerrado sus puertas. ¿Pero qué tal si en nuestros hogares se abren las puertas de la verdadera pasión?
-Seguro que antes de este episodio de vida, antes, con los afanes, el no tener tiempo para nuestro hogar, el no saber qué hacían nuestros hijos, el pensar solo en que el bolsillo se llenara de plata, soñar con un nuevo carro, comprar el vestuario de última moda, disfrutar todo un viernes de rumba, tener un nuevo reloj y los tenis de sensación, todo esto seguro que sí era un calvario sin darnos cuentas. Una vida a los exteriores. Ahora la dimensión del camino a seguir es otra, pero no con una cruz pesada.
-Ahora, la cruz del diario vivir en nuestro hogar debe ser liviana, porque es una cruz de amor en familia, porque con el amor es la única medicina que podemos hacer cada día todo lo que nos toca con verdadera devoción. La pasión del amor. Es un viacrucis dentro de nuestro hogar y seguro que tendrá una que otra caída, pero siempre tendremos la mano amiga de un hijo, la esposa, el compañero que nos ayude a seguir.
-Nuestra mirada es a tener una gloria entre todos. En esta Semana Santa, no importa que no tengamos las puertas de las iglesias abiertas, sí tenemos la puerta de nuestro hogar abierta a la prudencia, la tolerancia, el respeto, la enseñanza. En esta semana de dolores, no hay quejas, hay aprendizaje. Y podemos comenzar en reunirnos todos ante el televisor para ver y escuchar cada una de las ceremonias de estos días santos. Hay que escoger un lugar tranquilo, el que menos tenga distracciones. El fogón hay que apagarlo, al igual que todos los celulares. El silencio debe ser la buena atención. Si alguno de los chicos hace alguna pregunta, que es lo normal, de alguna de las ceremonias, perfectamente papá o mamá se la pueden explicar. Si de pronto no la saben, la pueden dejar como tarea de consulta para todos. En el momento de las peticiones, recordar además de la familia a los amigos, a los dirigentes, a las personas enfermas del virus, a los vecinos. Son días para vivirlos unidos, con sincera espiritualidad. Es sentir una devoción responsable.
-Entre todos pueden leer parte de la pasión de Cristo, como un ejercicio de conocimiento de lo que se conmemora en estos días. Lectura que se encuentra en los evangelios, lectura que se explica con amor, no con miedo. Jesús en su dimensión de hombre de ser humano, solo vino a darnos y a enseñarnos amor. Igual que el disfrutar aquel nacimiento de un niño que vino al mundo y nos llenó de regalos en la Navidad, igual es seguirle sus pasos como hombre, enseñando, curando, regalándonos amor en su pasión.
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-En muchas regiones del país y en muchas poblaciones de Antioquia, estos son días en donde la gastronomía enriquece la mesa de la familia. Las abuelas y queridas madres, preparaban dulces, coladas, panes especiales. Es la pasión por la cocina la que hay que disfrutar, recordando esos placeres intentando volver a retomar esas ricas recetas. El sentarnos a la mesa en familia, contando y recordando historias, son momentos que nunca se olvidan.
-La palabra “Pascua” es bellísima en su significado, pascae en latín, pésaj en hebreo, que significa “paso” es el paso a la libertad, para los católicos es esa hermosa y muy significativa “Resurrección de Cristo”. En estos momentos en donde bajo un techo toda la familia ha adoptado un nuevo estilo de vida por algo que nos da miedo, este es el momento de dar un paso a algo nuevo, del miedo pasar al coraje, de la indiferencia al compartir, de la queja a la búsqueda, del mal genio a la tranquilidad. Tenemos que hacer las paces con nuestro pasado, saber perdonarnos para poder perdonar, ser luz no solo para nuestro camino, sino para iluminar el camino de los demás. Tenemos que ser Pascua.
-No estamos encerrados, las nuevas noticias de más días en casa no nos pueden deprimir. Todo lo contrario, tenemos que seguir construyendo familia, acercando amigos, haciendo las labores con amor, despertarnos con alegría y dormirnos en santa tranquilidad.