El gran impulso a la educación en el gobierno de Pedro Justo Berrio, una pujante clase empresarial con recursos de capital acumulados en la minería y la caficultura, el Ferrocarril de Antioquia y la Escuela de Minas explican el despegue industrial de Antioquia en las primeras décadas del Siglo XX.
Como anoté en anterior columna, en la presentación del libro “La nueva historia económica de Colombia” Salomón Kalmanovitz cuestionó los beneficios de la economía cafetera para el desarrollo del país, porque, según su opinión, produjo revaluación del peso, así como el cierre al comercio exterior y el racionamiento de divisas de exportación a favor de las empresas del interior del país, con lo cual se frenó el despegue industrial de la región caribe.
Para terminar con este enriquecedor ejercicio intelectual con la nueva historia de Colombia, estimulado por el reencuentro con la obra del reconocido historiador Álvaro Tirado, mi compañero de bachillerato en el viejo Liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia, comentaré la novedosa tesis de Kalmanovitz.
Aceptemos que el país cometió un error en no estimular el desarrollo industrial de la región caribe, donde se encontraban todas las facilidades portuarias para competir con nuestras manufacturas en el mercado internacional, desacierto que hoy se está corrigiendo con el surgimiento de nuevos emprendimientos empresariales en Barranquilla y Cartagena, lo mismo que en Cali, ciudad cercana a Buenaventura, nuestro principal puerto marítimo.
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Que el surgimiento industrial se haya dado en Antioquia, una región mediterránea, sin infraestructura adecuada para la comunicación vial con los puertos de exportación, pareciera un contrasentido geopolítico. Imaginemos no más las dificultades y altos costos que para la industria textil antioqueña significaban la importación de algodón desde Luisiana y luego la exportación de su telas, incluso a los mismos Estados Unidos, caso como el dril armada Coltejer que vestía al ejército norteamericano en la guerra de Corea.
Para tratar de entender lo que planteó Kalmanovitz, es necesario ir más allá de los efectos reevaluacionistas de nuestra moneda, que produjeron las divisas que trajo la exportación del café, que además de frenar el surgimiento de la industria en la región caribe afectó por igual a la industria antioqueña. La explicación se podría encontrar estudiando el entorno socio económico y cultural que el régimen federal había construido en el Estado Soberano de Antioquia, modalidad de gobierno que el país venía impulsando desde las constituciones bipartidistas de 1853 y 1858, finalmente consolidada por el liberalismo con la Constitución de Rionegro de 1863. El federalismo sobrevivió hasta que fue derogado por la Constitución de 1886, retornado todo el poder al Estado Central.
Bajo el régimen federal nuestra comarca tuvo la fortuna de tener el liderazgo del gran gobernante que fue Pedro Justo Berrío. Una paradoja que un gobernante conservador, como Berrío, en una provincia conservadora haya sido el arquitecto del federalismo en Colombia, tal como lo señaló Delimiro Moreno en su libro “El federalismo en Colombia”.
En Antioquia se demostró que el federalismo si podía funcionar de manera eficaz, si se contaba con un buen administrador y la presencia de una emprendedora clase empresarial formada, en nuestro caso, en la minería y en la caficultura, actividades estas que habían permitido, además, la acumulación del capital requerido para el despegue de la industria manufacturera en nuestra región. A esto se sumó el hecho de que el Estado Soberano de Antioquia estuvo la mayor parte del período ausente de las guerras civiles que asolaron el país, con la excepción de la guerra 1876-77, ya muerto Berrio, cuando los sentimientos religiosos de ciertos dirigentes se impusieron al utilitarismo que se practicó durante la era de Berrío, así como de su sucesor el rico comerciante Recaredo de Villa, quienes tenían muy claro que la confrontación bélica ponía en riesgo las fortunas acumuladas por la clase dirigente antioqueña.
Para terminar hago un resumen de la obra de Berrío como gobernante, basado en la reciente presentación del académico Iván de J. Guzmán en la Academia. Antioqueña de Historia:
Firma de los contratos para las redes de telégrafo entre Medellín y las poblaciones de Nare, Manizales y Rionegro. Construcción de un camino carreteable entre Medellín y el río Magdalena, como ruta preliminar de un futuro ferrocarril. Impulso al contrato para la construcción del Ferrocarril de Antioquia, finalmente finiquitado por su sucesor Recaredo de Villa.
Además:https://www.elmundo.com/noticia/Alvaro-Tirado-y-la-Nueva-Historia-de-Colombia/376929
Establecimiento de sociedades de fomento de la agricultura, artes y o?cios, bene?cencia, comercio, instrucción pública, minería, comodidad y ornato, vías de comunicación y salubridad.
Creación de la Escuela de Artes y O?cios (EAO), con talleres de herrería, cerrajería, carpintería, ebanistería y mecánica. Transformación del antiguo colegio de los franciscanos en una entidad de enseñanza superior, la Universidad de Antioquia, a la cual se le anexaban las ya existentes EAO, el Jardín Botánico y la Biblioteca Central. Puesta en marcha de la Escuela Normal de Varones
Sin duda, el mayor logro de la administración Berrío se dio en la educación. Baste considerar que para 1871 de los nueve estados que conformaban la federación, Antioquia ocupaba el quinto lugar en población con 365.964 habitantes, pero era el primer estado en número de escuelas públicas para la educación primaria y de estudiantes, en las cuales estaban matriculados ciento diez mil niños (un 30% de la población total del Estado Soberano), sorprendente logro en una región con gran parte de la población dispersa en pequeñas veredas. Berrío también creó los colegios públicos de Rionegro y Marinilla, así como doce colegios privados y más de trescientas escuelas gratuitas de educación primaria.
El gran impulso a la educación iniciado en el gobierno de Berrio, la presencia de una pujante clase empresarial con recursos de capital acumulados en la minería y la caficultura, el Ferrocarril de Antioquia y la Escuela de Minas, donde se formaron grandes ingenieros empresarios, fueron causas suficientes para el despegue industrial de Antioquia en las primeras décadas del Siglo XX.