La nueva historia económica de Colombia (2)

Autor: José Hilario López
10 julio de 2019 - 12:00 AM

En el año  2010 bajo la dirección editorial de Salomón Kalmanovitz se publicó “La nueva historia económica de Colombia”, donde sus autores evalúan las instituciones económicas y políticas que desde La Colonia han originado la desigualdad y la pobreza que persisten en la actualidad, causales de los pobres indicadores de la economía nacional.

Medellín

José Hilario López

 

El estudio de la historia económica de Colombia como disciplina científica propiamente dicha,  empieza a consolidarse a mediados del siglo pasado con Luis Eduardo Nieto Arteta y Luis Ospina Vásquez mediante  investigaciones fundantes, referidas en mi anterior columna, investigaciones retomadas en la década de los setenta  por los historiadores de la Nueva Historia de Colombia.  En el año  2010 bajo la dirección editorial de Salomón Kalmanovitz se publicó “La nueva historia económica de Colombia” (NHE), texto este donde sus autores evalúan las instituciones económicas y políticas que desde La Colonia han originado la desigualdad y la pobreza, causales de los pobres indicadores de la economía nacional. A continuación, un breve repaso del texto de Kalmanovitz, incluido como presentación al referido libro.

Lea también:La nueva historia económica de Colombia

La historia económica de Colombia estudiada mediante herramientas cuantitativas, metodología que propone teorías verificables y eventualmente falsables, se inició con William Paul Mc Greevery en 1975, propuesta de pobre recibimiento por la intelectualidad colombiana de entonces. La investigación histórica apoyada en herramientas cuantitativas, sólo tomó vigencia en 1990 con los trabajos del  Centro de Estudios del Desarrollo (Cede) de la Universidad de los Andes y de Fedesarrollo, a los que se sumaron los estudios de José Antonio Ocampo, Santiago Montenegro y Eduardo Lora, que mostraron aspectos nuevos de la industrialización, del proteccionismo y de los equilibrios macroeconómicos mas recientes. Miguel Urrutia desde el Banco de la República se propuso reescribir la historia económica del Siglo XX, para lo cual hasta el año 2010 se habían  publicado seis libros, entre estos el más divulgado “Economía colombiana del Siglo XX: un enfoque cuantitativo”.

Después de la emancipación de la corona española en 1819, las instituciones coloniales en gran parte sobrevivieron en el país hasta el año de 1845, cuando se empezó a cuestionar y reevaluar el rechazo que seguía imponiéndose a la apertura comercial, al libre ejercicio financiero y a la ampliación de la propiedad privada sobre la tierra, esfuerzos estos que se vieron truncados a partir de 1885, con la pérdida del poder que sufrió el liberalismo. La Reforma Constitucional de 1910, impulsada por el republicano Carlos E. Restrepo, fue clave para el despegue económico que se dio en las primeras décadas del Siglo XX, gracias al ambiente de estabilidad, paz y garantías políticas que vivió el país hasta mediados de la década de 1940, cuando surgió la violencia partidista.

Por otro aspecto, en el referido texto Kalmanovitz cuestiona los beneficios económicos de la economía cafetera para el desarrollo del país, porque, según su opinión, produjo reevaluación del peso, así como el cierre al comercio exterior y el racionamiento de divisas de exportación a favor de las empresas del interior del país, con lo cual se frenó el despegue industrial de la región caribe. A esta hipótesis me referiré en la próxima columna, donde trataré lo relativo al federalismo y lo que significó para Antioquia y el país la administración del gran dirigente Pedro Justo Berrío, a lo que suma la presencia de una emprendedora clase empresarial formada en la minería y en la caficultura, actividades estas que habían permitido la acumulación del capital requerido para el despegue de la industria manufacturera en nuestra región.

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Las políticas proteccionistas adoptadas después de la Segunda Guerra Mundial fomentaron la ineficiencia generalizada de la naciente industria nacional y, por otro aspecto, facilitaron la transferencia de rentas a determinados y escogidos grupos, lo que acentúo la secular mala distribución del ingreso. Finalmente en el referido texto Kalmanovitz hace un seria crítica a la institucionalidad económica colombiana, generadora, entre otros males, de desequilibrios fiscales, desigualdad, pobreza, desempleo e informalidad laboral, ahora incrementados por la “maldición de los recursos naturales”, propia de un país minero dependiente.

La NHE combina la metodología de la historia cuantitativa con el estudio de las instituciones políticas, incluyendo la economía política y hasta las ideologías y creencias religiosas. Con este enfoque integrado se logra el análisis a mediano y largo plazos de los desarrollos y políticas  económicas, así como de los cambios en las estructuras institucionales y en las ideologías. La nueva economía institucional sostiene que el legado absolutista y religioso heredado de La Colonia es una de las principales causas del secular atraso económico colombiano, diferente a otras interpretaciones que prefieren culpar al imperialismo norteamericano por los males nacionales. Toda esa herencia colonial, retomada por el conservatismo, dio forma a la Constitución de 1886, que se mantuvo, casi intacta, hasta la Constitución de 1991.

La historia es el laboratorio de la economía y del mundo empresarial, donde se toman decisiones que definen el futuro de las sociedades. Como concluye Kalmanovitz en la presentación del libro “La Nueva Historia Económica de Colombia”: “frente a las nuevas orientaciones que pretenden conducir la historia por diversos e inciertos caminos, lo mejor que pueden hacer los economistas y administradores es ofrecer alternativas, reafirmar la importancia de los temas sociales, hacer uso de modelos adecuados y de datos verídicos, continuar con la búsqueda de objetividad y rigor; en fin, elaborar trabajos que demuestren su objetividad para entender el presente”.

P.S. Francisco de Paula Gómez Giraldo, colega ingeniero y amigo recientemente fallecido, un hombre bueno y sabio de quién tanto aprendimos. Si después de esta vida  existe un lugar para los justos, allá debe estar ya nuestro inolvidable “Pacho”.

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