En la definición de los proyectos mineros deben primar los argumentos técnicos sobre las emociones para determinar si pueden coexistir con las vocaciones tradicionales.
Desde hace unos años la minería se ha vuelto un tema polémico, parece que el solo hecho de mencionar esta palabra genera temor en algunos sectores, organizaciones ambientalistas y algunos políticos han aprovechado este escenario para plantear falsos dilemas como “Sí al agua, no a la minería” o plantear consignas como “oro no comemos”, previniendo a las comunidades frente al desarrollo de estos proyectos y dificultando su licenciamiento.
Las personas que se oponen a la minería argumentan que es destructiva con el medioambiente, que las regalías no se reflejan en el desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de las personas y que los territorios que no tienen esta tradición, como algunos municipios del Suroeste antioqueño, viven mucho mejor que los que tienen minería. En parte tienen razón, los referentes de desorden social de municipios como Marmato, Segovia, Remedios y Zaragoza no ayudan y generan un imaginario colectivo de que son mayores los costos sociales y ambientales que genera esta industria que los beneficios; sin embargo, siempre he insistido en que no se puede generalizar y que cada caso merece ser analizado en detalle y acorde al contexto.
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Empresas como Mineros SA en El Bagre, han recuperado los terrenos que ya no explotan y los han cedido a las comunidades para desarrollar proyectos de apicultura que les permita generar ingresos adicionales y mostrar la compatibilidad que hay entre distintas vocaciones, desvirtuando el mito que donde hay minería hay devastación; lo propio vienen haciendo otras empresas como Antioquia Gold en Cisneros; a la par de su mina, los habitantes de este municipio siguen con su vocación agrícola.
Con los proyectos mineros tampoco se va a superar por completo la pobreza ni va a haber pleno empleo, pero sí es un sector que suma de manera considerable, genera oportunidades y mejora los ingresos de la nación, siempre y cuando se hagan de manera responsable como lo aseguró recientemente el ministro de Minas y Energía, Diego Mesa en El Tiempo: “El sector minero energético es uno de los principales motores de desarrollo social y económico del país: aporta 7 puntos del PIB, uno de cada tres dólares de la inversión extranjera directa y más del 50 por ciento de las exportaciones”. (ver)
La cifra de desempleo en Colombia supera el 20%, considero que podemos desarrollar una industria que se vuelva referente en la región y que a la vez permita mejorar la calidad de vida de las poblaciones, he escuchado decir a personas contrarias a esta industria que es mejor seguir como estamos, menos pobres que otros municipios, que arriesgar la tranquilidad por culpa de la minería, este planteamiento sugiere que esta industria no se puede hacer bien; por el contrario, con el pasar de los años se ha venido modernizando para mejorar sus procesos, utilizando tecnología de punta.
En Colombia está establecido que la minería, así como ninguna otra actividad agroindustrial, no se puede hacer en páramos ni en reservas naturales, y donde haya comunidades indígenas se debe hacer consulta previa. En el caso de grandes proyectos como Quebradona, este se encuentra ubicado en un territorio que ni es páramo, ni reserva natural y no hay comunidades indígenas; uno de los argumentos de los contradictores es que su desarrollo va en contravía de la vocación agrícola y turística del municipio. Las vocaciones se dan de acuerdo con las nuevas realidades y potencialidades que vayan viviendo los territorios. Hace 20 años Jericó no tenía un potencial turístico como lo tiene hoy.
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En la definición de los proyectos mineros deben primar los argumentos técnicos sobre las emociones para determinar si pueden coexistir con las vocaciones tradicionales, países como Canadá, Nueva Zelanda y Australia han apalancado buena parte de su desarrollo en esta industria. En Colombia aún nos queda camino por recorrer para ser referentes en esta materia, pero eso no significa que no podamos estar a la altura del reto y demostrar que lo podemos ser.
En la situación actual que vive el país no debemos darnos el lujo de desperdiciar los empleos y las inversiones que pueden generar este tipo de proyectos, son alternativas adicionales e importantes como cualquier otro sector.