Reflexión sobre la fe, en la Homilía del domingo 28º del tiempo ordinario - ciclo c
Hoy continúa Pablo en su testamento a Timoteo, “Querido hermano: acuérdate de la resurrección de Jesús como buena noticia… esta es una gran verdad, si hemos muerto con Cristo, viviremos con Él. Y si con Él sufrimos, reinaremos con Él. Aunque nosotros le seamos infieles, él permanece fiel”. (segunda lectura).
Normalmente las prácticas de la religión son para que Dios se acuerde de nuestras necesidades; razón para que existan tantas devociones cuantas carencias tiene la gente. En la religión el centro no es Dios sino la necesidad humana; en la Fe el recuerdo primordial es la resurrección de Jesús, como buena nueva, gran verdad y buena noticia “porque si hemos muerto con Cristo”, en la muerte interior al egoísmo, “viviremos con Él. Y si con Él sufrimos reinaremos con Él”. Así le seamos infieles. “Él permanece fiel” (Segunda lectura).
¡Qué mejor testamento!
¡Qué mejor testamento el saber que no nos vamos a morir porque el resucitado ha vencido la muerte y nosotros pertenecemos a esa victoria! ¡Qué mayor agradecimiento saber que no existe la muerte porque el Resucitado la ha vencido y nos ha transformado en resucitados como Él!
Eliseo no aceptó regalos de Naamán, pagano, jefe del ejecito del rey de Siria; sólo dos mulas cargadas de la tierra donde fue sanado para agradecer a Yahvé que lo sanó, por el baño siete veces, poder total de Yahvé (primera lectura).
Jesús el compasivo y humano se encontró con diez leprosos que requerían de su compasión en razón de vivir fuera de Jerusalén para no contaminar a nadie en orden a la fiesta inmediata de la Pascua. Con sus vestidos rasgados y desgreñada la cabeza sólo podían gritar: “impuro, impuro; ¡Oh Jesús maestro ten compasión de nosotros”! (Evangelio).
Jesús sabía que los sacerdotes eran los únicos que podían sanar en Israel. “Pero al ir a presentarse quedaron sanados de la lepra sin haber llegado al templo. Uno de ellos, samaritano, al ver que estaba curado, se volvió alabando a Dios con grandes gritos y se postró a sus pies. No hubo sino un extranjero que retornó a dar gloria a Dios” (Evangelio) “Lo que habéis recibido gratuitamente compártanlo con gratitud” (Mt 10,8)
No perdamos los memoriales
Al Resucitado le basta que la memoria sea la gratitud y que a la gratitud no le falte memoria, como al agradecido samaritano.
En los momentos de dificultad personal o social es cuando más necesitamos mantener la memoria de esta tierra y sus ancestros, nuestro padres y abuelos primeros sabios; maestros e Iglesia quienes nos acompañaron en el estudio y el crecimiento de la fe. Para el creyente lo más importante de la memoria de la fe es mantener con gratitud el recuerdo de Pablo la buena nueva de la resurrección de Jesús. La gratitud de Naamán pagano y el leproso creyente, son memoriales de esperanza que hacen creíble el amor de Dios, su compasión de humano como esperanza de futuro. “Levántate y vete. Tu fe, gratitud, te devolvió la salud” (evangelio)
Primera Lectura: Lectura del segundo libro de los Reyes (5,14-17)
Salmo: Sal 97,1.2-3ab.3cd-4
Segunda lectura: Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,8-13):
Santo evangelio según san Lucas (17,11-19)
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor