Lo preocupante no es el contenido que se agita en las redes sociales, su creciente vulgarización. Lo verdaderamente preocupante es la forma de pensamiento que entroniza.
Bueno, me voy a arriesgar a que usted se aburra en los próximos tres renglones, pero le confieso que vale la pena el riesgo.
Ocurre que las redes sociales son particularmente representativas del significado profundo de un debate que se inició por allá, en la década de los 60 del siglo pasado, cuando Marshall Mc Luhan lanzó una afirmación provocadora (al hombre le gustaba provocar) en el sentido de que, a largo plazo, el contenido de un medio importa menos que el medio en sí mismo a la hora de influir en nuestros actos y pensamientos.
Nicholas G Carr lo explica de manera más didáctica: “Los efectos de la tecnología no se dan en el nivel de las opiniones o los conceptos” mas bien alteran “los patrones de percepción continuamente y sin resistencia” (Superficiales. Taurus 2017)
Así las cosas, lo preocupante no es el contenido que se agita en las redes sociales, su creciente vulgarización, la superficialidad evidente de las temáticas que se abordan, la irreflexión campante, la irresponsabilidad. Lo verdaderamente preocupante es la forma de pensamiento que entroniza.
Regresemos a Mc Luhan.
Hace ya más de cincuenta años, este personaje hacía un llamado de atención ante el hecho de que nuestra respuesta convencional a todos los medios (había por esa época un debate sobre las posibilidades “nocivas” de la televisión) tiene que ver en especial con la idea de que “lo que cuenta es cómo se les usa”. El hombre se reía con sarcasmo y profería un insulto, afirmando que el cuento de ponerle cuidado simplemente a cómo se usa el medio era “la postura adormecida del idiota tecnológico”. Y agregaba que el contenido es solo “el trozo jugoso de carne que lleva el ladrón para distraer al perro guardián de la mente”
En esos tiempos, las reflexiones que proponía eran tan inteligentes y sofisticadas que era difícil entenderlas. Pero hoy, siendo testigos áticos de todo esto que está ocurriendo, entonces empieza uno a entender: Mc Luhan tenía razón sin lugar a dudas.
El mismo Nicholas Carr se refiere a Scott Karp quien plantea el problema en términos de transición. Dice en efecto que nos encontramos en una fase de transición entre dos formas muy diferentes de pensamiento. Arguye que “lo que estamos entregando a cambio de las riquezas del internet – y solo un bruto se negaría a ver esta riqueza – es lo que Karp llama nuestro viejo proceso lineal de pensamiento”.
¿Cómo era ese pensamiento? Calmado, concentrado, sin distracciones. Hoy, la mente lineal está siendo desplazada – dice- por una nueva clase de mente que quiere y necesita recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordinados, frecuentemente solapados y, cuanto más rápidos, mejor. Pero ojo, esa mente lineal no es consecuencia del mensaje sino del medio.
Es la conspiración de los algoritmos la que logra insertarte en los “estallidos cortos y descoordinados”. Los contenidos que construyen tus amigos y tus enemigos, tus seguidores y tus detractores, tus propios contenidos, son apenas consecuencia de lo que el algoritmo te provoca.
La más dura batalla del Proyecto Humanidad contra el algoritmo, será enfrentarse a su sistematización. No entregarle más parámetros, enloquecerlo con likes que no nos identifiquen, mostrarnos tan diversos y contradictorios, que se le haga imposible meternos en la fila.
De este mecanismo de defensa tenemos que empezar a hablar…