El instrumento de participación es valioso en la medida en que se use con mesura, pues se hace demasiado evidente que un año de mandato no es suficiente como para que se active una revocatoria con el argumento de que el alcalde no ha cumplido su plan de gobierno.
Icononzo (Tolima) y Barrancabermeja se sumaron ayer a la lista de municipios que han celebrado, sin éxito, procesos de revocatoria de sus alcaldes. El resultado fue idéntico: votación mayoritaria por el sí pero insuficiente para alcanzar el umbral. En otras palabras, el triunfo de la abstención.
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Si bien hemos criticado que muchos de estos procesos, en una dinámica perversa, surgen como iniciativa de sectores políticos interesados en quitarle gobernabilidad al mandatario electo, también preocupa que aun con la entrada en vigencia de la Ley 1757 de 2015, que reformó las revocatorias rebajando del 40% al 30% el número de firmas con respecto a los votos obtenidos por el gobernante para activar el Comité Promotor, y del 60% al 40% de los votos obtenidos el umbral para legitimar el proceso, la apatía siga primando.
El instrumento de participación es valioso en la medida en que se use con mesura, pues se hace demasiado evidente, como hemos advertido antes, que un año de mandato no es suficiente como para que se active una revocatoria con el argumento de que el alcalde no ha cumplido su plan de gobierno, que es lo más frecuente pero que esconde, la mayoría de las veces, motivaciones políticas.
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Vale la pena insistir en que haya una vigilancia más rigurosa a la aplicación de este mecanismo, para evitar que, definitivamente, se extinga ante su reiterada inoperancia, aun cuando haya una justa causa para su aplicación.