Esta aberrante manipulación presupone que ningún anciano(a) cuenta ya con la capacidad moral de responder por cada uno de sus actos a pesar de ser profesionales en plena producción.
La decisión de aprovecharse de la amenaza del coronavirus para ejercer por parte de distintos gobiernos un control sobre los ancianos y ancianas dejándolos de últimos en la salida del confinamiento está dando motivo para respuestas directas como la de la Asociación de Ancianos y Ancianas de Europa que denuncian abiertamente esta exclusión extraña por demás y que bajo el lema de proteger a “nuestros ancianitos y ancianitas” lo que está mostrando una vez más es la entronización del seudolenguaje de la llamada “hipócrita cortesía” de los gobiernos. ¿En qué momento se empieza a ser anciano? ¿No hay personas que una bobería congénita les lleva prematuramente a la senilidad? Hay políticos que tienen una edad cronológica de cincuenta años y una edad mental de un adolescente de catorce años ¿Qué decir de López Obrador o de Bolsonaro, de Maduro? Ese corte vertical que deja a los ancianos(as) en condiciones de niños viejos y sobre todo de minusválidos mentales está desnudando sus verdadera finalidad y sobre todo lo que políticamente implica el concepto de confinamiento porque si admitimos que la pandemia continúa arrasadoramente causando miles y miles de muertos y es necesario seguir tomando medidas sanitarias urgentes como el permanecer en casa, como el lavarse continuamente las manos y estar atento al distanciamiento social también lo es que un confinamiento prolongado lleva al ablandamiento de la capacidad crítica o sea a volver sumisa a toda la población bajo el sofisma de que prolongar el confinamiento se hace para salvarlos a pesar de que “algunos aún sean creativos ”. Esta aberrante manipulación presupone que ningún anciano(a) cuenta ya con la capacidad moral de responder por cada uno de sus actos a pesar de ser profesionales en plena producción. ¿Se imaginan a un genio como Sthepen Hawking postrado por una enfermedad degenerativa que lo dejó sin movimiento, sin habla, sometido al trauma que supone un aislamiento caprichoso? Lo que fue una medida racional de prevención puede convertirse en un confinamiento arbitrario, en un desafío a la libertad personal – caso de Pedro Sánchez- que constituye un desconocimiento craso de lo que supone la Sanidad en una democracia, medida que se ha impuesto en muchos países como España después de la muerte en residencias de 17.760 ancianos(as) por falta de prevención y que ha servido para que se abran algunos interrogantes sobre la situación de los ancianos(as) , preguntas que con urgencia tenemos que hacernos en Colombia donde diariamente son abandonados por su familia decenas de ellos en las calles o abandonados “por su bien” a lujosas residencias donde la soledad los espera. ¿Qué sucede al interior de nuestros asilos municipales pero también en el interior de residencias privadas de altos costos? Convertidos en un cero a la izquierda ante la economía, en incómodos sobrevivientes de la edad de la razón ante una juventud marcada por el engaño tecnológico y la ausencia de memoria, en medio de las ruinas prematuras del vacío existencial a que nos ha abocado la pandemia, la imagen del anciano (a) ahora en el desescalamiento, surge inesperadamente, como he señalado, para establecer frente al caos político, paradigmas y valores cuya desaparición ha sido la causa de estar abocados a vivir en lo peor gracias a políticas irracionales.
Vigilar y castigar porque la medida que, repito, en principio se tomó en beneficio de cada ciudadano(a) hipócritamente se puede convertir en el atropello a mis derechos o sea en vigilancia autoritaria y no consentida: la familia ha salido del hogar y los ancianos(as) son castigados negándoles el mayor bien: los espacios de la amistad, los espacios de la conversación y los amigos.