Los grandes eventos, al menos durante el año siguiente y quizás para siempre, se desplazan a las pantallas.
El verbo sobrevivir es, posiblemente, el que más veces se haya conjugado estos días en reflexiones y charlas familiares. La gran preocupación de la gente es cómo salir de esta emergencia con el menor número de lesiones posible, mentales, físicas o económicas. Por lo visto hasta el momento, las personas y entidades que toman las grandes decisiones sobre el futuro de las naciones seguirán igual, pero los ciudadanos que tienen que salir a ganarse el pan con el sudor de la frente tienen muy claro que para sobrevivir hay que reinventarse o adaptarse a las nuevas condiciones de la vida en sociedad. Para este segmento de la población, lo importante es la supervivencia económica y no la rentabilidad.
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Las empresas relacionadas con el turismo, la recreación, la cultura y los certámenes son las grandes damnificadas de esta crisis universal. Fueron las primeras en cerrar las puertas y serán las últimas en empezar a abrirlas, deberán asumir mayores sobrecostos y tendrán menos clientes y usuarios porque las recomendaciones de los expertos, incluida la Organización Mundial de la Salud, así lo establecen: menos aforo en lugares cerrados y menos pasajeros en los aviones y buses, para empezar.
Los grandes eventos, al menos durante el año siguiente y quizás para siempre, se desplazan a las pantallas, lo que exige más y mejor tecnología para llevar los eventos a la casa de cada uno de los interesados.
El ejemplo lo dieron algunas de las empresas tecnológicas que iban a participar en el “Congress Mobile” de Barcelona en marzo, que fue el primer gran evento internacional del año cancelado, luego de múltiples consultas, con gran visión y responsabilidad por parte de sus organizadores. Las presentaciones de productos las hicieron como grandes eventos de televisión e Internet y así las empresas cumplieron su objetivo comercial.
Igual sucedió con el Salón de Automóvil de Ginebra. Este evento se celebra anualmente desde 1905, a principios de marzo y solo se había interrumpido durante la Segunda Guerra Mundial.
Este año, ante la cancelación del 90º. Salón, decretada por el gobierno suizo, los fabricantes de automóviles no pararon el lanzamiento de sus novedades anuales y crearon un Salón del Automóvil virtual, con presentaciones transmitidas en directo vía streaming por las redes sociales y creando estand virtuales, que se recorren por Internet desde la comodidad de la casa, dando respuesta a todas las preguntas e inquietudes de los visitantes.
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Con esta decisión, el Salón del Automóvil de Ginebra estableció un antes y un después de materia de ferias y congresos y abrió el debate sobre la conveniencia de seguir haciendo estos eventos de manera tradicional. ¿Por qué? Los lanzamientos tuvieron el mismo despliegue en los medios y los interesados tuvieron acceso a la información que buscaban. Una primera conclusión quedó en el ambiente: los fabricantes de automóviles ya no necesitan un Salón para comunicar sus novedades. La mayoría empiezan a descartar las ferias de sus planes de comunicación. Ahora lo hacen de forma más eficiente, con más tecnología y mayor despliegue artístico, si se quiere. En el mundo globalizado, con redes sociales, con canales y plataformas digitales, a disposición de todos, una feria física o presencial resulta ahora más engorrosa para empresas y visitantes, porque el factor tiempo empieza a jugar a favor y en el balance económico las grandes inversiones en tecnología se compensan con los menores costos en transporte, viáticos y honorarios del personal de apoyo.
El tecnológico, es el camino que tienen que explorar las empresas de ferias y eventos para sobrevivir a la mayor crisis económica del siglo y seguir cautivando el interés de clientes y consumidores.