Para el caso de Bello es urgente convocar a una mesa de concertación local y regional que restaure las relaciones de confianza entre las instituciones estatales y la sociedad civil
La ciudad de Bello se ha conformado en el encuentro entre la tradición y la modernidad en el siglo XX, y hoy mira con optimismo y esperanza el siglo XXI. Las huellas de Antioquia y de Medellín tienen un importante capítulo que pasa por Bello. Podría uno preguntarse, quién no conoce o tiene un familiar, un amigo o un conocido que vive o ha vivido en Bello. El ser la puerta de entrada en el norte a la ciudad de Medellín ha convertido a Bello en un territorio geoestratégico para la llegada de miles de campesinos, obreros, medellinenses y otros grupos poblacionales y étnicos a vivir o a trabajar en ahí. Atravesado por la autopista del norte, por el río Medellín y por el antiguo ferrocarril de Antioquia este municipio del Valle de Aburrá es el conglomerado poblacional más grande después de la ciudad de Medellín. La historia acompaña su tradición pues cuenta con huellas del pasado indígena, colonial y de la cultura antioqueña y colombiana. Uno de sus hijos, el presidente Marco Fidel Suárez representa en su máxima expresión, a un pueblo que sencillo y tenaz que busca superarse a través de la educación y del compromiso social por nuestro país. Sin embargo, toda transformación urbana y social en las complejidades de la modernidad y de la globalización trae consigo problemas de seguridad, de convivencia, de confianza institucional y de desigualdad que si se acumulan pueden generar un descontento ciudadano y una proliferación de ofertas ilegales y violentas en los territorios. Ese precisamente es el caso de Bello, el cual vive hoy una crisis institucional y social que lo conmueve internamente y que tiene repercusiones en Medellín, el Valle de Aburrá y Antioquia. La preocupación ciudadana desde la Alianza Antioquia (grupo de universidades y medios de comunicación) por lo que acontece en Bello consiste en que este municipio encarna los retos de una sociedad en transformación desde lo rural a lo urbano. De igual forma podemos afirmar que dichas transformaciones están sucediendo en otras subregiones de Antioquia como Turbo, Apartadó, Caucasia y Andes, entre otros. Al inicio de las nuevas administraciones locales y regionales y en el contexto de la construcción del plan de desarrollo, los nuevos gobernantes deben no solo tener en cuenta su programa de gobierno sino lo mejor que hayan hecho las administraciones anteriores y las voces de los opositores y otros actores de la sociedad. Para el caso de Bello es urgente convocar a una mesa de concertación local y regional que restaure las relaciones de confianza entre las instituciones estatales y la sociedad civil. Sin ello, es imposible pensar en un proyecto de gobernabilidad y gobernanza sostenible que garantice la convivencia y la inclusión social. Dicha mesa de concertación estaría conformada en dos escenarios: uno local y otro metropolitano y departamental. En lo local, habrá que convocar a diferente actores del gobierno, de la sociedad civil y de la oposición para que construyan una agenda por un PACTO SOCIAL por Bello. A nivel metropolitano y regional, la iniciativa debe partir desde la Gobernación de Antioquia como el articulador de proyectos estratégicos que arropen a Bello en alianza con el Valle del Aburrá y Medellín. Un buen instrumento para dicha alianza pueden ser los Pactos Territoriales que se impulsan desde el Plan de Desarrollo Nacional: https://pactosterritoriales.dnp.gov.co/. El futuro y bienestar social de Bello nos compete a todos pues Bello ha sido una ciudad hecha desde la diversidad étnica y regional de Antioquia.